El nazismo, como ideología, no
tiene, ni presente ni futuro. Sus fundamentos fueron un invento sustentado
en la existencia de razas y una, sólo una, con derecho a dirigir el
mundo: la alemana; la misma que aprendió la consigna; "nada más
glorioso que morir y dejarse matar para el gran líder". Las otras
criaturas fueron colocadas en escalafones que oscilaban desde las "más
puras" a las "menos puras". Y, las puestas en los niveles más
bajos corrieron diversas suertes, desde la esclavitud hasta su eliminación.
Hay ideologías con las que se
pueden "concordar" o "discordar". Me refiero al
comunismo, socialismo o anarquismo; filosofías llevadas y aplicadas en
todos los continentes. Afortunadamente el nacionalsocialismo no se puede
"adoptar" ni "adaptar" porque carece de universalidad.
Después de la primera revolución de 1905, comunistas, socialistas o
anarquistas escaparon y a donde llegaron organizaron sindicatos y
partidos. A veces fueron perseguidos. Sin embargo, nunca dejaron de estar
junto al pueblo.
El derrotero del nazismo fue
diferente. Al fin de la guerra, algunos huyeron llevando consigo bienes
materiales. Arribaron como ratas a Australia, Canadá, Estados Unidos y América
latina y, una vez asentados, cambiaron identidades y se mezclaron con la
sociedad buscando no ser reconocidos. No hablaron ni hicieron propaganda
alguna. Sabían que la ideología era válida "en un momento" y
"en un país". Eichmann no fue encontrado custodiado por SS y
Priebke fue "un buen vecino".
Las palabras son nuevas, pero
los crímenes son tan antiguos como el mundo. Las guerras civiles,
revoluciones, contrarrevoluciones y atentados continúan. Después de la
Segunda Guerra Mundial se aprendió que se podía ser asesino o
antisemita, sin ser nazi. Gengis Khan no había sido nazi.
Después de 1945, los polacos --opositores acérrimos al nazismo--
mataron a centenares de judíos. Los soviéticos, combatientes contra los
ejércitos del Eje, asesinaron a escritores y, probablemente, la guerra
contra Chechenia hubiese levantado una ola de protestas mayor, por parte
de los intelectuales, si hubiese sido contemporánea al stalinismo o antes
del derrumbamiento de la Unión Soviética.
Pasaron 55 años desde que se
apagaron las fábricas de muerte. Miles de libros fueron escritos sobre la
Segunda Guerra Mundial; un conflicto en el que murieron --por primera vez
en la historia-- más civiles que soldados en todos los frentes de
batalla. Sólo existe una raza: la humana. Sin embargo, el odio conoce
tantas divisiones como personas y somos incapaces de solucionar nuestras
diferencias sin violencias. El hombre continúa, como ayer, teniéndose
--a sí mismo-- como enemigo. Y, si faltan pretextos, se inventan.
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