Por Horacio Cecchi
Beatriz Giménez acuna en sus brazos a Ezequiel, de 11 meses, sentada sobre un colchón en un amplio salón de la escuela 43, de Ingeniero Budge. Se acaba de despertar, después de una noche en vela. Dice: �Te da ganas de llorar ver todas tus cosas flotando�. Después cuelga su mirada, del mismo modo en que lo hacen los 40.900 evacuados de la provincia de Buenos Aires, que ayer fijaban cada uno de sus ojos en dos sentidos diferentes. Uno, en dirección del cielo, rogando por que desaparecieran las nubes negras. El otro, en dirección a sus casas, implorando por que no desapareciera lo poco que les quedaba. De entre todos ellos, los habitantes de Lomas de Zamora y Quilmes fueron los más golpeados por temporales y crecidas. Especialmente Ingeniero Budge y Villa Fiorito, de Lomas, y la ribera quilmeña, donde algunos barrios habían quedado aislados después del temporal del martes. Ayer, el aluvión de agua había amainado y los niveles de profundidad iniciaban el lento camino del descenso, pero las calles continuaban anegadas e intransitables. Muchos de los evacuados llevan varios días turnándose para pasar la noche custodiando sus viviendas, en duermevela sobre mesas o cualquier objeto flotante.
�De la casa se van solamente los que tienen una necesidad extrema�, dijo muy descriptivo Walter Fernández, de 39 años de edad y 11 de experiencia en inundaciones en la costa de Quilmes. El barrio, en estos días una Venecia marginal, se llama La Ribera. Casas precarias rodeadas de calles de tierra inundadas como canales. En La Ribera no hace falta preguntar hasta qué altura llegó el agua. Una marca oscura sobre las vestimentas de sus vecinos delata si se encuentran en emergencia grave o pasajera. De la cintura para arriba amerita una retirada honrosa en la chata arrastrada por un tractor, que el martes por la noche y ayer por la mañana recorría las calles bajas de Quilmes Este rejuntando inundados. �Tenés que agarrar lo que puedas. Lo demás desaparece, se lo lleva el viento, por no decir otra cosa�, agregó Walter. Junto a él, el diariero Miguel Portillo, analizaba las consecuencias de dos días seguidos sin reparto.
Sobre el borde de La Ribera, el río golpeaba conta el murallón, a escasos centímetros del límite. El lunes por la noche, la sudestada había empujado la inmensa masa de agua sobre las veredas. Las olas llegaron a más de diez cuadras de su cauce natural y la autopista Buenos Aires-La Plata se transformó en una barrera artificial. �Dejó pasar el agua pero después no la dejó volver, se quedó en nuestras casas�, explicó Sara, de 73 años, mientras aguardaba paciente la entrega de ropa seca en una larga fila, frente a la puerta de la secretaría del club Sarmiento, de Quilmes. Alrededor del mediodía, Sara formaba parte de uno de los cuatro mil evacuados en clubes y escuelas del partido cervecero.
A ella, como al resto de su familia, la rescataron los hombres de la Prefectura. �El agua me sorprendió. Cuando dejás de oír el brumbrún de las olas rompiendo es porque ya no tenés tiempo de nada. Me subieron a babucha y me llevaron hasta la chata.� En el barrio donde vive Sara, ubicado detrás del club Sarmiento, un árbol se derrumbó sobre una casilla precaria destrozándola por completo. �Pobre, con la inundación perdió las cosas y con el árbol perdió la casa.�
El salón principal del Sarmiento dejó de ser un gimnasio para transformarse en un espacio donde se despliegan colchones, mesas donde parte de los 306 evacuados se reúne a pensar en su regreso, pequeños espacios apropiados por chicos de entre 4 y 6 años que patean una pelota de manufactura casera, y la fila donde Sara y otras treinta mujeres aguardan recibir ropa donada. �A cien los tuvimos que ubicar en la iglesia de la vuelta porque no dábamos abasto�, dijo Margarita, vecina del barrio, socorrista voluntaria y alma mater en la entrega de ropa, el preparado de la comida, la recepción de donaciones y voluntades solidarias vecinales.
