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Por Roberto Cossa

La serpiente puso otro huevito

El lunes 7 de mayo por la noche, mientras llovía en Buenos Aires, la serpiente puso un huevito.
Ante la mirada de cinco millones de televidentes y la presencia en vivo de la plana mayor de los hacedores de la televisión, se premió a un programa de radio donde obviamente se lanza una campaña insidiosa contra los inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos.
El empresario que conduce el programa subió al podio y recitó la fórmula clásica de agradecimientos y méritos compartidos. Se lo veía orgulloso con la estatuilla en la mano. Fue un premiado más esa noche, igual que actores y actrices, periodistas y autores, algunos muy queridos y respetados. Para cumplir tareas de apoyo subieron al escenario personalidades de reconocida trayectoria progresista. No faltaron en la platea hombres y mujeres que detentan firmes posiciones antidiscriminatorias.
Según la crónica del diario La Nación los aplausos fueron escasos cuando se anunció que como mejor programa periodístico había sido elegido �El 1º de la mañana�. Al parecer, esa fue la única señal de repudio que recibió el empresario Daniel Hadad durante la prolongada ceremonia.
En los días subsiguientes, programas periodísticos de distinta índole, serios y faranduleros, se trenzaron en una polémica sobre la legitimidad del premio. Muchos se sintieron molestos porque el máximo galardón se lo llevó Nicolás Repetto cuando correspondía a Adrián Suar: otros dejaron caer ciertas suspicacias sobre la elección de Ricardo Darín como mejor actor. Finalmente el premio entró en zonas de sospechas por la filtración de los nombres de varios ganadores. Se desató el escándalo.
Pero nadie dijo que en la noche del 7 de mayo se consagró a un racista. Por lo que tengo entendido, sólo el periodista Osvaldo Quiroga tuvo los reflejos suficientes. Nadie más reaccionó ante un hecho de tanta gravedad. En definitiva, las insidias que el señor Daniel Hadad lanza a través de su programa contra nuestros hermanos latinoamericanos no difiere, en esencia, a la campaña que los nazis iniciaron contra los judíos en los primeros años de la década del veinte. Los mismos prejuicios, los mismos argumentos discriminatorios, el mismo veneno que enferma a una sociedad que, Alemania en el �20 o Argentina en el 2000, perdió el rumbo.
Alguna vez en Alemania alguien dijo que la culpa de sus males la tenían los judíos. Así empezó. Años después eran masacrados cinco millones de seres humanos.

 

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