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Lo que viene lo que viene para los dos grandes después de un Superclásico que fue la bisagra del año River

Hay vida después de esta muerte

Por Adrián De Benedictis

Si bien la derrota frente a Boca que significó la eliminación de la Copa Libertadores será difícil de olvidar, a partir de ahora River no tendrá más alternativa que apuntar todos sus cañones al torneo Clausura. Y el objetivo será conservar el título conquistado el año pasado. Para ello, el trabajo del técnico Américo Gallego estará centrado en estimular a un plantel afectado anímicamente. Como la gran aspiración de este equipo era coronarse campeón de América para poder tener la revancha en Tokio, por la Copa Intercontinental, en diciembre próximo River deberá postergar su ansiedad por un año más para volver a intentarlo.
Más allá de que por estas horas seguirá planteándose el interrogante de si Gallego se equivocó o no en el planteo táctico presentado en la Bombonera, el entrenador seguramente apostará a la victoria en los últimos siete encuentros del campeonato para enterrar definitivamente lo sucedido ante Boca, debido a que una nueva frustración en el campeonato local podría desembocar en el comienzo de una crisis interna en el club de Núñez. 
Luego del 0-3 del último miércoles, el único que dialogó con el periodismo fue el propio Gallego, mientras que los jugadores optaron por el silencio. Y el técnico explicó que tuvieron �una mala noche�. Y después agregó: �Creamos situaciones de gol, pero no acertamos con el contragolpe y encima Córdoba le atajó un remate a Zapata que hubiera sido el empate�. Pero Gallego fue más allá y puntualizó: �El partido estaba para el uno a cero y los penales, pero nos encontramos con el penal para ellos. Me duele, porque la diferencia fue muy grande y eso en la cancha no se vio�. Como para darse un poco de ánimo, el entrenador destacó: �El domingo le ganamos a Unión y quedamos punteros�. 
Con este resultado, queda en entredicho la afirmación de Gallego al asumir en el cargo, allá por febrero, cuando dijo que River trataría de ganar los dos torneos porque tenía �plantel para realizarlo�. A la inversa, lo que sí cobra valor son las palabras del ex técnico Ramón Díaz antes de irse: �River no puede afrontar los dos campeonatos con este equipo. Tienen que llegar refuerzos como sea�. En ese sentido, los jugadores no pudieron torcer la historia para hacerle la contra al riojano, algo que estaba latente en el orgullo de cada futbolista.
Con muchos lesionados (Hernán Díaz, Gancedo, Alvarez, Placente, Coudet, Escudero, Ramos), Gallego tendrá que elegir lo mejor que tenga a su disposición para afrontar el tramo final del torneo. Pasado mañana recibirá a Unión, y luego enfrentará a Gimnasia (visitante), Talleres (local), Racing (V), Chacarita (L), Ferro (V), y San Lorenzo (L). En principio, para jugar la decimotercera fecha del campeonato ante los santafesinos, River jugaría con Bonano; Lombardi, Trotta (vuelve luego de cumplir una fecha de suspensión), Yepes (Berizzo fue sancionado con un partido por acumulación de tarjetas amarillas), Sarabia (Placente sería reservado); Franco, Ledesma, Zapata, Aimar; Saviola, Angel.

