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Por Silvina Friera �La performance hay que entenderla como un elemento vital de transmisión de memoria, identidad y conocimiento. Las Madres de Plaza de Mayo se metieron donde todo estaba prohibido y encontraron una forma de manifestar y de exigir justicia�, explica a Página/12 la mexicana Diana Taylor, directora del Instituto Hemisférico de Performance y Política, de la Universidad de Nueva York. Entre sus investigaciones teatrales más importantes se destacan En busca de una imagen. Ensayos críticos sobre Griselda Gambaro y José Triana y Theatre of Crisis. Drama and Politics in Latin America. Llegó a la Argentina como parte del jurado del primer concurso internacional para traducción de obras teatrales argentinas al inglés, organizado por Argentores. �El espectáculo de la memoria: trauma, performance y política�, es el nombre de la conferencia pública que dará hoy en el Centro Cultural Ricardo Rojas, con entrada libre y gratuita, dentro del ciclo �Las marcas de la cultura� (ver aparte). �¿Qué temas desarrollará en esta conferencia? �El cuerpo y los actos corporales como transmisores de memoria. Voy a hablar de lo que yo llamo el ADN de las performances. Pienso cómo el ADN es utilizado por las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, también por los hijos, para establecer una línea genética, que creó una historia muy fuerte en este país de generaciones de traumas y activismo alrededor de eso. Lo mismo pasa con las performances: transmiten una memoria colectiva, un sentido de identidad. Pueden ser usadas por otras personas. Hay gente que no pertenece a esos grupos, pero usa estrategias similares porque es parte de una línea simbólica, que existe en la Argentina. �A esta altura, una cuestión de identidad... �Si uno lleva esos símbolos a otros países, no significan nada. La performance hay que entenderla como un elemento vital en la transmisión de memoria, identidad y conocimiento. También voy a mostrar las fotografías de Julio Pantoja, como forma de intervención política. Son una serie de fotos de hijos de desaparecidos en Tucumán. El no pertenece a ninguna de las organizaciones y no es familiar. Sin embargo, hizo las fotos como protesta política, cuando Domingo Bussi asumió como gobernador. En las fotos, la forma de mirar o de sentarse de los hijos es parecida a la que tenían los padres a la edad de ellos. Se adoptó un modo de representación que se asocia con la desaparición. Las Madres insistieron mucho y atrajeron la atención mundial hacia lo que estaba pasando en la Argentina. Cuando los hijos se metieron en la sala donde estaba Alfredo Astiz, no necesitaron pedir permiso. Las Madres se metieron donde todo estaba prohibido y encontraron una forma de manifestar y de exigir justicia. �En el contexto de las performances, ¿la memoria representa un reclamo por un espacio de amparo frente a un mundo cada vez más heterogéneo? �Sí. La performance art es también un reclamo contra todas las presiones económicas, las exclusiones. Hay gente que no tiene derecho a espacio, que no puede tener un teatro, no tiene dinero para que se publiquen las obras, entonces quedan excluidos. Las performances se pueden hacer individualmente porque su instrumento es el cuerpo. Trabajar sin recursos se convierte en un instrumento para crear otro tipo de espacio. �¿Cuál sería la responsabilidad del teatro en Latinoamérica? �No hay un modelo como en los �70, donde todos hacían teatro colectivo. Ahora hay muchos modelos diferentes, pero todos políticos y bien comprometidos. Existen grupos de teatro colectivos que son casi como la conciencia de un pueblo y también la memoria. En el caso de Perú, el grupo Yuyachkani lleva 30 años trabajando. Ellos sostienen que Perú es un país sin memoria, entonces están recopilando, recordando e integrando diferentes formas estéticas que han quedado fragmentadas. Los que viven en los centros urbanos no saben nada de lo que está pasando en las provincias, en las sierras andinas. El grupo utilizó el teatro y laperformance como forma de ir conociendo las comunidades e incorporando muchas tradiciones. Las sociedades latinoamericanas somos muy heterogéneas: no somos totalmente europeas, ni indígenas. Yuyachkani va entrenando a la población. Con la comunidad andina hacen un tipo de teatro que requiere la participación de la gente, que los sigue por la calle como si estuvieran en un pueblo. Recorren los cementerios, las prisiones, las escuelas. Pero también están los unipersonales, vistos como la conciencia pública, porque la gente ya no se fía de los políticos. En Brasil, Denise Stoclos hace unipersonales totalmente comprometidos y denuncia lo que está pasando en ese país. En México hay mujeres que hacen performances y cabaret, se critica al presidente, a la política, a la Iglesia, y son muy atrevidas. Van a verlas estudiantes, intelectuales, artistas y lesbianas. �A pesar de la heterogeneidad, hay una tendencia muy fuerte a rechazar al inmigrante en Latinoamérica. ¿Esto también sucede con lo artístico? �Me parece que los intelectuales y los artistas incorporamos a un nivel inconsciente este rechazo del otro, de no saber cómo dialogar con gente diferente. Si uno lee el teatro latinoamericano que se ha publicado, no sabría que hay una población negra muy importante en las Américas, que hay poblaciones indígenas que tienen teatro. Tenemos un margen muy limitado de lo que es la creación artística. En parte porque se piensa el teatro como una cosa textual, casi como se hace en Europa y no se acepta todo lo que sucede en América con el carnaval y las fiestas. En México y los países andinos duran entre cuatro y cinco días, bailan con trajes muy elaborados y están contando historias que sucedieron hace más de 500 años. Hay un sistema simbólico muy importante que pensamos que no existe. Me interesa pensar las performances como algo más amplio, que permita ver lo textual, pero también tradiciones y dramáticas que no tienen textos o nunca los tuvieron.
susana rivero y las JORNADAS EN EL CENTRO CULTURAL RICARDO ROJAS Por S. F.
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