Por Maximiliano Montenegro
Aunque no lo admitan en público, en el Ministerio de Economía ya se resignaron a que el nuevo escenario financiero internacional, con tasas de interés en alza, se traducirá en una fuerte desaceleración en el crecimiento previsto para este año. Hace apenas un mes los colaboradores de José Luis Machinea estaban convencido de que se superaría holgadamente la meta del 3,5 por ciento que figura en el Presupuesto y en el acuerdo con el FMI. Hoy, en cambio, creen que de alcanzarse esa tasa habría que cantar las hurras. Y hasta consideran realistas los pronósticos de los consultores que ya hablan de un flaco 2 por ciento, con lo cual se recuperaría sólo la mitad de lo que cayó el PBI el año pasado. Según dicen en el equipo económico, es este cambio en las expectativas lo que llevó a evaluar un bulímico menú de medidas de ajuste del gasto público. El indigesto menú ahora está en poder de Fernando de la Rúa. Como nadie sabe si el Presidente escogerá de la carta los platos más caros (políticamente), los chef de Economía prefieren guardar silencio para no ser luego desairados.
Hasta hace poco, la sensación generalizada en la población de que la recesión seguía instalada contrastaba con el optimismo de los integrantes del equipo de Machinea, convencidos de que el leve repunte que mostraban algunos indicadores de producción auguraban un seguro despegue del avión convertible. Sin embargo, en las últimas semanas, la esperanza de los �Machinea boys� se fue diluyendo y, por primera vez, hay funcionarios que, no sin angustia, admiten en privado que no es un cielo despejado lo que hay por delante sino una peligrosa tormenta.
Esas voces justifican el �error de cálculo� en el repentino cambio de escenario internacional a raíz de una suba de la tasa de interés mayor a la esperada. Y, para peor, todos los analistas afirman que seguirá escalando. Desde esa perspectiva, que obviamente absuelve de toda responsabilidad a Machinea, el salto en el �riesgo-país� de las últimas semanas se explica porque Argentina siempre es más castigada cuando suben las tasas, debido que la Convertibilidad depende mucho más del combustible del ingreso de capitales para tomar envión que el resto de los motores latinoamericanos.
El �escenario dorado� que imaginaban en Economía poco tiempo atrás también contemplaba un incremento de la tasa de interés. Pero dicho repunte sería más que compensado por el pujante crecimiento de la economía brasileña, gran demandante de las exportaciones argentinas, y el aumento de los precios de las commodities. Sin embargo, cuando una semana atrás la Reserva Federal anunció una suba de la tasa de interés de medio punto, y dejó abierta la puerta para nuevos aumentos antes de setiembre, el escenario con que soñaba Machinea se oscureció.
�Con la (tasa) Libor al 7,5 por ciento anual, cuando un plazo fijo en Argentina paga entre 7,0 y 7,5 por ciento, a menos que suba mucho la tasa local, el ingreso de capitales se tiene que frenar�, reconocen los analistas. Menos capitales o, lo que es lo mismo, una tasa de interés local más alta, significa menos financiamiento para consumo e inversión y, por lo tanto, el parate de la economía. De hecho, el pálido 2 por ciento de crecimiento que pronostican ahora los principales consultores de la city, debe traducirse, en la realidad de la economía cotidiana, como estancamiento. La razón es que el �arrastre estadístico�, como lo llaman los técnicos, del año pasado sobre éste es del 1,7 por ciento. Así que con una economía absolutamente parada, los indicadores reflejarían dicha tasa de crecimiento que poco y nada tendría que ver con la vida real de este año.
Si a esto se le suma que el �estancamiento� se logrará gracias al fuerte impulso de las exportaciones (que son consumidas por extranjeros), que compensarían la caída del consumo local, el resultado no podría ser menos alentador desde el punto de vista de la tranquilidad social. Menoscrecimiento, ya se sabe, significa menor recaudación impositiva y más déficit fiscal. Entonces, sin ajuste, argumentan en el Palacio de Hacienda, sería imposible cumplir con las metas de déficit pautadas con el Fondo Monetario para el segundo trimestre del año.
Y, según analizan en Economía, tanto para el Gobierno como para el FMI es clave cumplir con las metas en este segundo trimestre. Por un lado, porque Teresa Ter Minassian, la jefa de las misiones del Fondo a Argentina, quedaría desprestigiada ante el Comité Ejecutivo del organismo si, a pocos meses de haber acordado todas las proyecciones fiscales, éstas quedaran descolocadas. Por el otro lado, el Gobierno sufriría un duro revés. Lanzar el impuestazo y el mayor ajuste del gasto en los últimos tiempos, ganándose la antipatía de la clase media, para luego terminar admitiendo que fracasó en su objetivo de cumplir con el Fondo, en la mirada de Economía, sería un �papelón�.
Por eso, Machinea juega todas sus fichas al nuevo paquetazo del ajuste que, como publicó Página/12, contempla entre las alternativas desde reducción de salarios de empleados públicos hasta la eliminación de organismos, el pase a disponibilidad de su personal y el despido de contratados. Hasta dónde está dispuesto a avanzar De la Rúa con esa receta en mano se sabrá en los próximos días. Los economistas �ortodoxos� dicen que es la única forma de recomponer la confianza en el plan y activar un círculo virtuoso motorizado por el ingreso de capitales. En cambio, los �heterodoxos�, entre los cuales revistaban hasta hace poco varios integrantes del team de Machinea, advierten que el nuevo apretón del gasto público podría profundizar la recesión, exacerbar el malhumor social, y terminar por espantar a los capitales que se quería atraer.
�Hay otras medidas posibles�
La diputada nacional Alicia Castro (Alianza) adelantó su rechazo a la posibilidad de una rebaja salarial o nuevos despidos en el sector público para concretar el ajuste de 600 millones de pesos en los gastos del Estado. �Hay otras medidas para explorar�, entre las que mencionó �crear un impuesto a las actividades financieras, un impuesto a las empresas de servicios públicos privatizadas, dejar de subsidiar a los ferrocarriles y controlar la evasión fiscal de las grandes empresas�. �Yo comparto la importancia de reducir y equilibrar el déficit fiscal, pero el límite es no seguir degradando las condiciones de vida de los ciudadanos�, enfatizó. �No se puede seguir agregando desocupados a la lista, en un país que no tiene seguro de desempleo ni produce alternativas de empleo por medio de la reactivación de la industria nacional�, advirtió la legisladora. |
�Alcanza con licitar juicios�
El jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, planteó que �bastaría con que el Congreso aprobara una sola de las medidas del plan antievasión para que pudiéramos evitarnos el recorte de 600 millones de pesos en el presupuesto�, en referencia a la iniciativa para autorizar a la AFIP a llamar a licitación pública para ceder los cobros judiciales de obligaciones tributarias. �La AFIP tiene juicios por 8000 millones que va a cobrar mal, tarde o nunca �explicó�, de modo que se podría poner una base superior a los 600 millones, convocar a una licitación y tener interesados que elevaran la base considerablemente. Esto podría hacerse de inmediato y el resultado se vería dentro de este ejercicio. Si la vía judicial deja de ser una vía muerta para la AFIP, en adelante los deudores ya no especularán con no pagar y dejar que la lentitud de la Justicia esfume su deuda�. |
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