|
Sin embargo, el trabajo de la
abogada Sophie Thonon permitió que la Justicia reabriera el caso. Thonon
apeló la primera decisión alegando que la "calificación de crímenes
de lesa humanidad" entraba en el derecho francés, incluso tratándose
de hechos recientes, tanto más cuanto que la prescripción invocada
estaba interrumpida por la instrucción efectuada en la Argentina. Este es
el argumento que tomó en cuenta la Sala de Acusación del Tribunal de
Apelación de París y que da lugar a que, al menos en ausencia, los
responsables del secuestro y el asesinato del padre Gabriel Longueville
sean juzgados en París igual que el capitán Alfredo Astiz. La intervención
de la Justicia de Francia reviste tanto más importancia cuanto que la
muerte del religioso está íntimamente ligada al asesinato del obispo de
La Rioja, Monseñor Angelelli, que trabajada con Longueville.
En la noche del 18 de julio de 1976, los padres Gabriel Longueville
y Carlos Dios Murias fueron secuestrados por civiles armados que se
identificaron como miembros de la Policía Federal en la localidad de
Chamical, provincia de La Rioja. Al día siguiente, sus cuerpos con claros
signos de tortura fueron encontrados a 5 kilómetros de Chamical, tirados
al lado de la vía. Las condiciones del secuestro y el asesinato de Murias
y Longueville llevaron a monseñor Angelelli a realizar una investigación
para esclarecer el crimen. Su intervención iba a serle fatal.
El 4 de agosto de 1976, 17 días
después del asesinato de Murias y Longueville, monseñor Enrique
Angelelli, obispo de la diócesis de La Rioja, murió en circunstancias
oscuras. La versión oficial estableció que Angelelli falleció en un
accidente automovilístico, pero pruebas aportadas más tarde confirmaron
sin ambigüedad que se trató de un atentado. El día del supuesto
accidente, el obispo de La Rioja volvía de Chamical, donde había
celebrado una misa y pronunciado la homilía en la cual denunció el
asesinato de los dos padres. En la camioneta que conducía Angelelli había
un testigo, el padre Arturo Pinto, y un elemento que pareció interesar a
quienes lo asesinaron: un portafolio que contenía las pruebas recabadas
por Angelelli sobre el asesinato de Murias y Longueville. Pinto contó que
apenas dejaron Chamical, otro auto comenzó a seguirlos. El obispo se dio
cuenta, aceleró, pero a la Altura de Punta de los Llanos surgió otro
coche que lo encerró hasta hacer volcar la camioneta. El cuerpo de
Angelelli fue encontrado con la nuca destrozada a golpes. La camioneta y
el portafolios desaparecieron.
La Comisión Nacional sobre
Desaparición de Personas escuchó al testigo Peregrino Fernández, que
reveló que "uno o dos días después de lo ocurrido, los papeles que
portaba Angelelli llegaron a la Casa Rosada, dirigidos al ministro de
Interior (Albano) Harguindeguy en una carpeta remitida desde la Guarnición
Militar Salta con la expresa mención de que se trataba de documentación
confidencial". Otro testigo, Plutarco Antonio Scheller, declaró que
durante sus interrogatorios escuchó decir a la policía que lo
custodiaba: "Eso le tenía que pasar a ese cura comunista hijo
de..."
Por el caso de los padres
Murias y Longueville hay, en principio, un detenido. Se trataría de
Eduardo Lapellegrina, un ex integrante de los grupos represivos que confesó
su participación en el crimen. Sin embargo, en el legajo en poder de la
Justicia francesa se acusan al fallecido comandante Luis Estrella, al
coronel Jorge Pedro Malagamba y al entonces ministro de Interior
Harguindeguy. Un cuarto de siglo después de esa serie de asesinatos, la
memoria, que nunca se queda en silencio, vuelve a pronunciar las sílabas
de los culpables.
|