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Algunos fueron abandonados, otros víctimas de delitos. Unos pocos delinquieron. Todos tienen en común haber pasado muchos años en institutos de menores. Ahora integran un plan de la Procuración de la Suprema Corte bonaerense. Reciben una beca que les permite vivir solos o con amigos con la única condición de estudiar. 

Un plan que saca a chicos de institutos  de menores para vivir solos y estudiar
Salir al mundo

Soledad Palacios, 
una de las acompañantes, abraza a Diana, que está 
por dejar el programa.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Nada indica en la calidez de esa cocina con la televisión clavada en los Simpson que el chico sentado a la mesa tomando un café con leche a la hora de la cena sea un condenado social. �Tenía 15 años cuando un impulso me llevó a asesinar a alguien�, dice el día de la tempestad, con el sudeste silbando bajo la puerta, lejos del encierro por el que pasó durante cinco años después de aquel invierno en un pueblo de provincia. La entrevista es en la casa de su familia y de noche porque Pablo tiene poco tiempo libre: hace terapia, trabaja en la limpieza de un edificio público y estudia veterinaria. Es uno de los 350 adolescentes que en los últimos 4 años han sido �externados� de los Institutos de Menores por un plan de becas de la Procuración General de la Suprema Corte bonaerense de un bajo perfil inusual: el Sistema de Sostén. Se trata de un programa de avanzada que crece entre los vahos de un sistema de institucionalización de menores en crisis. Los chicos de Sostén son una mínima parte de los más de 10 mil internados por causas asistenciales o penales en la provincia. Pablo pertenece a una minoría que ha delinquido. El 50 por ciento de ellos, por el contrario, fue víctima de delitos: de violaciones a maltrato físico. Pasaron en promedio 10 años de sus vidas en institutos. Ahora, contenidos por un grupo de acompañantes �jóvenes que �no deben ser psicólogos, asistentes sociales o abogados�� intentan un camino difícil: �apropiarse de su identidad, sus actos, sus deseos y generar un proyecto de vida�. 
Quien habla del camino señalado es Verónica Canale, una abogada especialista en Sociología del Derecho que en 1996 por pedido del ex procurador Eduardo Penna creó el programa �junto a la psicóloga Gabriela Gutiérrez� y lo dirige desde entonces. La idea nació de la simple lectura de las causas penales que llegaban a Penna. �Vio que la mayoría de los imputados eran chicos que habían tenido causas asistenciales, o sea que sin haber cometido delitos habían estado internados en institutos -explica Canale�. Desde la misma Procuración a través del fiscal intentábamos por todos los medios meter en la cárcel a un adulto que cometió un delito, cuando la mayoría de las veces había sido un menor al que defendimos.� Sostén tuvo la misión de dar a un pequeño grupo, propuesto por los asesores de menores, la posibilidad de salir de los institutos para vivir solos, con amigos, o con algún familiar. A cambio debían estudiar para lograr �una integración social a través de la capacitación�. Para ello se los becó con 315 pesos, aportados por una cooperadora de Sostén, fondos de la Procuración, la Legislatura bonaerense, y dos fundaciones privadas. El primer año fueron cuatro chicos. Hoy en el sistema hay 165. Casi 200 ya egresaron. 

