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Guardianas de plaza que buscan un cambio de vida

 

Entre ellas hay mujeres golpeadas y madres solteras. Ayer se estrenaron como las nuevas guardianas de 20 plazas porteñas.

 

Una de las 30 mujeres que desde ayer cuidan algunas de las plazas porteñas.


Por Alejandra Dandan
t.gif (862 bytes) Laura propone un final cuando habla: �No soy una porquería �dice�: yo quiero salir adelante y ser una buena madre�. Es su línea de batalla, detrás está su historia. Escapa de su marido desde que supo que podría matarla con un bidón de nafta. Laura es una de las treinta mujeres jefas de hogar que a partir de ahora son guardianas de 20 plazas porteñas. En turnos de cuatro horas, tienen a cargo el cortado de césped, los jardines y hasta la vigilancia estricta de los paseadores de perros. Esto se desarrolla dentro del programa Nuevos Roles Laborales, una fórmula que reunió al Gobierno porteño, varias ONGs y empresas privadas en un macroprograma que intenta bajar los índices de desocupados, apuntando a un sector aún poco explotado: la demanda de nuevos servicios.
La mujer tiene 33 años y hasta ahora entre sus referencias laborales anotaba trabajos calificados en algún taller o servicios como portera en edificios del centro. De jardinería, nada. Y de plazas, menos. Sólo accedía, cada tanto, por un paseo con los chicos. Hace un mes, alguien le dio una herramienta con forma de hoz, le dijo que era una guadaña y que con ella debía terminar con los pastos molestos que no dejan de crecer en una plaza. �Dejé mis datos para pedir trabajo �explica� en hoteles, miles de agencias, en restaurantes, y en octubre los dejé en AUSA.� No tuvo novedades desde ningún sector hasta que en febrero la gente de las autopistas le hacía la insólita propuesta.
Ahora ella es guardiana. Pero nadie puede saberlo. No quiere dar su nombre ni la plaza que cuidará. El motivo es esa historia de violencia psíquica, cuenta, vivida en su casa. Laura logró escaparse la noche en que su marido le mostró el bidón de nafta: �A mi prima �dice Laura� su esposo la roció con un bidón y murió quemada. Mi marido quería hacer lo mismo�. A esa lógica renunció cuando decidió dejar el hogar y hacer la denuncia que provocó la fuga de su marido. Ella se quedó con la casa, es cierto, pero sin modo de criar a sus dos chicos. 
De algún modo, el programa intentará contener situaciones como éstas. Las guardianas de plaza cobrarán sólo 200 pesos por mes, como viático. Y asegurado durante seis meses, después tendrán que ver si AUSA las suma a su tropa estable o deberán seguir buscando empleo. De todos modos, y ésta es una de las características del plan, contarán con esa experiencia extra. Para algunas vale la pena. En eso piensa ahora Onofrina Aguiar. Está más convencida de los buenos resultados que puede provocar su nueva pala, que de los del programa: �Dicen que pueden tomarnos después, pero habrá que ver �considera�. De todos modos, ahora pueden tomarnos en los countries�. Onofrina será la guardiana oficial de la plaza Bellini, de Rivadavia al 3300. Es jefa de hogar a cargo de dos nenas y de una pesadilla: sus años. �Te duele �dice� que no te tomen en cuenta cuando vas a buscar trabajo.�
El territorio custodiado por estas mujeres serán las plazas de la Capital ubicadas bajo las autopistas administradas por AUSA. Este destino no es arbitrario: la empresa y la ONG Puertas Abiertas fueron ideólogas de este proyecto. El plan integra el programa Nuevos Roles Laborales que forma actualmente a unos 3300 porteños, hasta ahora fuera del sistema laboral. Esta capacitación tiene un objetivo estratégico: servicios no tradicionales.
Para hacerlo, la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo dirigida por Rafael Kohanoff buscó en esto una alternativa que integre a los desempleados nucleados bajo los programas asistenciales del Gobierno. Por eso, varias de las jefas de hogar, ahora de plaza, han transitado situaciones de violencia familiar o son madres solteras. 
Cada una de las treinta mujeres podría hablar de síntomas parecidos a los de Onofrina. Una de ellas es Susana Báez. Ya se ha puesto el uniforme de guardiana que no la despega de ese de mamá que dejó hace un rato, cuando se despedía de sus siete chicos. �Mire �sugiere�, como no hay trabajo, hay que aceptar lo que venga.� Tiene treinta años, pero en sumirada hay muchos más. Hizo changas, cuenta, y lo que aparecía. Y da una referencia que duele: �Nunca �va diciendo� tuve trabajo como efectiva�.
Acaso esa sonrisa que le sale ahora tenga que ver con eso. Las mujeres guardianas irán cada una a su destino. Tienen los trajes puestos, pero ahora desde la empresa las reúnen y preguntan: �¿Quién calza 37?�. Están por darles las botas con las que recorrerán cada centímetro de plaza. En cada una de esas plaza bajo autopista cumplirán un poco el rol que ya han suplido en sus propias casas: tendrán rastrillos, palas de punta, palas anchas y hasta motoguadañas que deberán hacer trabajar ellas solas.
Pero además habrá para cada una el mismo handy que ahora le dan a Laura. Por si sucede algo. Todas podrán conectarse con la empresa para los partes de novedades. Un parte que puede incluso resultar extraño: el mensaje a transmitir podrá referirse a problemas con malos perros, pero también a maridos molestos. 

 

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