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--Fácil no es, pero me parece
que no es fácil para nadie ser un dirigente sindical. Tampoco para los
compañeros, no es fácil vincularse con la gente, lograr el espacio en
los medios para que la propuesta del sindicato se conozca. En esto trato
de no discriminar porque es injusto. Hay muchos compañeros a los que
llevar adelante la función sindical les cuesta un horror. Hay compañeros
que dirigen seccionales, gremios en cada una de las provincias, que viven
modestamente a la par de sus compañeros, muchísimas veces sin licencia
gremial, sin absolutamente nada, poniendo sus propios autos.... O sea, es
difícil para todos. Además, en la medida que la situación social se
pone complicada, nosotros, que venimos de familias modestas, tenemos un
reclamo, los compañeros de sus esposas y nosotras de nuestros maridos o
compañeros. La casa hay que atenderla, hay que dedicarle un tiempo a la
familia. En la docencia, debo confesar, (ser sindicalista) no es tan difícil
porque el 80 por ciento somos mujeres. A las compañeras les gusta ver a
una dirigente mujer, votan bien. Muchos sindicalistas ya han entendido que
en algún cargo, primera o segunda, tiene que ir una mujer en las listas. --¿Ve
mucho a sus nietos?
--No, no. No, eso ya está
claro. Dificultades personales tengo muchas. Yo tengo mis nietos en Neuquén...
--¿Cuántos nietos tiene?
--Cuatro y a fin de año voy a
tener cinco. Anoche, por ejemplo llegué a las diez, casi once, a casa, de
Misiones y mi esposo me dice en cuanto llego: "Llamá urgente a Neuquén
que tu nieto te está esperando levantado para hablar". Me quería
explicar que había ido al jardín y que tenía un compañerito que hace
magia y estaba muy contento. Tiene tres años, se quedó levantado...
(sonríe).
--Por ahí lo podía pedir
para el sindicato, si hace magia, digo...
--Sí. Hay veces que uno tiene,
yo tengo dificultades, digamos, para tener dos días y poder coincidir con
mi esposo o estar allá un rato más con ellos. Me pierdo las etapas de
crecimiento y estar más cerca de mis hijos, pero... es una opción, ¿no?
Una cuando elige su trabajo tiene ciertos objetivos, para mí el
sindicalismo no es un trabajo más. Creo que es definitorio para la vida
social de la Argentina y creo que acá también estoy trabajando por mis
nietos y por mis hijos y por los hijos de mis nietos y por la sociedad en
su conjunto.
--Lo cual no quiere decir
que los hijos o los nietos no quieran verla ahora en su lugar de mamá o
de abuela...
--Exactamente. Lo que hago es
tratar de no perder tiempo. Acumulo todas las tareas que puedo en días de
trabajo que son muy largos y trato cada mes tener unos días en que me
pueda dedicar a verlos, a estar con ellos... --¿Sus nietos la ven por televisión? ¿La ubican en su
rol público?
--Sí, sí, me ven, me ubican.
--¿Qué dicen cuando la ven
por TV?
--Y, cosas diferentes. Mi nieta
mayor, por ejemplo, cuando era más chica (ahora ya tiene diez años) le
daba vergüenza cuando me veía por televisión. Se tapaba porque le parecía
que yo también la estaba viendo a ella. Y sí, los chicos asumen el rol
que tengo y además tengo una alta comprensión. Mi familia es muy
generosa en este sentido. Mi esposo ha sido no solamente el padre de mis
hijos sino un compañero, que ayuda. Que no le gusta que vaya sola a
determinado lugar y me acompaña o pone el auto y me dice "Tenés que
ir a tal lado. No quiero que vayas en remise, te voy a acompañar".
Esto significa mucho, porque además son los ratos en que mejor podemos
charlar. Mis hijos también son muy solidarios, colaboran, siempre
colaboraron. Esta tarea hace muchos años que yo la hago, desde cuando
ellos eran chicos. Así que todos saben poner a funcionar el lavarropas o
hacerse cargo de la cocina, lo hemos repartido bien en la familia,
digamos. En esto no hay machismo, funciona bien. Pero sí, adentro, en
otros sindicatos sí, lo que observo, es como en los partidos políticos,
"Ahora, después de que los hombres arreglaron la lista, busquemos
una mujer para ponerla con el nombre y no para incorporarla..." --La
frutilla le llaman a eso algunos políticos, que es como armar la torta y
después...
--Claro, no incorporar la visión
femenina en los programas, en los proyectos. Y esto produce una fuerte
debilidad para la sociedad, no solamente para los sindicatos. La conducción
masculina de la historia del mundo es sin duda una visión parcializada.