Desconfío

Una montaña de zapatos se va armando en el patio del fondo de la pensión a medida que una bebé que recién camina los arrastra y los apila intentando su propio edificio de sandalias, mocasines y botas junto a los pies de su madre. Ella, una adolescente, está bajo el programa de la Procuración y por eso la escena, en la que la chica habla sobre su pasado de niña golpeada y explotada, mientras en la cocina Cristina estudia de sus apuntes, en el living César mira la tele y Diana conversa con Soledad, es en una pensión de estudiantes parecida a muchas otras y no una institución de encierro. Algunos viven allí, otros están de paso. Melisa, la mamá, por ejemplo, alquiló a medias con Cristina uno de los cuartos. Sus historias son paradigmas diferentes de las miles de historias diferentes de los chicos internados. 
A Melisa los quinteros la respetan �porque estaban asombrados de que una chica trabajara igual que un hombre desde los seis, cosechando cebolla y de noche limpiándola, empaquetando, cargando el camión para el mercado�. Fue expulsada a las patadas de su casa a los 16 porque quedó embarazada. Así fue a parar a un instituto para madres niñas. Cristina, una petisadueña del candor de los candores, sólo recuerda que una noche la policía llegó a buscarla a Tres Algarrobos, un pueblo cerca de General Villegas. �Eramos once, la situación económica no era muy buena, yo tenía una desnutrición de grado 3, por eso me llevaron.� César, su hermano menor que vino de visita desde Lincoln, entró más tarde, a los diez, cuando el padrastro se fue y los dejó en la calle. Estuvo otros 10 internado. En cambio, Cristina pasó más de 18 años en institutos. 
Entre los incluidos en Sostén el tiempo promedio de internación es de diez años. Por eso cuando un chico llega a las entrevistas del ingreso las consecuencias de ese tiempo se notan en sus reacciones ante lo que de repente �y sin que ellos puedan explicárselo hasta mucho después� les ofrece el �Estado�, una palabra que suele resultarles vomitiva. Si bien antes de ese momento han sido evaluados por el equipo interdisciplinario de la Procuración para determinar si no será una nueva frustración tratar de integrarlo, el comienzo resulta un abismo. Se enfrentan por primera vez a la ausencia de régimen, horarios de comidas, estudio, duchas, medicaciones, traslados, castigos. �El cambio es tal que las nuevas situaciones por las que atravesará el chico le pueden producir hasta un brote. En la transición de un sistema de normas institucional a otro hay una etapa de anomia�, explica la directora del proyecto. La escena del comienzo es dura. Se enteran de que tendrán que buscar casa, hacerse la comida, administrar su escaso dinero, decidir qué quieren estudiar, dónde, aprender las calles de la ciudad, tomar un micro, hacer trámites, ir al médico. Ellos miran a la funcionaria con cara de �a mí no me cagás�, incrédulos y entrenados en no ilusionarse fácilmente. Salvo excepciones, fueron abandonados, golpeados y criados en instituciones sin un solo referente afectivo. Además son adolescentes. Todo adulto es un enemigo. La desconfianza es total. �Y fundamentada�, dice Canale. 

Happy together

En la pensión hay una chica de modales suaves que no tiene muchos más años que los becados de Sostén, pero para varios de ellos es el sostén mismo. Soledad es una de las �acompañantes� del sistema, la clave del funcionamiento de la reintegración, un personaje que escapa a los prejuicios de los adolescentes sobre el mundo adulto que los ha rodeado siempre con chapa oficial. Excepto algunas características personales -solidarios, de rápida resolución de problemas, creativos, capaces de escuchar, discretos, equilibrados, analíticos (no es fácil)� en la Procuración no saben muy bien �qué deben ser pero sí lo que no deben ser�: ni psicólogos, ni asistentes sociales, ni abogados. Soledad ha sido la acompañante de Diana Duarte, una becada a punto de egresar de Sostén, cuando ya está en tercer año de la licenciatura en Trabajo Social. Después de una eterna temporada con las Hermanas Trinitarias en un hogar en el que aprendió a lidiar con la autoridad de las monjas y a jugar muy bien al ajedrez, Diana pasó a un instituto en Buenos Aires y finalmente, �en medio de la desesperación� recibió la beca. �Eramos varias chicas en una casa y el primer año estábamos muy encerradas, tan acostumbradas a que nos manejaran la vida que no sabíamos cómo hacer, teníamos miedo. Una se va animando y aprendiendo gracias a que tiene un amigo en el acompañante.� 
�¿Qué es un acompañante?
�El viene y te pregunta cómo estás, se preocupa, te dice �dale�, te da el empuje que te hace falta. Si no, estás en la nada. Necesitás a alguien que te pueda devolver en palabras lo que solo no podés procesar. Te sentís insegura: voy o no voy a tal asunto, conocí a tal persona, qué te parece, una opinión, algo, un consejo. Si no los tuviéramos no sé qué sería de los becados. Yo la necesito a Soledad siempre. Soledad esto. Soledad lo otro. Soledad está ahí como nunca estuvo nadie. Deberían ser más de los que son. ¿Cómo es que esos chicos que llegan con el cuchillo entre los dientes y mirando a los costados para detectar la próxima traición, pasan a creer enalguien? Sostén está estructurado en base a tres conceptos fundamentales: una Justicia que sea reparadora y no punitiva, un trabajo desde la responsabilidad y no desde la culpabilidad, y por último una integración social basada en que cada adolescente encuentre su identidad tras una operación larga que la directora del sistema define en una frase: �Yo soy todo lo que hice y lo que me hicieron hasta este momento�. Para llegar a ese punto es que se debe haber bajado la barrera de la desconfianza. �La privacidad es esencial en el sistema. Para el Derecho lo que está escrito vale y existe, para nosotros no�, dice Canale y muestra el flaco espesor de la carpeta de un becado sobre su escritorio. 

