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CHICOS MEDIADORES DEBATIERON ALTERNATIVAS PARA FRENAR LA VIOLENCIA ESCOLAR
Cómo evitar las piñas a la salida

En sus escuelas se encargan de resolver conflictos entre los compañeros. Y hasta entre alumnos y docentes. Ayer, 160 chicos de todo el país se juntaron para compartir experiencias en el Primer Encuentro Nacional de Alumnos Mediadores.

Los chicos contaron, en el Centro Cultural San Martín, ventajas y dificultades de una mediación.


Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Joaquín quiere que lo entiendan: �Eran dos amigos �dice�, se miraron mal en el recreo y quedaron para agarrarse a la salida�. No es un cuento. Es una de las cientos de imágenes contadas que ayer atravesaron una de las salas del Centro Cultural San Martín. Por primera vez se reunieron chicos de distintos puntos del país en el Primer Encuentro Nacional de Alumnos Mediadores. En sus escuelas se encargan de detectar problemas parecidos al de Joaquín para arreglarlos, pero no a las piñas. Por eso llevan adelante una tarea complicada: lidiar cada día con peleas y burlas entre compañeros, o hasta retos exagerados de maestros o profesores. Pero no sólo eso: también con juegos donde las trinchetas o navajas terminan mezcladas entre libros de clases. En esas mochilas donde se mete de prepo una crisis de adultos a las que los chicos, todavía, no dominan ni manejan con palabras.
Aunque Juan Manuel hace el esfuerzo no le sale. Intenta disimular las ganas pero al final se ríe. Acaba de acordarse de dos compañeros de su clase de un colegio en Bella Vista: �Un chico le tenía rabia a otro y un día, hace dos o tres semanas, de la rabia que tenía agarró una trincheta y le rajó la pantalla de la calculadora al otro�. Ese es uno de los síntomas más frecuentes en la escuela y es el instante cuando empieza el ejercicio que Juan Manuel activa todo lo que fue aprendiendo el año pasado, cuando una maestra le dijo si quería sumarse al equipo de mediadores.
No siempre es fácil, sobre todo en los colegios donde los problemas tienen un trasfondo social, en principio irresoluble sólo desde la escuela. María, de Bariloche, piensa en eso cuando deja planteado con tono de adulta que �a muchos chicos ni siquiera les importa, a veces no tienen qué comer y vos no podés ir hablarle de una mediación�.
Así, sin pedir permiso, entran al aula cada uno de los temas extraescolares más complicados. Sobre ese frente intentó plasmarse hace tres años, en Capital, el Programa de Mediación Escolar. �Trabajamos para prevenir la violencia�, precisa Rosaura Paunero, una de las coordinadoras. Ese plan de prevención comenzó sólo con dos colegios primarios porteños, hoy son veinte escuelas públicas que reúnen algo más de 2400 chicos. Hay resultados objetivos de la puesta en marcha: a diferencia de los procesos de mediaciones entre mayores, el 98 por ciento de los casos terminan resolviéndose. Este índice es menor entre los secundarios. Allí existe una dificultad: la legitimación de los mediadores entre los adolescentes. �No lo sienten como propio �teoriza Paunero�, y la esencia del éxito en este tema es que el arreglo entre pares tenga mucho impacto.�
Esa búsqueda por prevenir la violencia fue dando resultados que suelen ser observados más por los adultos que entre los chicos. �Los docentes nos van contando cómo aquellos chicos que no se hablaban, después hasta juegan juntos�, cuenta la coordinadora. Quizás el arma más eficaz de la mediación es la incorporación de la tropa infantil al programa. �Muchos de quienes eran líderes negativos �sigue Paunero�, cuando se enganchan terminan siendo los más comprometidos con prácticas constructivas.�
Algo de eso intuye Noelia cuando insiste en la necesidad de sumar. Está en quinto año y viene del sur, también de Bariloche. Sabe de las complicaciones de presentar el programa en la escuela. Sobre todo al principio, cuando estaba en segundo año y tenía que hablar a los grandes: �Te encontrás con el avioncito que te tiran o con los papelitos. Yo tampoco me siento cómoda, pero si uno solo te da bolilla vale la pena�.
En una gran pizarra, alguien anota con marcador los aciertos y desaciertos del trabajo. Los que escriben y plantean problemas no tienen más años que los suficientes como para jugar a la pelota en el recreo o hacer enojar a los profesores con bromas. Ese, el de los docentes, es otro de los grandes puntos de combate que ahora discuten los chicos: �Nos da miedo �se anima uno�, porque por ahí los profesores pueden pensar por qué un pendejo de 14 o de 15 me va a decir a mí cómo tengo que trabajar�.La situación no es hipotética. En las mediaciones concretadas les ha tocado a varios sentar a profesores y compañeros para resolver algún tema. Por eso ahora debaten si es conveniente pedir auxilio a algún adulto �porque la profesora puede tomar represalias con la nota�. �Los profesores no aceptan que los alumnos les digan que son muy autoritarios�, arriesga otro.
Este tironeo de roles en la Capital no existe: ninguna de las escuelas incorporadas al programa aceptó que los chicos resuelvan cuestiones de los adultos. Este es uno de los límites actuales del programa y sobre los que los promotores intentan seguir trabajando. Es que el tema en la sala del San Martín queda planteado con la seriedad de una discusión de grandes. Cada una de las reglas sobre las que trabajan los chicos son repetidas como especie de dogma mágico que, tal como fue experimentado, funciona.
�¿Por qué te sumaste al programa?
�Era muy llamativo, es como que me gusta tratar bien a las personas y hacerme amigos y podía hacer todo eso.
Así como Martín tiene clara su opción, un colega suyo, pero de Chaco, admite los límites de la ardua tarea del mediador: los amigos.
�Yo quiero decirlo: no puedo mantenerme neutral.
Su confesión activa un nuevo debate. �No tiene nada que ver, si yo soy mediador, soy neutral aunque el otro sea amigo mío�, dice otro chico y cuenta su caso: �Hubo dos que se agarraron a la salida. Cuando hicimos la mediación, tuve que pararla para explicarle al otro pibe que yo estaba a favor de los dos�.
Después, hay un suspiro.