Boca La Copa aprieta pero no ahoga

Por Facundo Martínez

Boca está clasificado para las semifinales de la Copa Libertadores y el próximo miércoles jugará el partido de ida en la Bombonera ante el América de México. Claro que antes, mañana mismo, tendrá que viajar a Rosario para enfrentar a Newell�s por el torneo Clausura. La pregunta que se impone es: ¿Qué hará Bianchi frente a los dos torneos? �Seguiremos como hasta ahora�, atinó a decir casi por inercia el entrenador cuando se le preguntó si continuaba sosteniendo que optaba por el torneo internacional. La respuesta es ambigua, y quizás se deba a que en realidad, más allá de un par de partidos superpuestos, la lucha en los dos frentes no parece ser tan complicada, al menos en el calendario. 
Salvo contra Newell�s mañana y contra Colón en la Bombonera �y si es que Boca llegase a la final de la Copa�, Bianchi no tendría la necesidad de escatimar jugadores en el Clausura, porque el partido de la Selección Nacional contra Bolivia y el derecho a postergar el encuentro frente Unión, que se podría jugar entre el 22 de junio y el 2 de julio, son dos circunstancias favorables a tener en cuenta. De ser así, Boca podría contar con todos los titulares �a excepción de los que sean convocados por Marcelo Bielsa� tanto en la Libertadores como en las últimas cinco fechas del Clausura.
Mañana frente a Newell�s Boca jugará con un equipo que combine suplentes y titulares para reservar sus fuerzas. Pero con la intención de no regalar nada, ya que en el banco estarán Samuel y Riquelme, quienes podrían entrar de emergencia en caso de que la apuesta de Bianchi no funcione como frente a Central. Además, hay que tener en cuenta que el entrenador tendrá después, hasta el miércoles, cuatro días para recuperar tanto a los titulares que jugarán desde el inicio como a los tengan que jugar, circunstancialmente.
Que Boca esté a sólo tres unidades del puntero River y encima no tenga un fixture demasiado complicado puede hacer torcer la primera elección de Bianchi. Tras la victoria frente a River, el entrenador se mostró ambiguo al asegurar: �Ya me acostumbré a que me criticaran por jugar con chicos como contra Central. Pero quiero aclararles a los hinchas de Boca que no hay nadie que tenga mayor interés que yo, en la familia boquense, de seguir ganando en los dos campeonatos�.
Aunque todavía el entrenador no confirmó la formación es muy probable que los once que salgan a la cancha ante Newell�s sean: Abbondancieri; Burdisso, Bermúdez, Matellán, Arruabarrena; Basualdo, Battaglia, Pinto, Pereda; Ruiz y Barijho. La lista la completan Muñoz, Navas, Arce, Moreno y Giménez. Palermo no viajará a Rosario y es de suponer que Bianchi lo tendrá en cuenta, al menos como un refuerzo de importancia, para el torneo internacional. Tras los encuentros frente Newell�s, Colón y Unión, Boca tendrá que enfrentar a Estudiantes; a Gimnasia en La Plata; y por último recibir a Belgrano para terminar el torneo en Córdoba frente a Talleres.


opinion
Por Ariel Greco

El Día del Caño

Para que un clásico pueda quedar en la memoria colectiva le hacen falta detalles que le den un plus de grandeza. Nadie se olvidará jamás de aquel 3-0 de 1981 con el gol de Maradona, que dejó a Fillol y Tarantini revolcándose en el barro. O del 2-0 de 1986, cuando River dio la vuelta olímpica en la Bombonera y venció con los dos goles de Alonso, en el clásico de la pelota naranja. Son recuerdos imborrables, más allá de las camisetas. Y el clásico del miércoles será uno de ellos. Por la definición mano a mano, por la vibración del sorpresivo ingreso con gol incluido de Palermo, y por la alegría increíble de unos y la enorme frustración de los otros. Sin embargo, este clásico también va a ser recordado (o al menos debería) por una jugada insignificante para el resultado pero que da ganas de verla mil veces: el caño de Riquelme a Yepes. Román lo tiró con premeditación y alevosía. Le mostró la pelota, la pisó, amagó para que el colombiano abriera las piernas, y luego la soltó con sutileza, de espaldas a su rival, tan suave para que pasara con lo justo y le quedara nuevamente en su pie. El pobre Yepes quedó mirando al sudeste, tan desairado que ni siquiera pudo atinar a golpearlo. Que Riquelme después haya salido entre los tres defensores que lo presionaban o que unos segundos más tarde la pelota se le escapara al lateral, no cambia la ecuación. El �uhhhh� de asombro de una Bombonera que latía como nunca (iban 46m) fue casi tan increíble como el caño en sí. Además, hay un detalle que no resulta menor. Para cuidarse, a lo largo del mismo partido se hizo abuso de la ley del único recurso: revolearla de punta a cualquier lado. Si bien se podría argumentar que en ese momento era lo más adecuado, Román no se prendió en la fácil y apostó a su juego. Y de esa forma metió un caño de novela. Por eso, si en estos tiempos marketineros se institucionalizan los días del ahijado, de la cuñada o del perro del vecino, el 24 de mayo bien podría ser el �Día del Caño�.