Elecciones

Las novedades en el frente de los chicos del plan Sostén son siempre muchas. Melisa fue hace poco a bailar con algunas amigas del colegio y otras de la pensión. Tiene 19 años y jamás había salido de noche. Ir al cine, además de los costos, es una costumbre extraña. Elegir es una costumbre extraña. Nunca les preguntaron qué querían. ¿Milanesas, pollo o polenta? ¿Rojo o azul? ¿Vas o te quedás? �Les sugerimos algunas cosas porque todo lo que tenga que ver con el placer no está en su esquema de vida�, dice la funcionaria, que después de cuatro años tiene claro que hay tres crisis repetidas entre sus adoptados, a quienes conoce uno por uno. El pánico de los primeros seis meses cuando ellos se dan cuenta de que nadie resolverá sus pequeños asuntos. Cristina peleó durante años por una libertad que se le escamoteaba, hasta que la becaron y por fin se fue a vivir a una pensión. �El primer día me agarró una nostalgia... O sea, estaba contenta porque era libre, ya una palomita, sola, sin dar explicaciones, pero a la vez pensaba en lo que se me venía. Los institutos son buenos porque tenés un lugar, pero no te entienden que sos un pajarito que tiene que florecer.� 
El segundo momento es después del primer año, cuando llega la hora de pensar en el pasado, de revisar por qué fueron internados, qué hicieron, quién los abandonó, quién los lastimó, qué no tuvieron que ahora comienzan a tener. Entonces vienen los bajones en los estudios. El 30 por ciento comienza una terapia. Otra vez se evita la repetición de los viejos esquemas. Sólo hay una psicóloga en el equipo pero no los analiza. Para ello van, por un acuerdo con el Colegio de Psicólogos de La Plata, a un consultorio común en el que pagan 8 pesos. Excepto Pablo, que va a terapia a un hospital público. Es que por fin quiso a uno después de haber pasado por siete. �Yo conté muchas veces esto, a demasiados psicólogos�, dice sobre la muerte de la que terminó haciéndose responsable. �Te lo cuento a vos porque ya entendí que tengo que sacármelo de encima, aunque es mi cruz saber que maté. Por eso tuve un intento de suicidio con pastillas pero sólo dormí 24 horas, me desperté pensando que estaba muerto, pero no.� Pablo llegó a un instituto por ese crimen del que tanto se arrepiente. Pero podría haber llegado de otra manera. Revisando su legajo en un instituto descubrió que era adoptado. Y descubrió que la adopción era ilegal.
Se negó mucho tiempo pero al final se hizo los análisis de ADN porque podría ser hijo de desaparecidos. Sus padres, dos campesinos del interior bonaerense juran que en realidad fue regalado por la empleada doméstica de una rica del pueblo. Regresó una noche a buscar su identidad a ese lugar del que se fueron tras el crimen, a pesar de que se lo prohibía la Justicia. Pero encontró sólo a una pariente de la rica que ahora vive en Italia. Dejo encomendado a su abuela que cada mes consulte cuándo regresa para ver si le confirma que su madre fue una mujer pobre que no pudo cuidarlo. O no. Y entonces seguirá esperando que un día le anuncien que su ADN se corresponde con el de alguien allá afuera, en otro punto del mapa, bajo otras tempestades.


