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el Kiosco de Página/12

Los pretextos

Por Jack Fuchs *


Al finalizar la Segunda Guerra Mundial fui "encontrado" y "liberado" por las fuerzas aliadas, en las cercanías de Dachau. Han pasado 55 años y, a pesar de que esta nota traerá polémicas, siento que tengo más "obligaciones" que "derechos". Hace 55 años la Alemania nazi fue derrotada y el nazismo y su ideología, vencidos.

  El nazismo, como ideología, no tiene, ni presente ni futuro. Sus fundamentos fueron un invento sustentado en la existencia de razas y una, sólo una, con derecho a dirigir el mundo: la alemana; la misma que aprendió la consigna; "nada más glorioso que morir y dejarse matar para el gran líder". Las otras criaturas fueron colocadas en escalafones que oscilaban desde las "más puras" a las "menos puras". Y, las puestas en los niveles más bajos corrieron diversas suertes, desde la esclavitud hasta su eliminación.

  Hay ideologías con las que se pueden "concordar" o "discordar". Me refiero al comunismo, socialismo o anarquismo; filosofías llevadas y aplicadas en todos los continentes. Afortunadamente el nacionalsocialismo no se puede "adoptar" ni "adaptar" porque carece de universalidad. Después de la primera revolución de 1905, comunistas, socialistas o anarquistas escaparon y a donde llegaron organizaron sindicatos y partidos. A veces fueron perseguidos. Sin embargo, nunca dejaron de estar junto al pueblo.

  El derrotero del nazismo fue diferente. Al fin de la guerra, algunos huyeron llevando consigo bienes materiales. Arribaron como ratas a Australia, Canadá, Estados Unidos y América latina y, una vez asentados, cambiaron identidades y se mezclaron con la sociedad buscando no ser reconocidos. No hablaron ni hicieron propaganda alguna. Sabían que la ideología era válida "en un momento" y "en un país". Eichmann no fue encontrado custodiado por SS y Priebke fue "un buen vecino".

  Las palabras son nuevas, pero los crímenes son tan antiguos como el mundo. Las guerras civiles, revoluciones, contrarrevoluciones y atentados continúan. Después de la Segunda Guerra Mundial se aprendió que se podía ser asesino o antisemita, sin ser nazi. Gengis Khan no había sido nazi.   Después de 1945, los polacos --opositores acérrimos al nazismo-- mataron a centenares de judíos. Los soviéticos, combatientes contra los ejércitos del Eje, asesinaron a escritores y, probablemente, la guerra contra Chechenia hubiese levantado una ola de protestas mayor, por parte de los intelectuales, si hubiese sido contemporánea al stalinismo o antes del derrumbamiento de la Unión Soviética.

  Pasaron 55 años desde que se apagaron las fábricas de muerte. Miles de libros fueron escritos sobre la Segunda Guerra Mundial; un conflicto en el que murieron --por primera vez en la historia-- más civiles que soldados en todos los frentes de batalla. Sólo existe una raza: la humana. Sin embargo, el odio conoce tantas divisiones como personas y somos incapaces de solucionar nuestras diferencias sin violencias. El hombre continúa, como ayer, teniéndose --a sí mismo-- como enemigo. Y, si faltan pretextos, se inventan.

  * A los 15 años, en 1940, fue encerrado, junto con su familia, en el gueto de Lodz. En 1994 fue deportado a Auschwitz y finalmente, en los primeros días de mayo de 1945, liberado.

REP

 

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