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La sombra de la crisis social siguió a Storani hasta Oxford

El ministro del Interior fue el expositor principal en un seminario sobre gobernabilidad. Pero las preguntas de los académicos y periodistas lo llevaron de nuevo a Salta. 

Por Marcelo Justo 
Desde Oxford

t.gif (862 bytes) Federico Storani voló de las turbulentas tierras nacionales y aterrizó en la académica calma medieval del Saint Anthony�s College, en la universitaria ciudad de Oxford, sin conseguir despegarse de la crisis social. El estallido en Salta estaba latente en la ponencia que dio en inglés sobre gobernabilidad de la Argentina como principal orador del congreso �Argentina 2000�. Y sus repercusiones a nivel nacional fueron el principal tema de las preguntas que le hizo el público (en inglés) y la prensa argentina (en castellano) tras su presentación.
A pesar de que la inmensa mayoría de los setenta asistentes a la inauguración del evento eran académicos, políticos, estudiantes o periodistas argentinos, Storani se impuso el chaleco de fuerza del inglés para beneficio del prestigio internacional del congreso y de los cuatro o cinco ingleses que no hablaban castellano y delineó tres límites a la gobernabilidad política en la Argentina: político, institucional y socioeconómico. 
El ministro del Interior indicó que la relación del gobierno de la Alianza y la oposición, y la del gobierno central con las provincias es un �desafío para la madurez de la clase política argentina� y que los obstáculos político-institucionales que planteen no pueden terminar en un �juego de suma cero que no le conviene a nadie�. Pero el principal trasfondo de la mitad de su discurso fue el gran fantasma que acecha a los radicales desde la hiperinflación alfonsinista: el vínculo entre crisis socioeconómica y gobernabilidad. Con pedido de disculpas al ex ministro del Interior Carlos Corach y al ex canciller Guido Di Tella, presentes en el auditorio, el ministro subrayó la pesada herencia del gobierno menemista y destacó la reforma laboral, la ley de Pymes y los logros en materia fiscal, como pasos esenciales para revertir la actual situación y asegurar la gobernabilidad del país.
Librado del chaleco de fuerza del inglés, el ministro del Interior dialogó con la prensa argentina tras la conferencia y aseguró que el Comité de Prevención y Crisis, que coordina la Jefatura de Gabinete, y en el que participan Desarrollo Social, Trabajo, Economía e Interior, había logrado prevenir �centenares� de conflictos desde la asunción de Fernando de la Rúa el pasado diciembre.
Storani acudió a un ejemplo caliente, el que detonó ayer en un nuevo corte de la ruta nacional 34 (ver página 5). �Nos preocupa Jujuy. Aunque el gobierno nacional no pudo prever el cierre del ingenio La Esperanza y que queden en la calle 2400 trabajadores, hicimos todas las gestiones para que el ingenio tuviera acceso a los créditos. El problema de la falta de competitividad de algunas provincias ante el Brasil es otro asunto que el Gobierno trató entablando negociaciones con el gobierno brasileño, algo que el gobierno anterior había dejado de lado�, señaló Storani. El ministro añadió que el comité estaba siguiendo con especial atención la situación en Tucumán, Neuquén y Tierra del Fuego, pero aclaró que en ningún caso se podía pensar en un estallido social generalizado. �Más bien hay situaciones, focos de tensión, conflictos sociales, con un mar de fondo social difícil�, añadió.
Storani es uno de los integrantes del gabinete nacional que más brega por la ampliación del gasto social, lo que eventualmente lo enfrenta con el ala económica del Gobierno. Pero, a miles de kilómetros de la Casa Rosada, optó por diluir ese debate interno y asumir la representación del Gobierno en su conjunto: apeló a un bagaje de argumentos económicos y de política social para puntualizar los logros de la Alianza. Ante la pregunta de Página/12 sobre si el gobierno había hecho suficiente en materia social, Storani reconoció que �nunca se hace lo suficiente y menos con una tasa de desempleo del 14 por ciento�, pero destacó la perspectivade crecimiento de 4 a 5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) con �un sentido redistributivo porque el crecimiento económico solo no sirve�.
Entre las medidas que rescató, se halla la Ley de pequeñas y medianas empresas (Pymes), la reactivación de un 70% de los programas Trabajar que �(el ex ministro de Economía del gobierno peronista) Roque Fernández había eliminado� y los programas de contención social. Storani resaltó lo que el Gobierno considera otra pesada herencia del menemismo: la superposición y fragmentación de planes y programas de ayuda social. La ausencia de coordinación, redondeó el ministro, sumada a un difícil panorama presupuestario, conspiran contra una política social eficaz.

 

Políticas de Estado

La necesidad de llevar adelante políticas de Estado viene sonando fuerte en el vocabulario de los políticos y los medios de un año a esta parte. En la conferencia de Oxford fue el tema que llevó adelante uno de los tres panelistas de la primera jornada de �Argentina 2000�, Carlos Acuña, especialista en Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés. En el inglés de rigor de la conferencia, Acuña planteó que hay tres obstáculos o tensiones a la hora de plantear una política de Estado: la relación entre Gobierno y oposición, entre el Congreso y el Ejecutivo, y entre distintas partes del Ejecutivo. A diferencia de Acuña, la panelista Delia Ferrero, de CEPPA, opinó que en la relación del Ejecutivo y el Congreso este último había salido perdiendo. Los decretos de necesidad y urgencia del gobierno menemista fueron el principal argumento de la académica, quien puntualizó que el presidente Menem había firmado 545 decretos, en comparación con los 30 que utilizaron todos los presidentes previos de la historia argentina. El ex ministro del Interior menemista Carlos Vladimiro Corach obvió el tema, pero reconoció que la actual fragmentación del peronismo era un obstáculo a la posibilidad de formular una política de Estado. A la pregunta de Página/12 sobre si la política de Estado podía convertirse en un método para reprimir protestas sociales con consenso político, Acuña admitió que el sistema democrático no es una garantía en sí y que puede convertirse en un sistema oligárquico y elitista, que excluya aún más a los excluidos. 

 

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