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LA DESCONFIANZA EXTERNA AVIVA LAS PUJAS EN EL GOBIERNO
Más riesgo-país que cuando llegaron

La nueva suba de la tasa estadounidense golpeó a la vulnerable economía argentina, deparándole una semana negra a José Luis Machinea. La sobretasa que le exigen los mercados al país supera ya la que regía el 10 de diciembre.

Fernando de Santibañes visita a José Luis Machinea.


Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) El riesgo argentino (722 puntos, equivalentes a una sobretasa anual de interés del 7,2 por ciento anual para los créditos al país) está hoy unos cien puntos arriba de donde lo encontró Fernando de la Rúa al asumir. Por razones propias y ajenas, la desconfianza de los mercados hacia la solvencia del país reacciona como un corcho en el agua: cuanto más se hace por bajarla, más sube. De tal suerte, a José Luis Machinea se le dio vuelta el paraguas bajo la tormenta. Después de haber planteado como blanco de su estrategia la reducción del riesgo, para que cayera la tasa de interés, se aliviara la factura para el fisco y se acelerara la reactivación de la economía, los malos vientos le desviaron el dardo. Debió así soportar una semana negra, teñida por dos hechos salientes: la suba de medio punto resuelta el martes por la Reserva Federal estadounidense y los rumores sobre un cambio de ministro, intensificados por declaraciones del jefe de la SIDE (ver aparte). Ayer, renacida cierta calma, la incertidumbre se concentraba en la complicada situación económica y social que va sitiando al Gobierno.
La sensación instalada es que, ante cambios adversos en el frente externo, la Argentina no tiene margen de maniobra. Una vez más sucedió lo que se temía: el aumento en la tasa de corto plazo de la banca central estadounidense, que fue llevada de 6,0 a 6,5% anual, provocó un adicional incremento en el riesgo argentino, a través de una nueva caída en el precio de los bonos de deuda. �A este nivel de tasas no hay ajuste del gasto que valga�, admitió ante Página/12 una fuente de Economía, pero con un matiz importante: �Esta es una situación muy volátil. No creemos que vaya a consolidarse un escenario tan negativo�. En realidad, nadie puede asegurar lo uno ni lo otro. Lo único indudable es la vulnerabilidad de la economía por su alto endeudamiento, su baja competitividad, la debilidad general de su sector externo y la incapacidad de financiar el déficit fiscal, por bajo que sea.
Las malas ondas de mayo comenzaron con el descubrimiento de que en abril el Tesoro se había comido 630 de los 695 millones de déficit que le están permitidos para todo el segundo trimestre, según lo prometido al FMI. Esa promesa se basó en una hipótesis optimista sobre la recaudación tributaria, apoyada a su vez sobre proyecciones rosadas de la actividad económica que no se cumplieron. En este contexto comenzó a arreciar la ofensiva de los partidarios del ajuste feroz, que alcanzó su clímax el jueves con las expresiones de De Santibañes. 
Machinea respondió al derrape fiscal con el anuncio de un próximo corte de gastos por 600 millones, pero antes de haberlo consumado, con las reacciones que podría desatar, estalló Salta, añadiendo dudas a la viabilidad política de profundizar el ajuste. Además, se les avisó a las sociedades que el anticipo del Impuesto a las Ganancias, que deben pagar en junio, no será del 9 sino del 25 por ciento. Más allá del malhumor empresario que provocó la noticia, a ningún analista se le escapó el hecho de fondo: Economía está comiéndose fondos con los que debería vivir en el segundo semestre.
La caída de los bonos argentinos, claramente más fuerte que la sufrida por los títulos mexicanos y brasileños, muestra que los analistas financieros internacionales no se engañan sobre la pobre capacidad del país de generar divisas para repagar sus deudas. Tampoco desconectan este problema del de la sobrevaluación del peso y la rigidez de la convertibilidad. John Rutherfurd, presidente de la calificadora Moody�s, de visita en Buenos Aires, señaló el martes que la elevación de la tasa resuelta por Alan Greenspan también complica a la Argentina por el lado cambiario al reforzar las posibilidades de una ulterior apreciación del dólar, y por tanto del peso.
Por ahora no aparece, en este panorama, un hecho capaz de cambiar definidamente la tendencia. Pese a algunos indicadores de reactivación, y a un aumento trimestral del 12 por ciento en las exportaciones, laeconomía no encuentra una locomotora que pueda impulsarla. La importación de bienes de capital cayó 11 por ciento en el primer trimestre, indicando un flojo comportamiento de la inversión, el componente de la demanda agregada al que quiere apostarle sus fichas el equipo económico. Sin embargo, para lograrlo necesita inyectarles rentabilidad a los proyectos privados mediante concesiones específicas, a negociar caso por caso. Un contexto de tasas en alza es, a la sazón, el menos propicio para esa política. Pero sobre ésta, como sobre la estrategia procompetitiva y la mejora en la administración tributaria, descansan las posibilidades que tiene el equipo de Machinea de diferenciarse en alguna medida de la línea ultraortodoxa y representar así un punto de equilibrio entre las alas del gobierno de la Alianza.

 


 

LONGOBARDI, SANTIBAÑES Y EL GASTO 
Diatriba fundamentalista

Jueves a la noche, Canal 7. Marcelo Longobardi se extiende en una �diatriba fundamentalista� (así la califican en Economía) antes de entrevistar a Fernando de Santibañes, de cuya presencia en el estudio informa a los telespectadores. El monólogo de Longobardi, machacando sobre la idea del �déficit fiscal cero ya mismo�, no deja otra opción que el despido de Machinea y su reemplazo por Ricardo López Murphy o Santibañes. El silencio del jefe de los espías consiente la filípica.
Cuando se inicia el diálogo, éste respalda el fanatismo ajustista de Longobardi y asegura que no se bajó el gasto público, contrariamente a lo prometido. La escena tiene mucho de disparatado, porque quien juzga a la política económica es el jefe de la SIDE, vulnerando cualquier división de funciones. Pero al día siguiente, el propio Machinea convalida este absurdo al decir que cuenta con el respaldo de Santibañes. Una afirmación de este tipo no tiene antecedentes. 
Un miembro del equipo económico confió ayer a Página/12 su impresión de que Longobardi sintió la necesidad de sobreactuar su pensamiento liberal para aventar la imagen oficialista que puede pegársele por tener su programa en el canal estatal de televisión. En cuanto a la actitud de Santibañes, no tiene dudas: �Reaccionó muy mal, pasivamente, y aunque le salió al revés, su intención era apoyar a José Luis. Por eso se quedó muy afligido.� 

 

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