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De celular en mano, el hombre no resiste: �Te llamo después desde la oficina �contesta�: ahora estoy en medio de la Revolución de Mayo�. No hubo, en el diálogo, alegorías en exceso. El hombre se había irritado: ayer sobre Florida, dos guardias reales intentaban proteger la ciudad de un grupo de criollos agitados. En medio de la calle, se les ocurrió vivar por la revolución y la liberación de España. La sorpresa del hombre del celular se repitió en decenas de porteños que al mediodía suspendieron almuerzo y paseo de compras ante la novedad. Es que hasta allí llevó la Subsecretaría de Desarrollo Cultural una obra con libro de Juan Carlos Cernadas Lamadrid sobre aquel 25 de Mayo. Esa opción por el montaje callejero fue una apuesta para actualizar en la city eso que en 1810 se llamó ocupación cívica del espacio público. Algo de todo esto intuyó Susana, que no dejó de gritar �excelente� desde Corrientes y Florida. Esa esquina fue el segundo punto callejero que ayer a la mañana mutó en escenario. Hasta allí llegaron criollos, negros esclavos y uno de los funcionarios de la futura Primera Junta, que no dejó de controlar el timing político: �¿Supieron la noticia que trae la fragatita inglesa que acaba de llegar?�, voceaba. Ese fue el disparo de largada. A partir de allí la obra de Cernadas Lamadrid tomó cada rincón de Florida para despertarlo o, al menos, intentarlo. La obra partió desde plaza San Martín y se formalizó en un solo acto, reproducido en tres estaciones: Córdoba, Corrientes y Avenida de Mayo. Este esquema que quedó inaugurado ayer se repetirá también este mediodía a partir de las 12.30, cuando los actores engalanados con vestuarios del teatro Colón interpelen a quienes atraviesan su horario de almuerzo. Entre aquellos que apuraron el sandwich en la primera función, está Diego de Alstom. Lleva diez minutos sin moverse, con una mano sostiene esa cara que por este rato parece la de un chico frente a los mejores títeres. �Me gusta la mezcla que hacen entre la actualidad y el 25 de Mayo�, sugiere. Los artistas han conseguido colgarle en el pecho la escarapela que otros rehuyen confundiéndola con algunos de las dádivas del marketing que aterriza en Florida. Pero Diego se la pone. Y ese gesto agrada a Juan José Pi de la Serna, subsecretario de Cultura, a cargo de la puesta en escena de la insólita propuesta. �Buenos Aires históricamente �dice a Página/12� se caracterizó por producir movimientos cívicos.� En esta línea, la representación del Mayo de 1810 busca activar �la memoria emotiva de la gente para evocar y valorar a aquellos otros viejos vecinos�. Para conseguirlo, se trabaja desde el lenguaje y los guiños que desde el guión ligan los viejos procesos a ese presente del que hablaba Diego. Y una de las figuras convocadas para lograrlo fue el músico Julio Lacarra. El recitado del músico logra en plena calle paralizar el reparto de cataratas de volantes �Internet=0 pesos, 15 minutos�. En ese juego donde Florida se convierte en un gran videoclip de imágenes fragmentadas, Lacarra consigue que Omar Abel Delsel también detenga su paso. Es un viejo porteño, cautivado por la obra, pero no sonríe. Piensa y, después, dice: �Todo muy lindo, sí, porque después de todo, acá se sabe que la Revolución de Mayo fue una revolución burguesa: el virrey se escapó porque tenía miedo de que lo cuelguen�. Y no dice nada más. Su silueta de viejo se pierde detrás de unos celulares y de la murga de vendedores de empanadas que ya hace dos siglos se fabricaban a este lado del Plata.
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