La imagen se repite, a kilómetros de allí, dentro de la escuela 43 de Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora, donde unos 380 evacuados, en su mayor parte mujeres y niños, reciben atención primaria de parte de empleados dela Secretaría de Salud, y alimentos enviados por la intendencia o recibidos en donación. Alejandrina Almirón es del barrio Virgilio, también de Budge. De su casa fue a parar a un colchón de la escuela, junto a sus seis hijos menores, de entre 5 y 12 años. Los dos mayores, de 15 y 26, aún permanecen en la casa con agua hasta la cintura. �Se quedaron a esperar que baje y que no se lleven nada�, dice Alejandrina, con la voz y la mirada muy bajas. En el colchón de su derecha, Liliana Carrillón está sola con su embarazo. Dice pocas palabras. �No tengo nada importante, pero lo que tengo lo perdí.�
Para Alejandrina, Liliana y Beatriz, con su Ezequiel en brazos, es la primera experiencia de gran inundación. La marca de la sorpresa se puede leer en sus rostros, además del silencio que inunda a cualquier evacuado. Budge está tan cubierta de agua como La Ribera quilmeña. Pero a diferencia de la Venecia marginal, el agua brota maloliente del suelo. �No tienen agua corriente pero tienen agua hasta el techo�, detalló Néstor Alonso, médico del Hospital Oscar Alende. El hospital, como el resto del barrio, está rodeado. Ayer, para tranquilidad de los vecinos y del personal médico, había iniciado el descenso: ya no pasaba la cintura. �Por ahora no hay problemas en la atención�, aclaró Karina Mato, asistente social. �El problema se va a venir con todo la semana que viene, cuando se desaten las enfermedades respiratorias�, explicó, señalando a un chico de no más de 10 años que pasaba descalzo y con el agua hasta las rodillas por el frente del hospital.
Si se cumplen los augurios meteorológicos y los ruegos de los 47 mil evacuados, esta tarde o mañana quizá sea la hora del regreso y de la amarga tarea del inventario.
Cifras de la catástrofe
Alrededor de 50 mil personas tuvieron que ser evacuadas �o autoevacuadas� en la provincia de Buenos Aires, la más afectada por el temporal del martes, aunque con el descenso de las aguas la cifra se había reducido anoche a 40.934. La tragedia también dijo presente en Bernal Oeste, donde un voluntario de 29 años, Gustavo Cabrera, murió de un paro cardíaco mientras ayudaba en un centro de evacuados. Las inundaciones también se hicieron sentir en el interior de la provincia, el litoral y la ciudad de Buenos Aires.
Ayer, el vicegobernador bonaerense Felipe Solá y la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Graciela Fernández Meijide, intentaban coordinar esfuerzos para socorrer a los evacuados. Las estimaciones oficiales consideraban que la asistencia debería extenderse, al menos, durante una semana más.
La región más afectada por el temporal correspondía a los partidos bonaerenses de Lomas de Zamora, Quilmes y Florencio Varela. Además, mil personas se mantenían evacuadas en Nogoyá, Entre Ríos, y una cantidad semejante en Rosario. |
Muchas casas aún sin luz
En miles de hogares el cuadro se repite: luz de velas y no por romanticismo. El restablecimiento del suministro post sudestada fue lento. En las calles hubo cables cortados como consecuencia de la caída de árboles, ramas y carteles. Cámaras eléctricas subterráneas inundadas. Muchas de las 560 mil personas que vivieron en penumbras trataron de comunicarse con Edenor y Edesur en alguna de las 80 líneas habilitadas, aunque a algunas les fue imposible porque tampoco funcionaba el teléfono. Hasta ayer a la noche, 49 mil clientes de ambas empresas permanecían aún en la oscuridad: 31.000 correspondían a Edenor y 18.000 a Edesur. En algunos casos, se trataba de una decisión de fuerza mayor: �Si les damos luz a zonas anegadas, como Wilde, haríamos una inmensa silla eléctrica�, comentó Fernando Labore, vocero de Edenor. Se estima que en el día de hoy se restituirá la energía a casi todos los usuarios.
Sin embargo, las zonas más afectadas, como La Matanza, Moreno, José C. Paz, Tigre, Pilar, Del Viso, Tortuguitas tendrán que esperar a que cedan las inundaciones para restablecer el suministro. �No sólo que baje el agua, sino que el área quede completamente seca para que no haya peligro. Lo que ocurrió fue que las guardias que llegaban hasta las zonas más anegadas quedaban varadas y hubo que enviar segundas guardias para rescatar a las primeras�, continúa Labore.
En cuanto a los usuarios de Edesur, la secretaria de prensa, Alejandra Martínez, informó que a última hora de la tarde de ayer en el Gran Buenos Aires los clientes sin suministro eléctrico estaban principalmente en las zonas de Lomas de Zamora, Avellaneda, Quilmes, Florencio Varela, Bernal, Sarandí y Remedios de Escalada, de los cuales la gran mayoría es �por pedido de Defensa Civil para la seguridad de los habitantes�. |
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