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Por Mariana Carbajal Parece una ironía: en un mundo en el que la Justicia es administrada mayoritariamente por hombres, la figura que la representa es una mujer. Las juezas, en la Argentina, todavía no llegan a ser el 30 por ciento de la magistratura del país, según datos revelados durante el Congreso Internacional de Mujeres Jueces que finaliza mañana en Buenos Aires. Además, a medida que se asciende en los niveles de mayor jerarquía, su presencia disminuye notablemente: en el fuero federal �considerado el de más prestigio y poder� son apenas el 7 por ciento, y mientras encabezan alrededor del 35 por ciento de los juzgados de primera instancia porteños y bonaerenses, no son más que el 15 por ciento en los de segunda instancia. Y sólo una vez �hace ya 27 años�, una mujer integró la Corte Suprema de Justicia (ver aparte). ¿Qué obstáculos enfrentan las mujeres en el Poder Judicial? ¿Tienen, ellas, una forma distinta de impartir justicia? ¿Cuál ha sido su aporte en los tribunales? Consultadas por Página/12, cuatro juezas extranjeras y una argentina opinaron sobre el fenómeno. �La mujer no ha feminizado sino humanizado las cortes�, consideró Margaret Larlee, de Canadá, sintetizando el pensamiento de sus colegas. La desigual proporción entre varones y mujeres en el Poder Judicial no es una característica exclusivamente local. Pero en otros países la presencia femenina en el máximo tribunal no resulta excepcional. Actualmente hay tres en Canadá, dos en los Estados Unidos y una en Puerto Rico, por ejemplo. �Teniendo en cuenta los diversos fueros, las mujeres están sólo al frente del 28 por ciento de los juzgados argentinos. Además, siempre han sido relegadas a los fueros considerados menos importantes como el correccional, de familia y laboral. Pero, de todas formas, en esos ámbitos tampoco superan la cantidad de hombres. Y la Justicia penal es un territorio mayoritariamente masculino, del mismo modo que el fuero federal y los lugares de decisión�, describió a este diario Lidia Soto, presidenta de la Asociación Argentina de Mujeres Jueces y miembro del Tribunal Oral Nº 3 de San Martín. La primera jueza argentina, María Luisa Anastassi de Walger, fue designada en 1957. Según Soto, en el Poder Judicial, las mujeres han sufrido la misma discriminación que en otras profesiones a la hora de ser elegidas frente a un postulante masculino, a pesar de estar igual o más capacitadas para ocupar un cargo. �A esto se suma lo que yo llamo doble escolaridad: las mujeres corren con la desventaja de que todavía se encargan en mayor medida de las ocupaciones familiares, lo cual les resta tiempo para dedicarse a la especialización profesional�, agregó la magistrada. Además de la Corte Suprema, que parece territorio vedado para las damas, el Consejo de la Magistratura refleja la escasez de mujeres en los lugares de decisión: el organismo encargado del nombramiento y remoción de jueces tiene sólo una representante femenina, entre 20 miembros. Resulta paradójico que, paralelamente, las mujeres sean amplia mayoría en la Facultad de Derecho: de los 38.840 estudiantes que cursan la carrera, ellas representan el 69 por ciento, según el último censo universitario. ¿Hay una forma femenina de impartir justicia? La pregunta fue planteada por Página/12 a Soto, la camarista de San Martín, y a cuatro juezas extranjeras que participan del V Congreso Internacional de Mujeres Jueces que se desarrolla hasta mañana en el Centro Cultural San Martín y analiza la problemática de las �Mujeres Marginadas� en distintos ámbitos. �Las mujeres tenemos un acercamiento más humano a los casos, una mirada más global de cada situación. Y pensamos más en la prevención y en la reinserción social de la persona. En cambio, los hombres hacen una lectura fría de la letra negra de la ley, fijándose menos en el contexto en el que se comete el delito�, consideró Margaret Larlee, integrante de la Corte de Apelación de la provincia canadiense de New Brunswick, en la costa este del país, donde las mujeres ocupan menos del 25 por ciento de losjuzgados. �Cuando aplica la ley, la mujer trata cada caso en forma particular, valorando la historia de vida del acusado antes de cometer el hecho delictivo�, coincidió Soto. �Tomamos más en cuenta el contexto social. Por ejemplo, si cometió el delito porque no sabía leer o porque no tenía trabajo�, señaló Gina Hale, presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces del estado de Washington (EE.UU.). �Tenemos más sensibilidad. En los casos de familia, por ejemplo, el hecho de ser madres nos da más elementos para decidir�, indicó Lirio Bernal Sánchez, jueza de familia de Puerto Rico y administradora de una de las 13 regiones judiciales en las que se divide el país, posición que sólo ocupan dos mujeres. Allí, las juezas son el 35 por ciento de los magistrados. �Las mujeres tenemos mayor empeño en acercarnos a los justiciables, de facilitarles la comprensión del proceso. Los hombres son mucho más crípticos�, opinó Ana Cienfuegos Barros, jueza civil de Chile, donde la participación femenina (entre juezas, secretarias y fiscales) llega al 45 por ciento. �La mujer no ha feminizado sino humanizado las cortes�, sintetizó Larlee.
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