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Por Inés Tenewicki  Aquel globo es un homenaje a aquella película en la que un globo rojo termina volándose en una imagen inolvidable de cielo azul. La Compañía Titiritezca hace una trasposición teatral y titiritera de la versión fílmica, con el agregado de un trabajo de teatro de sombras que, lejos de resultar en un espectáculo recargado y tecnicista, confluye hacia una obra plena de significación. Además del tributo específico a El globo rojo, un clásico de fines de los 50 del francés Albert Lamorisse esta obra de títeres es, indudablemente, un reconocimiento �formal y temático� al género cinematográfico. Las escenas con teatro de sombras en movimiento evidencian ese reconocimiento al cine, en la búsqueda de recursos que apuntan a motorizar en el teatro un lenguaje visual dinámico y cargado de representaciones plásticas. La Compañía Titiritezca nació en 1989, hizo giras por varias provincias, participó en 1993 del 1º Festival Internacional de Títeres de Buenos Aires y, en 1996, de la 1ª Fiesta Internacional del Títere de Buenos Aires. En la última temporada invernal, se presentaron en el Teatro Palermo con Historias vividas por títeres y con una adaptación propia de La niña que iluminó la noche, de Ray Bradbury.El teatro de Pedro Pomares y Verónica González consigue plasmar una galería de imágenes potentes, sacralizadas por un silencio en el que sólo se recortan algunas palabras apenas murmuradas. Los hechos son simples y se inspiran en la célebre película del chico y el globo, pero lo original de este tratamiento es una estética muy jerarquizada, a partir de una realización de títeres sugerente, una escenografía con fuertes componentes poéticos y un manejo de técnicas prolijo, certero y ajustado. Los vaivenes en la relación entre el niño y su globo no hacen otra cosa que poner en imágenes la universal búsqueda de unión con un �otro�: así, se acercan y juegan, se distancian en un reconocimiento de su distinta naturaleza, se buscan, se defienden, se despiden... un momento hondamente dramático, pero el vínculo con él renacerá en nuevos globos de todos los colores y el chico hallará consuelo en esa especie de resurrección del afecto. La obra es muy apropiada para los más pequeños, desde los dos o tres años, que acceden de esta manera a una propuesta artística de calidad, comprensible y disfrutable. Sin embargo, no hay límite de edad para poder deleitarse con esta pequeña obra, más que el determinado por la simpleza de los acontecimientos narrados. Es que se trata, evidentemente, de un trabajo que se ha nutrido de sentimientos intensos, tal como confiesan, explícitamente, sus autores: �Trabajamos con nuestras sensaciones, adquiridas de maneras diversas, vivencias compartidas, situaciones vividas, músicas escuchadas, libros leídos, unidas en un solo sitio, nuestros corazones...� Más allá del nivel en la plástica, el otro gran acierto es la destacable banda musical que crea los climas en cada uno de los cuadros de esta obra. Peer Gynt de Grieg, Scherezade de Rimsky Korsakov, Top Hat de Irving Berlin, Humoresque y Slavonic dance de Antonin Dvorak, Jerusalem de Parry-Blake y Obertura de Guillermo Tell, de Rossini, son las piezas seleccionadas para acompañar y construir la poética de las situaciones narradas por Aquel globo.
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Viernes corales y de canciones para recordar, una invitación a evocar la mejor música de todos los tiempos. Todos los