Ricardo López Murphy, Jorge de la Rúa
y Ricardo Gil Lavedra, tres personajes claves.
Por Martín Granovsky
No estaban en desacuerdo entre ellos, pero no terminaban de ponerse de acuerdo con la realidad. Esa era la situación de los miembros del gabinete nacional anoche, luego de un día infernal de idas y vueltas provocadas por la falta de una definición final sobre el recorte. Los enigmas eran tres: si todos los empleados públicos sufrirán el recorte de sueldos o habrá un piso; si los porcentajes de descuento serán distintos según la jerarquía; si se llegará a tiempo para anunciar inversiones privadas en transportes y telecomunicaciones por unos siete mil millones de dólares. Parecía seguro, en cambio, que el recorte efectivo no superaría los 600 millones de dólares. Y que el Presidente apelará a decretos de necesidad y urgencia.
El nivel de confusión ayer por la tarde fue memorable. El Gobierno difundió que haría los anuncios hoy a las 15. Después informó que dejaba la cita con la prensa sin efecto, y que el paquete sería conocido el lunes o el martes.
�Ya que el paquete está pensado mirando a los financistas de aquí y de afuera, ¿no corren el riesgo de que el establishment reaccione en contra si el lunes a la mañana no hay medidas? �preguntó Página/12 a un alto funcionario, a la medianoche.
�Es que vamos a tratar de que los anuncios no pasen del domingo �fue la respuesta.
Las vueltas llegaron a crear la sensación de que podía haber un enfrentamiento interno en el Gobierno.
Un miembro del gabinete dijo que nunca existió un choque.
�Hay conciencia en todos de que el recorte hay que hacerlo �fue su frase.
A las diez de la noche, otro integrante del círculo de confianza de Fernando de la Rúa describió así la causa de la dilación:
�Es un problema de tiempo físico. El Presidente y sus colaboradores quedaron sobrepasados materialmente para escribir con prolijidad la implementación del paquete.
Y un tercer colega de los otros dos agregó una clave:
�No se olvide de que el Presidente es un procesalista. ¿Se imagina a un abogado experto en Derecho Procesal revisando normas y letra fina? Es su especialidad y no querrá ser sorprendido.
Los funcionarios con los que habló este diario son de alto rango y habitualmente disponen de excelente información o protagonizan las decisiones del Gobierno, pero pidieron estricta reserva de su nombre.
Ninguno de los consultados dijo haber visto a Fernando de Santibañes en Olivos, el centro de las cavilaciones, pero aseguraron que el jefe de la SIDE y ex directivo del Banco Francés no busca que el recorte supere los 600 millones de dólares fijados por José Luis Machinea. Por lo menos ninguno de ellos lo escuchó de su boca, y todos coincidieron en afirmar que De la Rúa también niega que su amigo De Santibañes esté procurando un recorte mayor.
Tampoco le atribuyeron un papel de cruzado de las tijeras al ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, que en los últimos días suele lamentarse de cuánto cuesta explicar la crisis a la población:
�Al final del gobierno de (Raúl) Alfonsín la crisis se palpaba por la hiperinflación. Después, con (Carlos) Menem, todos supieron que existía el Efecto Tequila. Ahora es más difícil porque se junta el problem
CRONICA DEUN JORNADA MAS QUE COMPLICADA
Las idas y vueltas para anunciar el ajuste
Por Eduardo Tagliaferro
Después de las fiestas patrias y del duro discurso del arzobispo porteño, Jorge Bergoglio, el presidente, Fernando de la Rúa, comenzó su día con la preocupación de una definición casi excluyente: cómo comunicar las medidas del nuevo ajuste presupuestario. Tenía previsto un viaje a la provincia del Chaco, que lo suspendió para reunirse con el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf. El ajuste lo había dejado sin dormir, hasta las últimas horas de la noche anterior en la que había repasado por dónde pasaría el bisturí gubernamental.
Antes de viajar hasta la localidad bonaerense de Merlo, en la que Ruckauf reclamó una tregua política para atender las graves urgencias sociales (ver página 11), De la Rúa se reunió con el secretario legal y técnico, Héctor Rodríguez. Junto al ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, y el secretario general de la Presidencia, Jorge de la Rúa, discutieron el ajuste, analizando las posibles demandas judiciales que pudieran generarse por la proyectada reducción salarial a los empleados estatales o el cierre y despidos en algunas dependencias oficiales.
Cuando el ministro de Economía, José Luis Machinea, arribó a la residencia de Olivos, el ajuste parecía estar definido, faltaba tan sólo establecer la forma en que iba a ser comunicado. Cómo transmitir una mala noticia tratando de resaltar los aspectos positivos de ella, si es que los tiene, fue el principal motivo que condujo nuevamente a Machinea a visitar a su par de Interior, Federico Storani, en la Casa de Gobierno.
Para los funcionarios del gobierno nacional, el día parecía marchar dentro de lo previsto. Cada uno de los ministros atendía sus tareas específicas. El ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, estuvo casi todo el día en su despacho. Otro tanto sucedió con el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, que en su oficina del Palacio San Martín atendió asuntos pendientes. Cerca del mediodía, la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, había dejado su cartera para atender otros asuntos.
El vicepresidente, Carlos Alvarez, estaba en su domicilio particular. Una bronquitis que lo tiene a mal traer desde hace dos días lo condujo en forma directa del Senado hacia su cama. Todo marchaba dentro de lo previsto, salvo para la Secretaría de Medios, que tuvo que posponer la conferencia de prensa en la que se iban a anunciar las medidas. Desde el Ministerio de Economía un llamado había pedido pasar para las 15 del sábado lo que estaba previsto en un primer momento para las 12 horas. El anuncio oficial citó a las 15 en la Casa de Gobierno.
A esa altura, lo que parecía una rectificación de horario por cuestiones formales trajo las primeras dudas: el posible cierre de la agencia de noticias estatal (Télam). La versión apareció con fuerza, a pesar de que fuentes cercanas a la Secretaría de Medios insistían en señalar que es impensable que el Estado no tenga una agencia propia de difusión. A última hora de ayer, luego de las asambleas, el personal de la agencia noticiosa evaluaba la posibilidad de tomar la empresa.
A las 21.45, la calma matutina era una historia antigua. Un llamado telefónico de De la Rúa convocó al vicepresidente a la Quinta Presidencial. A pesar de su estado de salud, su presencia era necesaria: las medidas no cerraban. Un nuevo anuncio de la secretaría que conduce Darío Lopérfido rectificó el aviso anterior y la rueda de prensa se pospuso sin fecha cierta. En Olivos, el Presidente continuó discutiendo las características que tendrán las nuevas medidas. Hoy a las nueve de la mañana, el análisis del nuevo ajuste reunirá a De la Rúa con el vicepresidente Alvarez, el ministro de Economía y algunos ministros más. Las medidas le están produciendo al Gobierno un desgaste mayor al esperado. Y eso que aún no se las conoce específicamente.
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