Un conflicto con la profe

Ramiro Martinango es de Resistencia. Ramiro fue uno de los primeros mediadores del Lino Torres. Y la primera vez le tocó una �a medias, porque en realidad �explica� uno de los chicos no vino porque le tenía miedo al otro y se cambió de escuela�. A pura carrera, Ramiro da cuenta de los antecedentes: �De tirarse papelitos con la birome, se agarraron a las trompadas�. El dueño de la Bic inició su juego de papelitos hasta que quien hacía de blanco se hartó. �Mi compañero �sigue� no hizo nada en el aula, pero cuando salieron lo mató a trompadas, le dejó varias marcas de que existió contacto físico (sic)�. El de la Bic se cambió de escuela, el otro siguió el proceso de mediación, que al menos sirvió para frenar próximos impulsos. 
Sara Centurión va a un colegio también de Resistencia, pero ahora se olvidó el nombre. Por eso mira su credencial y después dice: �de la escuela Ernesto Guevara de la Serna�. Monitoreó una reconciliación entre un alumno y una profesora �que tiene medio una voz que chilla, algo así�, dice. El problema fue el chico: �Se reía y burlaba de su forma de hablar y encima justo ella tomaba un oral y él la interrumpía�. A la mujer le dio jaqueca, pidió el reemplazo a la preceptora y, de paso, la mediación. Sara lo resolvió pero aún piensa sobre ese tema tan difícil de sentarse frente a una docente: �Cuando ella entra en el curso pienso que se va a reír de mí y no es así�.

Una discusión con la navaja en el cuello

Con cara de muy serio, Martín Rearte, que no logra cubrir el respaldo de la silla con su cuerpo, pide:
�Y ustedes, ¿qué problema vieron en el curso?
La interrogación va directo a Marina, del Comercial 12, de Capital. No es mediadora pero está aprendiendo. Por eso vino. Y también por eso habla de unas peleas que le molestaron pero no sabía cómo arreglarlas. En eso está cuando Martín la apura un poco. Marina habla de un gran problema originado por un �liqui� (por Liquid Paper): �Una piba le pidió a otra que le prestara un liqui rápido, pero la otra le dijo que no. Ella le respondió que se lo podía meter en el... bolsillo�. 
Marina tiene doce años. Y en ese momento escuchaba la discusión de sus dos amigas. �Quería ayudarlas para que no se peleen �teoriza� pero se pelearon tan fuerte que una, primero, se fue a parar al otro grado, y después se cambió de escuela.�
Lo dice con la velocidad de los grandes. Por eso, Marina ya cuenta del chico de su grado que un día llevó una navaja: �En el recreo se enojó con otro y sacó la navaja y se la puso en el cuello�. Va contando que su compañero no tiene papá y la situación en la casa es difícil. Y también explica que todo eso, le parece, en el grado no lo entienden. Ahora preparan el viaje de egresados. �Hay un liberado �dice� pero no quieren dárselo a ese chico. Va a haber una votación de los padres, la mayoría no quiere que vaya, le tienen un poco de miedo.�


Las chicas que se pelearon por el novio

Daniela Inilqueo llegó temprano con un grupo de Bariloche. Su escuela está en el centro, pero a su tercer año no llegan los festejos de los grupos que juegan en la ciudad en viaje de egresados. �Hay violencia, violencia física�, dice más que solemne. Hace dos años es mediadora y desde ese lugar ahora explica que la mayoría de los conflictos empiezan con insultos o amenazas. Así como hace unos meses, la primera vez que se sentó en una de las salas de la Biblioteca, usada como cenáculo de mediación: �Fueron dos chicas. Al principio se amenazaron por un novio o una cargaba a la otra porque era mejor alumna. Después una atajó a la otra a la salida de la clase de gimnasia: no iba sola, fue con un grupo más, eran como seis o siete, una hasta con una navaja�. Fue éste el caso más difícil para la escuela. La chica golpeada tenía una nena y entre las patadas de aquella tarde de clases, sintió que alguien decía que cuidara �también a su hija�.
Todas estaban en segundo año. La mediación se inició a pedido de la chica golpeada. Daniela sabía que la mediación es voluntaria y por lo tanto todas debían aceptarlo. Sólo lo hizo la que había iniciado la pelea. �Ninguna quería aflojar, siempre se echaban culpas�. Daniela explica el proceso hasta el final: ellas de a poco �se aflojaron y vino la lluvia de ideas. Las partes en conflicto largaron todas las ideas�. En ese momento pasaron desde el �ignorarse� hasta el resolutivo �no volver a hacerlo�.

 

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