Por Pablo Vignone
Este Huracán-Quilmes de ayer parecía a muchos la final anticipada de la B Nacional. Son dos equipos con historia y convocatoria de Primera (la recaudación hará empalidecer las de algunos partidos de esta tarde) y, salvo las pilchas raídas de este presente desagradable, conservan la decencia futbolística. Y esa final casi que se jugó: los dos ofrecieron un primer tiempo vibrante, aunque se achicaran en el segundo, cuatro goles y la sensación de que ambos �aunque un poquito más el local� pagan culpas ajenas cuando juegan los sábados. El empate 2-2 clasificó a Huracán para las semifinales del torneo, y aunque su gente no se conformó con la igualdad, celebró el paso dado hacia el retorno a la A.
El fútbol que pusieron en la cancha fue tan apasionante que hasta gozó de la injusticia propia de este juego. Cuando Huracán había conseguido desmaniatarse del ahogo al que lo sometía Quilmes y brindó 10 minutos excelentes con toque, rotación y llegada, el visitante lo empalmó tras una escapada de Domínguez que no pudo retener Ríos y la posterior definición estiletada de Giampietri.
Aunque tuvo momentos de alto vuelo, este Huracán de ayer siguió su impronta. En todo el torneo no dispuso de un enganche adecuado (ni Saboredo ni Soto alcanzan esa altura) y cuando Casas es borrado por la marca (como ayer con Balanda) al Globo de Babington le cuesta demostrar que la calidad superior de su plantel se puede reflejar en la red.
Dos medias vueltas (una impecable de Godoy tras jugada perfecta de Luis González, otra de Morquio tras centro de Brandán y error patético de la defensa quilmeña) le permitieron a Huracán dar vuelta el partido. Sin Czornomaz, Quilmes pierde agudeza goleadora y aunque Giampietri es uno de los enganches más interesantes de la divisional, los altibajos se notan demasiado. Cuando un equipo se ve obligado, además, a recurrir tan a menudo a la falta para parar al rival (seis jugadores de Quilmes vieron la amarilla) crecen las dudas sobre su capacidad para generar el protagonismo que precisa para subir.
Otro desacople defensivo en Huracán (el enésimo en el torneo) permitió el empate de Quilmes tras remate de Braña y desvío de la pelota en Brandán. El respeto entre estos equipos encorsetados en la B con espíritu de A prevaleció entonces. Con 64 puntos, Huracán está clasificado porque aunque Quilmes tiene 62 y Los Andes puede quedar hoy con la misma cantidad (juega con Argentino de Rosario), sus seguidores se enfrentan en la última fecha. Por eso es que la Quema huele a Primera.
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