Los noviazgos y el sexo

Una de las noticias que más se festejan en las oficinas del Sistema de Sostén, cuando uno de los chicos o chicas llega con la buena nueva, es la del noviazgo. �Eso es muy bueno porque implica que ellos pueden llegar a construir una relación afectiva con alguien, que comienzan a proyectar de a poco �dice Verónica Canale, al frente del programa de la Procuración�.
Si se trata de sus relaciones sexuales, ellos saben que ese tema sólo lo van a hablar, y en privado, con la persona encargada del área de Salud. Las conversaciones que tienen conmigo siempre tratamos que sean lo más francas posibles. Y en ese sentido saben que una relación puede ser saludable o no, depende del caso, pero jamás es aceptable o deja de serlo. Nosotros no nos metemos en su decisión de tener relaciones sexuales, ni con quién las tiene, aun en el caso de que sean menores.� Así como en el Sistema preservan la intimidad de cada uno, también se preserva la decisión personal del descubrimiento del sexo. La intervención de los profesionales del Sistema, y de los acompañantes, sólo existe en los encuentros que varias veces al año se realizan para juntar a todos los 165 becados. Allí se organizan talleres de sexualidad y de prevención de enfermedades sexuales. �No se trata sólo de prevenir los embarazos, sino de que tengan todo en la mano para poder decidir: desde cómo cuidarse hasta alguien a quien consultar.� 

�La salvación es el estudio�

César es un pibe de 20 años con unas manos curtidas por las changas de albañil y jardinero que suele conseguir, mientras estudia periodismo en Lincoln. Tiene una voz de bajos decibeles que se hace difícil escuchar a medida que el timbre de la pensión se va poniendo molesto. �Yo siempre fui el chico que se apartaba�, dice César de su timidez y su semisilencio mientras vivió internado. De una familia de once hermanos, él y el más chico fueron los últimos en ser internados cuando tenían 10 y 8. Mientras estuvo en el hogar Nazaret estudió, llegó a quinto y fue becado por Sostén. Ahora no sabe muy bien qué puede depararle el futuro, porque si bien la beca no se interrumpe cuando cumpla la mayoría de edad, los últimos sucesos han sido un tanto desalentadores. Optimista al fin �y de una tranquilidad que contrasta con las velocidad de Cristina, esa hermana fumadora a la que visita en La Plata�, César cree que �la única salvación es el estudio�. �La verdad �dice� es que si sos de instituto no tenés mucho futuro. Los chicos que salieron de mi hogar ahora la mayoría están presos o se mandan macanas porque si tienen un trabajo son puras changas.�
Apenas dejó el hogar con la beca de Sostén alquiló una pieza con otro pibe. Para achicar gastos vinieron otros dos y con ello una convivencia insoportable. Entonces encontró a una de las tantas hermanas perdidas durante años. �La había estado buscando y cuando la encontré tenía un drama con el marido, se separaba, y dije bueno, la ayudo. Alquilamos. Después les hice la historia y los hice arreglar. Entonces dijeron que vivamos juntos. Yo me dije, bueno, como no tengo una familia, me quedo con ellos. Pero pasaron unos meses y me pidieron que me fuera.� Entonces lo albergaron aquellos padres sustitutos. �Pero la mala pata es que perdieron el trabajo y me da vergüenza vivir de arriba, así que estoy pensando.� Por lo pronto necesita conseguir una máquina de escribir para poder hacer el taller de redacción en Lincoln. Si la mala racha cambia, el año que viene se muda con su hermana Cristina. �Lo que yo no quiero �dice� es ser del montón, quedarme allá abajo.� 
�No arrojarlos al delito�

�No podemos seguir arrojando a los chicos al delito�, sentencia Eduardo De la Cruz, procurador general de la Suprema Corte bonaerense, crítico con el sistema judicial de menores. Según las últimas estadísticas de la Procuración, correspondientes al primer semestre de 1999, en la provincia existen más de 34 mil causas de menores, de los cuales unos diez mil están internados. De ese total, la mayoría �24.517� son asistenciales, o sea de chicos víctimas de delitos, abandonados, o afectados por situaciones de indigencia. El resto �9641� son causas penales. Estos números dejan a la vista un crecimiento de las causas asistenciales en más de un 7 por ciento, respecto del mismo período de 1988. En el caso de las penales, existe una leve baja, del 0.54 por ciento. 
�Los porcentajes no tienen relación directa con la distribución de becas Sostén: de los actuales 165 becados, sólo 7 tienen causas penales. ¿Por qué se privilegia a quienes no delinquieron, si el riesgo que corren los menores es el mismo? �preguntó este diario a De la Cruz. 
�Lo que pasa es que esto, a pesar de que lleva 15 años, todavía no está muy insertado en el sistema. La Justicia bonaerense ha sido rutinaria y le cuesta salir de la trampa burocrática. Cuesta entrar con un proyecto nuevo al sistema judicial, hay una falta de adaptación porque en general existe la costumbre de manejarse con números y no con casos individuales, que es lo que intentamos en la Procuración. 

 

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