Por Daniel Guiñazú
Podía perder Walter Javier Crücce, estaba en los cálculos. Pero nunca de esta manera, tan lánguida, con tan poca grandeza. El italiano Michele Piccirillo lo venció por puntos en 12 rounds y retuvo el título de los welters de la Unión Mundial de Boxeo. Pero no es la derrota lo más grave que sucedió en el Pallazetto dello Sport de Piancavallo, provincia de Pordenone, al norte de Italia. Lo preocupante fue la falta de recursos técnicos que demostró quien alguna vez fuera motejado como el �Golden Boy� de Las Flores. Y, sobre todo, su futuro. Si no fue capaz de ganarle a Piccirillo, un buen boxeador pero de ninguna manera un fuera de serie, si nunca pudo encontrar la clave que le permitiera dar vuelta un trámite lineal y repetido, la conclusión es obvia: no deberán esperarse cosas importantes de Crücce en el nivel más alto del boxeo mundial.
Al minuto nomás, era claro que iba a pasar lo que pasó. Que a Piccirillo le iba a bastar con su mayor alcance de brazos y su gran velocidad de piernas para tenerlo a raya a Crücce. Y que Crücce iba a tener problemas para pescarlo al italiano porque daba muchas ventajas de altura y largo de brazos. Y fue tal cual. Piccirillo gobernó estratégicamente el combate con su boxeo largo y sus piernas moviéndose rápido en retroceso. Y Crücce pronto quedó condenado al grotesco persiguiéndolo a Piccirillo a los saltos por todo el cuadrilátero, sin poder darle caza jamás en ninguno de los 36 minutos que duró esta historia.
Ese fue el pecado original de Crücce. En vez de achicar la distancia caminando hacia adelante y haciendo cintura para meterse en la corta distancia y desde allí complicarlo al hábil italiano, el zurdo de Las Flores quiso hacer lo mismo dando saltos simiescos. Y fue lo peor que se le pudo ocurrir. Porque Piccirillo, un verdugo de argentinos (antes había batido a Walter Saporiti, Sergio Acuña, Víctor Vasconcel y a Látigo Coggi) lo puso en ridículo reiteradas veces con un recurso simple, repetido pero efectivo: paso atrás y una izquierda seca en punta, preludio de un derechazo posterior, para poner en claro, a cada instante, quién de los dos mandaba sobre el ring.
Piccirillo amasó su ventaja en los seis primeros rounds. Después, lo único que hizo fue conservarla. La fatiga deterioró un tanto su imagen en los tres últimos asaltos. Pero ni siquiera así corrió peligro su victoria. Crücce, devorado los nervios (en el 6to. round, el árbitro británico Mickey Vann le descontó un punto por ir con la cabeza como tercer puño), fue impotente para reconstituirse y cambiar a tiempo una pelea que nunca llegó a comprender. La derrota que se veía venir cayó por decantación como corolario de una noche negra en la que Walter Crücce, el ex Golden Boy del boxeo argentino, empezó a despedirse de su futuro, quizá para siempre.
EL RUSO BATIO A RIOS Y VA POR MAS
Safin-Guga, en Hamburgo
El ruso Marat Safin, vencedor este año de dos torneos sobre polvo de ladrillo, se enfrentará hoy al brasileño Gustavo Kuerten en la final del torneo de Hamburgo, dotado de 2,95 millones de dólares. En semifinales, Safin, duodécimo cabeza de serie, se impuso al defensor del título, el chileno Marcelo Ríos, por 7-6 (10/8), 6-2, mientras que Kuerten (5) ganó sin dificultades al rumano Andrei Pavel �vencedor de Zabaleta, último argentino sobreviviente� por 6-3, 6-3.
�Guga, es el rey del polvo de ladrillo�, comentó Pavel tras su derrota.
El brasileño, ya dos veces finalista desafortunado este año �en Miami en superficie dura y en Roma el domingo sobre polvo de ladrillo� juzga que su juego mejora tras un mal inicio de temporada debido a una lesión en la espalda. �Me siento cada vez mejor�, dijo. Hoy, Kuerten tendrá un difícil rival en Marat Safin, temible sacador al que nunca ha batido en tres ocasiones. El ruso tuvo un mal inicio en su semifinal. Tras ir perdiendo por 3-0, Safin logró empujar al chileno a un tie-break. Allí lo superó y el segundo set fue un trámite: Ríos, que volvía de un lesión, se entregó.
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