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NOTABLE RECUPERACION DE LOS BLANCOS EN URUGUAY
El que ríe último ríe mejor

Luego de su derrota del año pasado, el Partido Nacional ganó  13 de los 19 departamentos en juego en los comicios municipales. La izquierda triunfó en Montevideo y los colorados, en Canelones.


Por Pablo Rodríguez
t.gif (862 bytes) �En 1990 ganamos las elecciones de Montevideo con el 35 por ciento de los votos, en 1994, con el 45, y en el 2000, con el 55�. La multitud rugió ante las palabras del líder del Encuentro Progresista-Frente Amplio, Tabaré Vázquez. Pero Vázquez omitió hablar de otra cosa que Montevideo. A pesar de que fue un gran triunfo, el 58 por ciento con el que fue reelecto Mariano Arana en la capital uruguaya funciona como un premio consuelo para la izquierda: es que el gran zarpazo en el interior del país no existió. También el Partido Colorado tuvo su premio consuelo, ya que perdió dos intendencias del interior, pero ganó en Canelones, el segundo distrito más poblado del país, donde la lucha con la izquierda era cabeza a cabeza. Y si hubo premios consuelo, es que hubo uno principal. Fue del Partido Nacional, o Blanco, que de un pobre 21 por ciento en los comicios presidenciales de 1999 trepó hasta ganar 13 de los 19 distritos del país. 
Los candidatos regionales blancos retuvieron los gobiernos municipales de Cerro Largo, Colonia, Durazno, Flores, Lavalleja, Maldonado, Paysandú, Tacuarembó, Treinta y Tres, San José y Soriano. Y, de yapa, ganó en los departamentos de Florida y Rocha, hasta ahora en manos de colorados. Si se miran los resultados con lupa, el triunfo blanco es mayor aún. Siete meses atrás, en Paysandú �el departamento más industrializado del país�, la izquierda había desplazado al Partido Nacional a un tercer lugar. Pero el domingo los blancos, con el 42 por ciento de los votos, superaron por cuatro puntos al Frente Amplio. En Maldonado, donde los blancos habían quedado terceros, ahora llegaron al 37 por ciento contra el 33 por ciento de la izquierda. Y en Colonia, el tercer departamento más poblado del país, el Partido Nacional llegó al 42 por ciento de los votos contra el 38 por ciento del Colorado y apenas un 15 por ciento de la izquierda. 
La marea silenciosa de los caudillos locales cortó el crecimiento de una izquierda que en la primera vuelta electoral parecía una aplanadora. Si se considera que el interior es �tradicionalista�, y que dentro de la tradición es más blanco que colorado, había sorprendido que una fuerza montevideana como el Frente Amplio ganara en Paysandú, Maldonado y Canelones en las elecciones nacionales. La izquierda se daba cuenta de que, luego de años de �limar� trabajosamente votos blancos y colorados por igual, ahora el Partido Nacional se volcaba masivamente a su favor. Pero la segunda vuelta ya había demostrado que los pocos blancos que habían votado a su partido eran fieles a la conducción partidaria y se inclinaban, tapándose la nariz, por Jorge Batlle, colorado y (en tanto tal) archirrival de los nacionalistas. Los comicios de ayer confirmaron esa tendencia. Si a la hora de votar un candidato presidencial los blancos se muestran flexibles, cuando se trata de los candidatos locales no hay dudas.
En cuanto al Partido Colorado, las dudas sí existen. Desde la vuelta de la democracia en 1985, tres gobiernos fueron dirigidos por un colorado. Pero en los últimos tiempos, el partido más importante de Uruguay comenzó a perder votos y después a mantenerlos estancados: así ocurrió en la primera vuelta presidencial de 1999 y en los comicios de ayer. Si Jorge Batlle es hoy presidente, se lo debe a un acuerdo con los blancos. Sin embargo, todo esto aparece tapado por el triunfo en Canelones. Las encuestas indicaban un empate entre el candidato colorado a la reelección Tabaré Hackenbruch y el del Frente Amplio, Angel Spinoglio. Las cifras definitivas fueron 44,39 por ciento para Hackenbruch y 38,83 para Spinoglio. Todo lo cual indica que la izquierda todavía tiene en la tradición un fuerte techo para su crecimiento.

 

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