Por Cecilia Hopkins
Un año después de haber estrenado una rigurosa y despojada versión de Un cuento de invierno de Shakespeare (que en breve viaja a Berlín), el actor y director Miguel Guerberof está a punto de revisitar al autor isabelino. Se trata esta vez de un trabajo pensado para una actriz �María Ibarreta-, quien tendrá a su cargo la interpretación de sonetos y fragmentos de diferentes obras, con el objeto de pasar revista a los distintos estilos de mujer concebidos por Shakespeare. El espectáculo se llamará Ceremonia enamorada y subirá a escena en Babilonia este sábado. El montaje, que incluye 24 monólogos, es el producto de la pasión de Guerberof por la obra de Shakespeare, un autor al que, según cuenta en una entrevista con Página/12, lee constantemente y a quien recurre de modo sistemático al momento de plantear trabajos de improvisación y puesta para sus alumnos de actuación. �Sus personajes son tal cual como hablan, prisioneros de su propio pensamiento. Pero siempre es posible descubrirles diferentes sentidos�, afirma. Y adelanta que, en breve, comenzará los ensayos de un espectáculo que entrelazará fragmentos de escenas de las 37 obras escritas por Shakespeare, componiendo una curiosa síntesis de sus obras completas.
�¿Por qué Shakespeare una vez más?
�Porque es un autor ideal si uno quiere tomarlo como vehículo para expresar las propias obsesiones. Ahora voy a ver cómo este autor genial capitaliza y absorbe mi obsesión respecto del tema de lo femenino. Yo digo que voy a morirme sin conocer a las mujeres porque ya no las interpreto ni las investigo más. Lo que hago ahora es aceptarlas tal como son. Así que lo que me interesa de este espectáculo es subrayar esa zona de ambigüedad y misterio que aparece en cada una de estas mujeres. Como Ana, que está dispuesta a matar a Ricardo III y una escena después se enamora de él. Lo que no incluí fueron los monólogos emblemáticos de personajes femeninos como Ofelia o Julieta. Hay textos de Macbeth, de Troilo y Cressida, Antonio y Cleopatra, Medida por medida, Otelo y Cimbelino, entre otras. Escena tras escena, decidí sumar una interpretación peculiar de cada personaje, en base a las propuestas que hizo María Ibarreta de cada texto. En el caso de los sonetos, la acción deja paso a la palabra, al modo en cómo fluye el verso. Esto es el teatro que a mí me gusta hacer. Con un abordaje sintético, sencillo, sin escenografía ni efectos especiales pero a la vez muy elaborado, porque hay invención y pensamiento. Es un acontecimiento teatral ofrecido al espectador para que piense a través de los sentidos.
�Beckett y Shakespeare son dos de sus autores preferidos. Sus elecciones están siempre muy ligadas con la poesía.
�Yo creo que la poesía es la que ha planteado los grandes problemas del hombre, problemas que la filosofía en vano trató de resolver. La poesía deja que uno se coloque en una situación diferente para apreciar el fenómeno humano. Sin la poesía, el ser humano es una computadora, un ser globalizado: yo creo que el hombre debe proyectarse en la metáfora. En esta época la cultura no es tenida en cuenta, pero es la que podría solucionar problemas de otro orden. No quiero decir que les regalemos poemas de Rilke a los desocupados, pero estoy seguro de que si ellos lo leyeran su resistencia sería de otra manera. ¿Hubiera existido el Mayo Francés sin sus aforismos poéticos? Después de la revolución de los soviets, fue el movimiento más importante porque estuvo basado en la resistencia desde la metáfora.
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