Yo no diría que han sido tan exitosos los hombres como para vetar el
camino de las mujeres. Creo que vamos viviendo mejores tiempos en este
sentido, en los últimos años ha habido una apertura mayor, me parece
importante que la visión de la mujer, no sobre el tema de la mujer, sino
sobre la educación, sobre los niños, sobre la política, la visión
femenina sobre las guerras, sobre los cultos religiosos, tiene que
aparecer mucho más en escena. No para confrontar, sino para armonizar y
tener una visión integrada y no parcializar como quiere el machismo.
--En los últimos años las
mujeres han ocupado un lugar de lucha muy importante, un lugar de
representación de las demandas contra la injusticia, un nivel de
personalización, que tiene varios hitos o varias figuras desde las Madres
hasta las Viudas de Memoria Activa... o Marta Maffei. Hay un lugar de
"la mujer, luchadora social" sin perder el rol femenino.
--Las mujeres han mostrado en
la sociedad argentina una capacidad para la lucha, pero una capacidad
también para encontrar caminos alternativos que es ejemplar. Lo que puede
llegar a hacer una madre que se ha quedado a cargo de dos o tres chicos,
desde revolver la basura a cocinar en un comedor, para darles de comer a
sus hijos y para no desintegrar la familia... Es increíble la creatividad
que la mujer puede desplegar a la hora de mantener a su familia. Y, en
muchos casos, significa un alto coraje y una cuota muy importante de
preservación de la especie, de preservación de la raza, tal vez más
alta que la que tiene el hombre en este sentido. Tal vez, si ustedes ven
hoy el conflicto, como que las mujeres tienen hoy más, yo no diría
coraje...
--Aguante, ¿no?
--Sí, un poco más de aguante,
pero además, un poco menos de resignación. No es tan fácil que
abandone, que se dé por vencida, digamos, resiste un poco más. Hoy si
ustedes ven en los medios de comunicación un conflicto en un barrio
porque no han puesto un puente o porque atropellaron un chico o porque la
policía no se conduce adecuadamente, siempre enfrenta a la cámara una
mujer, planteando la situación social, no resignándose a las cosas como
están y creo que es muy importante, en las mujeres y en los hombres, pero
me alegra que las mujeres tomen un papel distinto.
--Usted mencionó la palabra
creatividad que pareciera una necesidad en democracia. Una especie de
rebusque necesario para entrar en la arena mediática. ¿Cómo se les
ocurrió la Carpa?
--Nosotros teníamos un mosaico
de conflictos provinciales. En 14 provincias habían rebajado los
salarios, en una se lo habían bajado a todos, en otras a un porcentaje, a
los de más arriba, a los de más abajo, pero en todas el sesgo final era
el ajuste, que hoy vuelve a repetirse en algunos casos. Y nosotros decíamos
"¿cómo hacer para que en la cabeza de los compañeros se integre
que el problema a fondo no es cada provincia, cada gobierno, sino una política
nacional, casi diríamos una política global que lleva a que los pobres
sean cada día más pobres?".
--Ustedes enfrentaban, por
otro lado, un problema que era cómo se había programado desde el
gobierno nacional el sistema educativo. Propendía a polarizar, a dividir
los conflictos en tantas provincias. A atomizar el conflicto.
--Atomizarlo a nivel provincia
y más aún. Hacer de cada escuela una pyme, donde los docentes se
arreglaran con su patronal y dejar el conflicto totalmente circunscripto
ahí. Sacarlo de la vidriera nacional, porque había que vender al Banco
Mundial la imagen de que los programas eran efectivos, que todo andaba
bien, la reforma educativa... y entonces había que dividir los conflictos
y dejarlos circunscriptos a áreas reducidas y, por supuesto, diluir la
posibilidad de un gremio nacional. Así que la idea fue encontrar un
espacio para la nacionalización del conflicto justo cuando Carlos Menem
era reelegido.
--Con más votos que la
primera vez.