 

 

opinion
Por Juan José Panno

Gallinas mensajeras 

Américo Arruguén Gallego cometió varios pecados capitales: fue soberbio, avaro, y ahora se muere de envidia por lo bien que le fue a Bianchi. 
Antes del partido en la Bombonera se agrandó, dijo que le sobraba paño como para jugar de contraataque, con lo que se aseguraba un gol, o ir a devolver golpe por golpe, con lo que amenazaba con golear. Pero a la hora de la verdad arrugó, inventó a Lombardi como volante, dibujó un esquema conservador en la cancha y mandó un claro mensaje a sus jugadores: �Aguantemos, muchachos�. Lo pagó carísimo. Es verdad que casi le sale bien. Y valga este dato: a los 10 minutos del segundo tiempo Boca empezaba a derretirse en su impotencia con ataques que no se concretaban y River, que manejaba la pelota, tuvo una oportunidad clarísima que Angel no concretó por una uña. Esa acción pudo cambiar el curso de la historia, pero no se dio. Por el contrario, un par de minutos más tarde, en el único error que cometió Bonano, Delgado marcó el primero. Con el 1 a 0 para Boca los dos equipos quedaron a un gol de la clasificación y por unos minutos pareció que los jugadores de Boca firmaban el empate y la definición por penales, pero Gallego redujo su ambición a cero: cuando entró Palermo, agarró el desinflador anímico y lo sacó a Aimar para que no quedaran dudas de que el que quería los penales era él (no, el de Trotta a Battaglia, claro). Gallego no es el culpable del error de Bonano, ni de que Angel no llegara por un pelito o que Córdoba atajara un par de pelotas difíciles. Gallego (¿o hay que decir Galligo?) sí es el responsable de la actitud con la que River encaró el partido. Un dato: Boca pateó 10 corners y su rival, ninguno. River tiene más equipo que Boca, pero no lo demostró porque los jugadores les hicieron demasiado caso a los mensajes que les mandó el entrenador a través de sus gallinas mensajeras.

 

 

opinio
Por Juan Sasturain 

El Cid goleador

La leyenda es vieja y hermosa, y está en el origen de la nacionalidad y de la literatura españolas. Diez siglos antes de que Charlton Heston se pusiera la cota de malla y el amor de una Sofía Loren que era mucho más linda que la probable Doña Gimena original, ya el Cid �porque de Ruy Díaz de Vivar se trata� cabalgaba la tierra castellana. Y la leyenda del héroe de la larga reconquista del territorio cristiano ocupado por los moros que cuenta el poema épico �y recitan como pueden desinformados alumnos secundarios� incluye una mítica victoria. Se cuenta que el Cid Campeador no sólo fue grande cuando hizo sentir a los árabes el peso real de su filosa espada sino más aún cuando su solitaria pero ominosa presencia fantasmal impuso temor y respeto al enemigo. Tal cual: la última batalla la ganó el Cid después de muerto. Sus hombres, sabedores del efecto que su sola presencia provocaba en los moros, acomodaron su cadáver sobre la montura del famoso Babieca y, debidamente entablillado, lo mandaron al frente a echar miedo y desbandar infieles con resultados que aún se sienten en el mapa. Cierta o no �qué importa al fin y al cabo� la leyenda es hermosa.
Algo así, incluida la dificultad de comprobar si lo que se cuenta es cierto o no, sucederá cuando dentro de algunos siglos, se agite la leyenda de aquel delantero falso, rubio y desmañado, mítico y atípico goleador, un muerto vivo que volvió del desahucio, del miedo y de las dudas en una noche mágica. Se contará que la irrupción (no por anunciada menos perturbadora) del grandote afectó a los adversarios que de pronto callaron en las tribunas y en el momento clave se paralizaron en el campo. Y será difícil de aceptar, y será más fácil pensar que no pasó, sobre todo lo del gol en el último minuto. Quién va a creerse la leyenda del Cid goleador.

 

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