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El ex dictador boliviano, Luis García Meza, reconoció ayer que las Fuerzas Armadas argentinas colaboraron con los narcomilitares que asaltaron el poder en Bolivia en 1980. Si bien la participación de la dictadura militar argentina en el golpe de García Meza era conocida, esta es la primera vez que es admitida por uno de los protagonistas . �Si yo revelara los hechos, todos temblarían�, advirtió el militar, que permanece en prisión en su país, aunque bregó porque se terminen las investigaciones relacionadas con los crímenes cometidos durante el año en que gobernó Bolivia. García Meza salió el jueves del hospital de las Fuerzas Armadas bolivianas, donde estuvo internado una semana, y volvió a la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro, a 20 kilómetros de La Paz, donde está recluido desde 1995. Según publicó el diario La Prensa el dictador mencionó a los paramilitares argentinos que participaron del golpe de 1980 como �agregados militares de la embajada de la Argentina en La Paz�. En esa época, el actual segundo jefe de la SIDE y ex secretario general del Ejército, Juan Ernesto Bossi, estuvo destacado en misión en Bolivia. �Yo estoy en Chonchocoro porque me he hecho responsable como cabeza de gobierno de todo lo que ha pasado en mi gobierno, entonces no hay más que averiguar ni tratar de encontrar cosas que ya han sido superadas�, manifestó García Meza al reforzar su propia opinión acerca de que la Justicia boliviana no debe indagar sobre lo que �ya está oleado y sacramentado�. El juez Alberto Costa Obregón investiga desde hace un año el destino de Marcelo Quiroga Santa Cruz, líder del Movimiento Izquierda Revolucionaria. El mismo día que García Meza y el coronel Luis García Arce derrocaron a la presidenta provisional Lidia Gueiler, un grupo de paramilitares ingresó a la sede de la Central Obrera Boliviana (COB) y disparó contra los dirigentes políticos, sociales y sindicales que estaban reunidos allí. Varios testigos aseguran que Quiroga Santa Cruz fue sacado con vida de la COB. Los sobrevivientes de ese operativo relataron que fueron torturados por paramilitares que tenían acento argentino. En su exilio en Buenos Aires, durante la dictadura de Hugo Banzer, Quiroga Santa Cruz dio clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y fue amenazado por la Triple A. Por primera vez, el dictador boliviano culpó a su ministro Arce Gómez del asalto a la sede sindical. La intervención de la dictadura argentina en el golpe de los narcomilitares bolivianos había sido confesada por el agente de inteligencia del Batallón 601 Leandro Sánchez Reisse, quien trabajó bajo las órdenes de Raúl Guglielminetti. Sánchez Reisse aseguró ante el Senado de Estados Unidos que el derrocamiento de Gueiler también contó con la aprobación de la CIA. El agente declaró que �gente del gobierno de Argentina junto con personas del gobierno de Estados Unidos, decidieron que la presencia de tropas y asesores argentinos en El Salvador, Costa Rica y Honduras, era mejor y mucho más segura que la de tropas de Estados Unidos�. García Meza contó para tomar el poder no sólo con el apoyo de militares argentinos y brasileños sino también �como admitió a la prensa local� del nazi Klaus Barbie, quien solía utilizar credenciales de coronel boliviano, y del neofascista italiano Pier Luigi Pagliai. El dictador fue condenado en 1993 por cometer asesinatos, secuestros y torturas y por estafar al Estado, así como por vender ilegalmente los diarios de campaña de Ernesto �Che� Guevara.
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