--Con más votos que la primera
vez y con un agravante: la trivialización de la vida social. Parecía que
en los medios, en realidad, no se podía instalar ningún tema serio. En
ese momento en que ponemos la Carpa el tema en la Argentina desde hacía
un mes y medio era Maradona, Coppola, Samantha Farjat... Olvidando toda la
otra Argentina subyacente, de gente que cotidianamente trabaja, que es
responsable, que asume la educación de sus hijos, que tiene un proyecto
de vida. No aparecía en ninguna parte, como que no estaba contenida. Lo
nuestro era también un desafío para ver si era posible instalar temas
serios que involucraran a la sociedad. La Carpa fue, en un primer momento,
el espacio que sugirió Hugo Yasky que es un compañero que conduce la
Ctera, también, como el espacio físico para organizar la denuncia. Después,
agregarle a la Carpa el ayuno fue una decisión del conjunto. Los compañeros
decían "lo que nosotros tenemos que denunciar es grave, lo que le
pasa al país educativo es grave, ¿cómo hacer para que la sociedad nos
crea? Si no le damos a esto alguna otra impronta que muestre que estamos
dispuestos a correr algún riesgo, que estamos haciendo algún sacrificio
porque la cosa es suficientemente grave, esto no va a tomarse como lo que
es". Ahí fue cuando se decidió incorporar el ayuno. Y después las
cosas se fueron dando porque estuvimos en una situación muy límite
cuando los compañeros que ayunaban tenían 28 días de ayuno y nosotros
veíamos que no podíamos resistir más. Los médicos decían que los
compañeros no podían seguir, y a alguien se le ocurrió la posibilidad
de reemplazarlos por otros compañeros. Eso permitió atender una presión
de la gente que nos decía "pero ustedes no pueden jugar tan alto y
terminar con la muerte de un compañero". Eso nosotros no lo podíamos
permitir.
--Con eso consiguieron un
nivel de identificación con la gente común que tal vez la extrema
flagelación, el gran sacrificio militante hubiera alejado. La persona que
mira, por ahí, en algún punto dice "yo no soy como este que se deja
morir".
--Exactamente. Creo que
logramos un equilibrio entre el espacio para la denuncia y la seriedad con
que hicimos el planteo del ayuno y que fue seguido.
--Usted contó varias veces
que los pibes que entraban a la Carpa no comían delante de los ayunantes.
--Nadie. Ni una galletita. Era
como una solidaridad que venía de afuera, gente que venía y que se
pasaba la tarde entera y sólo tomaba un mate o un té con los compañeros.
Fue muy notable el esfuerzo de la sociedad alrededor de la Carpa, el
acompañamiento, el no dejarnos solos ni en Navidad, ni en Año Nuevo. Con
la Carpa aprendimos muchas cosas: que en realidad esa otra Argentina que
imaginábamos existía y que era bueno sacarla a flote y permitir que los
argentinos explicitaran las conductas solidarias. Me parece que la Carpa,
sinceramente, fue un poco el principio del fin de la era menemista. Fue
una denuncia muy fuerte al régimen, a la política economicista que
dejaba de lado lo humano. Mucha gente decía "éste es un espacio público",
en realidad era semipúblico, la Carpa era nuestra, pero estaba abierta y
cualquier demanda social o cualquier persona que quisiera hacer un planteo
tenía la Carpa como ese espacio. Con prensa, insólito, donde el reclamo
llegaba. Los despedidos de determinado lugar no tenían espacio, venían a
la Carpa y como había medios, tenían el espacio que necesitaban para
denunciar situaciones sociales muy graves. Se construyó una alternativa
popular.
--¿Cuando empezó a
militar, pensaba que se podían hacer acciones gremiales de esa
naturaleza?
--Sí.
--¿Sí?
--Sí, sí, sí.
--¿Segura?
--Sí. No, no exactamente cuáles
porque esas acciones van surgiendo también de acuerdo a las posibilidades
concretas, pero digo que sí porque yo fui fundadora del sindicato de
Neuquén, en el año '81, en plena dictadura. Y ahí nomás estuvimos
aguantándonos en la plaza los perros de la dictadura y los carros
hidrantes, cantando el himno con todos tomados la mano. Y después hicimos
largos ayunos en la provincia.
--¿Sus hijos estudian,
trabajan?
--Celina hace magia, tiene su
propio programa y trabaja con sus compañeros. Hacen espectáculos para niños,
trabajan muy bien, para niños y para grandes, hacen una cosa muy linda,
muy sana, de diversión en familia que es muy interesante. Y Santiago
trabaja en Ctera, en prensa y estudia relaciones públicas en la facultad.
--Sacaron dos costados de la
mamá.
--Sí, dos costados de la mamá.
Una es multifacética y seguramente del papá han sacado otros costados más
científicos o más... otras características.
--Volvamos a la doble o
triple jornada. ¿De verdad, cocina o no cocina Marta Maffei? --Bueno... yo antes cocinaba mucho, cada vez cocino menos porque estoy muy poco en casa. Me gusta hacerlo cuando puedo y estoy en casa. Pero generalmente llego a la noche tarde y, regularmente, si sobró algo comemos. Y si no, el que cocina más es mi esposo.
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