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LAS FARC Y UN BRUTAL ASESINATO
¿Hasta dónde llegar?

Tras el brutal asesinato el lunes de una hacendada colombiana, la pregunta ayer era cuáles son los límites de una lucha justa. 
La hacendada, el policía y la bomba que los mató. 
Una pariente y el cuerpo decapitado en el trasfondo.

t.gif (862 bytes) El lunes la hacendada colombiana Elvia Cortés de Pachón había sido asesinada. La forma en que murió resultó especialmente cruel y siniestra. Un grupo armado le colgó un collar de explosivos. Si no pagaba 7500 dólares, estallaría. La policía fue incapaz de desarmar el artefacto, que detonó matando a la mujer y a un agente. El Ejército acusó de inmediato a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Y el presidente Andrés Pastrana ordenó lo que parecía la suspensión del diálogo con la guerrilla sobre ciertos aspectos del proceso de paz. Pero ayer todos los supuestos en este caso comenzaron a ser cuestionados. El primer y más importante de ellos fue la responsabilidad de las FARC por el asesinato. 
Esa era al menos la posición del fiscal general de Colombia, Alfonso Gómez. Este pidió ayer que nadie se apresura en culpar a la guerrilla por el atentado. �Aun cuando uno podría señalar indicios, por ahora uno no tendría elementos claros para señalar inequívocamente que fueron las FARC�, subrayó. Sólo existen tres certezas: �Uno, no sería sorpresa que las FARC ejecutaran actos terroristas. Dos, las FARC no tienen credibilidad cuando niegan cometer delitos porque en el pasado también lo han negado y después se demostró que mentían. Tres, en este caso, a pesar de esos antecedentes, hay que esperar el resultado de la investigación�. 
Mientras tanto, la suspensión de las negociaciones por parte del gobierno se reveló menos dura de lo que parecía. Lo que se suspendió fueron conversaciones internacionales con la guerrilla sobre los temas de cultivos y medio ambiente. Y hoy mismo comenzarán negociaciones sobre un posible alto al fuego. El alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, recalcó que �no contemplamos suspender el diálogo�. Eso no aplacó al negociador de las FARC Raúl Reyes, quien afirmó ayer que la suspensión de los encuentros había sido �una muy mala decisión: no hay seriedad por parte de Pastrana�. El presidente recibió el apoyo del amigo americano. �Colombia tiene un presidente valiente�, enfatizó el presidente Bill Clinton. 


opinion
Por Carlos Escudé*

Es dudoso que quieran paz

En primer lugar, no hay ninguna seguridad de que el collar-bomba haya sido puesto por las FARC, ya que la mitad de los asesinatos producidos el año pasado fueron producidos por los paramilitares, y la otra mitad por la guerrilla. De cualquier modo, es dudoso que las FARC quieran la paz, a no ser que sea a cambio de un Estado propio. ¿Qué le piden al gobierno para negociar la paz? Exigen una reforma agraria y una moratoria de la deuda externa, algo que es incompatible con las exigencias norteamericanas de liberalización de la economía colombiana. ¿Qué le ofrecen a Estados Unidos? Una reunión en la cual proponen negociar la forma de interrumpir pacíficamente los cultivos vinculados a la droga. Al hacer esta oferta, las FARC se sitúan en un plano ambiguo respecto del narcotráfico, quizá potable para una negociación directa con Estados Unidos. Pero al exigir al gobierno reformas de �estilo cubano� prácticamente imposibilitan el proceso de paz, a no ser que también estén dispuestas a negociar esas exigencias a cambio de un Estado propio, que estaría situado en la zona colombiana que controlan, y que es bastante más grande que la zona desmilitarizada. Entonces, no creo que las FARC tengan voluntad de negociar si no es a cambio de su aspiración mínima, que es lograr la soberanía propia, e incluso de su aspiración de máxima: tomar la propia Bogotá. 

* Especialista en Relaciones internacionales.

 

 

opinion
Por Patricio Etchegaray*

Hay que creer su desmentida

Primero que nada, las FARC son una fuerza absolutamente seria, y si desmienten una acción, hay que tomarlo al pie de la letra, porque ya hubo casos más graves que no han sido desmentidos, como el de los ambientalistas norteamericanos, donde las FARC se hicieron cargo de las presiones y el costo político de ese suceso absolutamente lamentable. Por otra parte, hay que tener en cuenta el compromiso de muchos sectores del Estado colombiano con las acciones de los paramilitares, que responden logísticamente, en directivas y personal al Ejército nacional. De todos modos, lo más peligroso y grave en relación a la situación en Colombia no es un suceso de violencia aislado, sino el hecho de que Estados Unidos haya aprobado un aumento sustancial de ayuda económica al Ejército colombiano, so pretexto de luchar contra el narcotráfico. Pero quienes conocemos esta situación sabemos que esa asistencia se va a aplicar en acciones contra la guerrilla. Por eso es necesario aclarar que esto apunta a una remodelación del Ejército colombiano para dotarlo de la capacidad de aplicar las técnicas usadas por Estados Unidos en Vietnam. En este sentido, es muy preocupante la intención del ministro de Seguridad argentino de vincular al Ejército de nuestro país con el combate al narcotráfico, porque eso implica que el Ejército podría retomar un rol en la represión interna ante una Gendarmería y una Policía desbordadas. Además, esta decisión supondría una continuidad de los compromisos tomados por Menem en relación a la cooperación con Estados Unidos ante una eventual intervención extranjera en Colombia llevada adelante por fuerzas americanas y no norteamericanas. Por lo tanto, nosotros creemos que la ayuda de estadounidense es un tema muy delicado, porque seguramente significará una escalada en el conflicto en Colombia. 

*Legislador porteño por Izquierda Unida

 

 

opinion
Por Camilo González Pozo*

La sociedad está aterrada

El asesinato de la mujer con el collar-bomba dejó una situación poco clara. En este momento hay una controversia muy grande porque el fiscal general dice que no tiene elementos para acusar a las FARC, y ellos dicen que no fueron. Nosotros hemos propuesto que se apele a la Comisión Nacional de la ONU, que vela por los derechos humanos, para que intervenga, porque en el último año se han producido 400 masacres como ésta y ha habido más de 2 mil víctimas. La situación es de una tensión extrema. Estamos pidiendo una intervención de la comunidad internacional porque en el medio de estas acusaciones y contraacusaciones está una comunidad aterrada, rodeada por un crescendo de pánico y guerra. Las FARC han asegurado que no tienen presencia en esa zona y han sido muy enfáticas a la hora de condenar el crimen. Pero sólo con una institución internacional de verificación se podrá llegar a una solución. Tenemos muchos antecedentes de atrocidades que han quedado impunes, y creemos que hacer acusaciones no ayuda. Por otra parte, hoy se reanuda la mesa de negociaciones entre el gobierno y las FARC, y la atención está centrada alrededor del tema principal, que es la posibilidad de llegar a un alto el fuego. Es decir, no se trata de crear un esquema de negociación en medio del conflicto sino de que se pueda decidir un cese de los enfrentamientos en primer lugar. Sin embargo, hay una presión muy fuerte para que se suspendan las negociaciones, sobre todo por parte de grupos empresariales y militares. Pero la posición del gobierno y las organizaciones de paz como la nuestra es oponernos a que se levante la mesa de negociaciones, porque lo peor sería detener ahora las conversaciones, en un momento en que la polarización es altísima, muy difícil de revertir, y cuando es claro que hay más preparativos para la guerra que para la paz. 

* Político colombiano. Director de Mandato Ciudadano por la paz.

 

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