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OPINION

Cien días con Haider

Por Claudio Uriarte

La coalición negro-parda en Austria, primera donde un partido de simpatías filonazis llega al poder en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, ha cumplido sus primeros 100 días en el poder. En el curso de este tiempo, muchas cosas se han modificado y otras tantas, aclarado. Primero, desde una postura de la Unión Europea declarativamente dura, pero finalmente ineficaz y contraproducente, el péndulo de las relaciones de poder se inclina ahora hacia Austria, que amenaza con celebrar un referéndum sobre los modos de participación en la UE si ésta persiste con sus infantiles desaires públicos a funcionarios políticos de Viena. En el fondo, es lo que quiere Joerg Haider, líder del derechista Partido de la Libertad (FPO, por sus iniciales en alemán), pese a una dimisión en la que nadie cree.

  En efecto, el gobernador de Carintia es mucho menos virulento de lo que parece. Tenía razón el "cazador de nazis" Simon Wiesenthal cuando afirmó desde Viena que Haider no era un neonazi, sino un mero líder populista de derechas. Detrás de los guiños del carintio a las simpatías filonazis de gran parte de su reaccionario país, lo que hay es una astuta maniobra a varias bandas para llegar al poder, pero nada de la dinámica violenta, contra el cuadro de descomposición general del Estado de derecho, que llevó a Hitler a la Cancillería. Lo que quiere Haider es nacionalizar austríacos a los inmigrantes que ya se encuentran legalmente en el país y cerrar el chorro a una posible inmigración masiva de los países del este europeo, que es lo que puede ocurrir si la UE se expande demasiado rápidamente. Al mismo tiempo, pretende bajar un poco la desproporcionada contribución de su pequeño aunque próspero país al presupuesto de la Unión, un objetivo que esta última paradójicamente facilita a través de sus simbólicas "represalias". Esto y poco más es Haider; el resto no es nada más que una especie de nazi de diseño, asesorado por Calvin Klein.

  Todo lo cual no significa que no existan razones para la preocupación. Hay dos problemas potenciales. El primero es que Austria empiece a vetar de manera permanente las decisiones de sus 14 socios comunitarios, degradando y finalmente liquidando la Europa del euro. El segundo es más grave, y es la posibilidad de que el fenómeno Haider tenga una réplica en Alemania, en cuyo caso pasaríamos del nazi de Disneylandia a algo mucho más serio. Pero por el momento eso no está pasando, y el cierre de la crisis de la democristiana CDU por el nuevo liderazgo de Angela Merkel parece distanciarlo más aún.

 

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