Boca necesita ganar por más de un gol para seguir en la Libertadores; a River le alcanza con el empate. Dudas por Placente y Palermo. |
El clásico entre Boca y River, versión copera, el último de la relampagueante serie de tres en 10 días, no sólo se enmarca en la gran fiesta del fútbol argentino: también dirimirá el pasaje para las semifinales de la Libertadores, y estará en juego el invicto de Américo Gallego con su archirrival y �el partido más importante� de la era Carlos Bianchi, según admitió el propio DT. Con esa expectativa se espera un marco de más de 55.000 espectadores (la recaudación se estima cercana a los 900.000 dólares), en tanto que millones de aficionados podrán verlo por televisión a través de Canal 13 (en diferido) para Capital Federal y Gran Buenos Aires, y de PSN (en directo) para el resto de la Argentina. No serán pocos ingredientes para el tercer Superclásico en sólo diez días �un empate por el torneo Clausura (1-1), en La Bombonera y un triunfo �millonario� (2-1), en cotejo de ida, disputado en el Monumental-. Pese a las bajas que sufrieron los dos equipos, la ventaja riverplatense en el primer encuentro se torna mínima, pues sólo un gol no garantiza la clasificación en un choque que encierra tantas expectativas. Si el local gana por un gol se producirá definición por penales, sin alargue por medio. Tanto River como Boca soportan sensibles bajas por lesiones, jugadores �clave� que no serán de la partida (Mauricio Serna, Guillermo Barros Schelotto, Leonel Gancedo, Eduardo Coudet, Hernán Díaz, Damián Alvarez, Marcelo Escudero y, quizá, Diego Placente). Sin dudas, la visita pierde en este rubro. Bianchi está dispuesto a lanzar al ruedo lo mejor de lo que le queda sano. Sin embargo, la última apuesta �amenaza con incluir a Martín Palermo en el banco� no siguió esa línea y por lo visto (�si ellos meten a Palermo yo pongo a Francescoli en el banco�, ironizó Gallego) no ha dado el resultado anímico esperado. Recién dentro de seis días recibirá el alta médica de la delicada intervención quirúrgica a la que fue sometido hace un semestre, y no juega desde el pasado 13 de noviembre, cuando en un partido ante Colón sufrió la rotura de los ligamentos de la rodilla derecha. En River, si bien ayer habían descartado virtualmente a Diego Placente, debido a un esguince de la rodilla derecha, esta mañana probaron al lateral izquierdo y esperarán su recuperación hasta horas antes del inicio del cotejo. La única buena noticia en el nutrido rubro lesionados para los riverplatenses es que ayer pudo concentrarse Guillermo Pereyra, quien se recuperó de su pubialgia y estaría en el banco de los suplentes. River nunca pudo llevarse un triunfo por la Libertadores en los nueve partidos que jugó en cancha de Boca, pero se mantiene invicto como visitante en la actual edición de la Copa. El final, feliz o ingrato, tendrá repercusiones en lo que resta de la temporada, más precisamente en el Clausura, donde el líder River y el perseguidor Boca son protagonistas de la carrera para ganar el título.
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