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El enojo de los pobladores
tiene una causa central: el cierre de parte de los desagües hacia el río
Reconquista para construir un canal donde se derivarán en el futuro todas
las aguas, pluviales y domiciliarias. "Lo que pasa es que cerraron
parte del río antes de terminar el canal, de manera que ahora el agua no
tiene por dónde salir", sostuvo Raúl, uno de los habitantes del
barrio Obligado que se sumó a la protesta. El sábado, un grupo de
vecinos se presentó en el cruce de Gaspar Campos con el río Reconquista,
para dialogar con los ingenieros de la empresa Unired, que construye el
canal. Les pidieron una excavación que permita que las aguas corran. La
charla, con participación de concejales riquistas, transcurría en calma
hasta que llegó Rico.
Ni bien bajó del auto, el
intendente recibió las quejas de los vecinos, que se agruparon en torno
de él, formulándole sus reclamos, en algunos casos a los gritos. Dirigiéndose
a los ingenieros, Rico recomendó: "No se preocupen, dejen que se
ahoguen estos negros de mierda", según dijeron varios de los
testigos, incluidos algunos periodistas locales. La diputada bonaerense
por el Frepaso Graciela Podestá, que presenció parte del entredicho,
relató a este diario que Rico "se tuvo que ir en un patrullero
porque la gente comenzó a tirarle naranjas y piedras".
En el barrio Obligado viven
2000 personas, muchas de las cuales siguen sin poder retornar a sus
hogares. Todos los niños están siendo asistidos, algunos por el
municipio, otros en el hogar que tiene en la zona el padre Luis Grassi. La
vereda que lleva al centro de La Olla termina en la esquina de Gualeguay y
Catamarca, donde todo desaparece bajo el agua. Para llegar a la vereda de
enfrente hay que nadar o subirse a un bote. La última esquina podría
denominarse "Aguante Boca", porque la casa final está llena de
banderas azules y amarillas.
De sus seis habitantes sólo
quedó en la casa doña Isabel, de 76 años, ya que su hijo, su nuera y
sus tres nietos "se fueron a trabajar", por primera vez desde el
comienzo de la inundación. "El agua llegó hasta acá", dice la
mujer mientras pone su mano a la altura de la mancha de humedad en la
pared, a un metro del piso de la casa, elevado respecto de La Olla.
"Hola, doña Isabel, cómo la trata el agua", saluda un joven de
cabellera enrulada que viene del otro lado del barrio, luego de recorrer
"ocho cuadras con el agua por encima de las rodillas". Doña
Isabel apenas responde el saludo y los ojos se le enrojecen en el preludio
del llanto.
Su vecina, Rosa, opta por la
furia: "Hace siete días que estamos bajo el agua y el intendente
Rico, en vez de ayudarnos, nos viene a insultar". Los pobladores que
se han ido dejaron a alguien "de guardia" porque "nos están
robando todo", dice Rosa mientras se aleja con su marido llevándose
varios bultos con ropa. Antes llevaron el televisor, la radio y los
artefactos del hogar a casa de un familiar "que vive en la casa con
el terreno más alto del barrio". Todos recuerdan varias inundaciones
grandes, sobre todo la de 1985, pero "las aguas nunca tardaron tanto
en irse", asegura Raúl, uno de los jefes de los piqueteros, quien
vive en Obligado hace 40 años.
Ayer por la noche, luego de una
reunión en la que estuvo presente la legisladora Podestá, el centenar de
hombres que participó activamente del corte en la salida hacia el Camino
del Buen Ayre resolvió suspender la medida de fuerza. "El temor es
que a la noche, cuando se vayan los medios periodísticos, venga la
represión", sostuvieron Raúl, Pedro y Mario, tres de los que se han
convertido en líderes de la protesta. Anoche, un grupo de riquistas
encabezado por el concejal Ricardo Aleksiejoner, ex carapintada y mano
derecha de Rico, hizo una recorrida "de ablande" para minar la
resistencia de los vecinos y restablecer el contacto interrumpido tras los
incidentes del sábado.
Aleksiejoner tuvo que frenar a
una belicosa mujer, que lucía una remera que decía "Rico
intendente", para que no golpeara a una joven que habló mal del
intendente. Los partidarios del intendente negaron que Rico hubiera
insultado a los inundados. "El es el único que se moja la rodilla
para hablar con ellos", puntualizaron. Podestá confirmó que la inundación "resultó más grave por la suspensión de los trabajos de construcción del nuevo río (se refiere al futuro canal de desagüe) y por la presencia del campo de golf de (Francisco) Macri, según denuncian los vecinos". Todo contribuyó a obstruir la salida de las aguas. La situación planteada motivó, además, una concentración de vecinos frente al palacio municipal, en el centro de San Miguel. El presidente del Concejo Deliberante, Juan Carlos Morales, recordó que en San Miguel hubo "2500 evacuados y ahora quedan 1500". Aseguró que "todos son asistidos por el municipio" y que se hace "lo necesario para que bajen las aguas", que siguen sin bajar un centímetro.
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