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WILLY CROOK CUENTA POR QUE ESTA 
CAMBIANDO LENTAMENTE SU CONCEPCION MUSICAL
�Hoy, digo basta de ignorancia�

El músico que alguna vez fue saxofonista de los Redondos e integrante de Lions in Love dice que cada vez trabaja más para poder tocar y que sigue un método en el cual �lo que no es tradición, es plagio�. Anoche presentó en la avenida Corrientes �Versiones� y �Crük�, y sigue furioso por no haber podido rifar su auto.

Crook mezcla hoy su amor por la música negra con trabajos con música electrónica de vanguardia.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes) Los lanzamientos de los discos Versiones (con covers de temas de Curtis Mayfield, Antonio Carlos Jobim, Billy Joel y Deep Purple, entre otros) y Crük (con remezclas electrónicas cercanas al acid jazz) le sirven como excusa a Willy Crook para presentarse esta noche en el teatro Gran Rex. Y también permiten pensar que el saxofonista, guitarrista y cantante planea batir algún record: en menos de un año editó dos álbumes en vivo y ahora éstos. �Por suerte todavía no los saco a la velocidad de Calamaro�, se ríe Crook, mientras devora con fruición un tostado ajeno. �Después de Eco, que fue el último álbum de estudio, he publicado cosas que me pareció bien tener dentro del menú para compartir con el público. En realidad, estos dos que salen ahora son experimentos: uno es de versiones de temas geniales pasados por un manoseador y el otro, electrónico, es un divertimento casero... También fue porque estoy buscando la dirección del próximo disco de estudio.�
�En Crük usted trabajó la electrónica junto a Chocolate Fogo, ex Abuelos de la Nada.
�Esto empezó hace diez años, con Daniel Melingo, pero no pasó nada hasta que Choco no me arengó y agarró cosas mías para samplearlas y juguetear un poco. Mucha gente se había acercado para hablarme de hacer remixes y qué sé yo, pero nadie lo había concretado.
�¿Ahí puede estar el nuevo camino para su música?
�Si encuentro con quién trabajar, sí. A mí me hubiera gustado contar con una preproducción y un soporte tecnológico desde el primer disco, pero no se dieron los elementos. Quizá no me gusta tanto en vivo porque el hecho de que suenen cosas que uno no está tocando le quita algo de espectáculo al asunto. En especial, si uno tiene músicos que se la bancan. En el show del Gran Rex pautamos algunos comienzos algunos temas con lo electrónico, pero a medida que avanzan quedamos sólo los músicos. Es una manera de que la gente entienda que los temas son parte de Crük y que saque sus conclusiones. Nosotros también sacaremos las nuestras, porque si nos gusta como están sonando los temas, la electrónica quedará. Pero quiero que sea una herramienta más, no el centro de la música.
�Canto, saxo, guitarra y ahora electrónica. ¿Por qué usa tantas herramientas, como usted las llama?
�Porque es mortífera la tardanza entre la música que yo oigo en mi cabeza y la que sale de la punta de mis dedos. Se pierden muchísimas cosas. Ahora ensayo, incluso. Como dice mi baterista, yo digo, hoy: �Basta de ignorancia�. Ese es un gran consejo para uno mismo. Trato de repasar cosas, de escuchar más música que antes, que es mi manera de estudiar y sacar elementos. Parafraseando al bueno de Dalí, diría que mi método consiste en que lo que no es tradición, es plagio. Hay otros que tienen su inspiración natural, pero no es mi caso. Sí hay canciones que no sé de dónde vienen, pero también me gusta tener algo de dónde agarrarme.
�En alguna entrevista, usted definió su estilo como �canchero pero sensible�. ¿Puede ahondar en el concepto?
�Sí, es una especie de cancherismo asolapado, de solapas grandes, vistoso, pero que también tiene sus momentitos en los que el protagonista llora sus pequeñas melancolías fuera de cámara. No es canchero hasta la impiedad y la ceguera. Es un pequeño culto al buen gusto y nada más. Un poquito ruidoso, por momentos.
�En el concierto del Gran Rex planeaba sortear su auto, el que le dio a su banda el nombre de Funky Torinos. ¿Por qué no pudo hacerlo?
�No sucedió porque la simpática burocracia argentina no tuvo peor idea que inmiscuirse en lo que hago yo con mi propio auto. Además, estoy rodeado de inoperantes: abogados, managers, rockanpops y compañía, que no encontraron la vuelta para que yo pueda regalar o vender a un peso simbólico mi propio auto. Podría hacerlo de prepo, pero me ganaría presiones de DGI. Ynada me asegura de que vayan a pagarme la recaudación del teatro, así que no voy a hacerlo porque, a lo mejor, dejo sin cobrar a toda mi gente por mandarme una bravuconada. Voy a tener que pedir disculpas, pero en algún momento me vengaré, damas y caballeros. No puede ser que tenga que pagar miles de pesos para poner algo mío en sorteo.
�¿Por qué se le había ocurrido regalar el Torino?
�Porque lo trabajé muchísimo y al pedo. Es un auto que estaba negado conmigo. Al resto de la gente le andaba genial, pero a mí... Hace poco lo saqué un fin de semana, pero llovió y se me convirtió en una Pelopincho. Me gasté miles de pesos y un año de trabajo en ese Torino. Tiene todo: frenos nuevos, dirección nueva y el motor de otro auto que tenía, que anda a 205 kilómetros por hora. Está fantástico, pero está tan negado conmigo que ni siquiera se deja regalar.


De la segunda a la primera línea

Hace rato que Willy Crook dejó de ser un simpático y buen conversador segundón (de Los Abuelos de la Nada, de los Redonditos de Ricota), no tan discreto instrumentista pero siempre tras la primera línea. Ahora la primera línea es él: alguien que supo hacer de sí mismo un personaje mediático-musical, hecho �a su vez� a imagen y semejanza de cierto ideal de distinción decadente emparentada con una música sensual, misteriosa y profundamente sentimental. Que parte de sumar un compendio de influencias de géneros negros madre (soul, rhythm and blues, jazz, reggae), confluyentes en un híbrido al cual por momentos le cabe el sambenito �acid jazz�. Aquello era, más o menos, lo que distinguió a Big Bombo Mama, su disco �español�, grabado cuando todavía retozaban por ahí los Lions in Love de Daniel Melingo. Después, cuando la década del noventa doblaba
el codo de su segunda mitad y ya en la Argentina, lo suyo creció en sintonía con cierto revival de la música de los años setenta: un aluvión que arrastraba todo, desde la música disco y el funk hasta el gusto por las bandas de sonido de las películas blaxplotation. Junto con el inicio del esplendor de la calle Báez �y sus bares funky, pronúnciese �fonky�� y a bordo de un emblemático auto �el Torino es �fonky� también�, Crook se ganó un lugar en la maraña de la música popular argentina del último lustro. Es decir: �Cómo me 
gustaría ser negro�, pero sublimado y traducido en un estilo de tocar y cantar siempre agradable a los oídos. 

 

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