Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


recortes presupuestarios, exigencias del fmi, alto perfil politico
La Iglesia y la cuestión social

En vísperas del ajuste, obispos y párrocos abrieron fuego, apoyaron la marcha del miércoles y no ahorraron críticas. A la dura frase del arzobispo Jorge Bergoglio en el Te Deum del 25 de Mayo, le hicieron eco ayer los obispos Rey y Buccolini. Cuatro opiniones plantean la pregunta ¿nueva conciencia o búsqueda de un rol protagónico?

Obispo Rey: �No atacamos al gobierno, invitamos a la sociedad�.

t.gif (862 bytes) �¿Qué estamos haciendo para que esta situación cambie? ¿Cómo nos estamos comprometiendo para que los que hoy estén pasando hambre en el país empiecen a vivir en una situación distinta y no los dejemos marginados o excluidos?� Con estas palabras, el obispo de Zárate-Campana monseñor Rafael Rey pidió a la sociedad que se pregunte qué hace por los pobres. Sin ambigüedades, el prelado que estuvo a cargo de Caritas volvió ayer a poner el acento en las injusticias producidas por las políticas de ajuste. Para ello, destacó la homilía del arzobispo porteño, Jorge Bergoglio, en el Te Deum del 25 de Mayo que se celebró en la Catedral, con la presencia de toda la plana mayor del gobierno nacional. �Ha sido un fuerte llamado a la sociedad entera para que nos pongamos a trabajar más seriamente, a fin de hacer lograr que la situación cambie totalmente�, explicó Rey. 
Monseñor Rey también se preocupó en aclarar el alcance de los cuestionamientos de Bergoglio. �No debemos interpretar que es un ataque al gobierno actual, sino que es una invitación a la sociedad entera�, destacó. Quien también se encargó de volver a echar culpas sobre el Fondo Monetario Internacional fue el párroco de la Parroquia Nuestra Señora de Balvanera, monseñor Osvaldo Musto. Ayer, ante los requerimientos de una radio, el sacerdote criticó otra vez al FMI. �Hay que revisar esas instituciones para que tengan más equidad ya que estos ajustes estructurales, que exigen ajuste tras ajuste, recaen siempre sobre los que menos tienen�, cuestionó. Según Musto, el organismo financiero �está llevando a un proceso de globalización que está siendo excluyente, porque las decisiones se toman en organismos que están fuera de nuestros países y por un puñado de hombres�.
Preocupado por los �temas de reforma y ajustes� que se viven en el país, el obispo de Río Gallegos, monseñor Alejandro Buccolini, pidió ayer al Equipo de Pastoral Social del Episcopado que intervenga en forma urgente. El obispo manifestó su preocupación por �la posible desaparición de la agencia de noticias Télam� porque �hay que tener en cuenta la invasión de capitales extranjeros en nuestros medios de comunicación� y, además, expresó su descontento ante la posibilidad de un recorte presupuestario a las universidades nacionales, porque �ya han sido diezmadas en sus fondos� (ver más detalles en la página 2). 
De esta manera la Iglesia volvió a expresar sus cuestionamientos, pero con la nueva impronta que caracteriza a sus planteos de los últimos tiempos. Las demandas, exigencias y críticas al Gobierno son ahora mucho más concretas y precisas. Hace cuatro días, por ejemplo, el cardenal Raúl Primatesta, anunció públicamente su apoyo a la movilización contra el FMI, convocada por la CGT Rebelde. Guillermo García Caliendo, secretario de Pastoral Social, la comisión que preside Primatesta, explicó el 24 de mayo pasado que �se trata de tener unidad con sectores sociales para encarar una política firme que diga basta al FMI con su política de ajuste�. Unos días antes, el 11 de mayo, el cuestionamiento de la Iglesia había partido de la Casa María Auxiliadora, en San Miguel, donde se reúnen los obispos para sesionar. Desde allí, exigieron al Gobierno que se garantice a los pobres y excluidos el derecho a la tierra. Pero la crítica más potente, más importante y menos esperada se escuchó de boca del futuro cardenal y arzobispo de Buenos Aires. En el púlpito de la Catedral, en el tradicional Te Deum del 25 de Mayo, Jorge Bergoglio recitó su sermón con una metáfora muy crítica: �Algunas promesas y enunciados suenan a cortejo fúnebre: todos consuelan a los deudos, pero nadie levanta al muerto�. 

 

 

Por Fortunato Mallimaci*.
Crítica a la modernidad globalizante

Las recientes declaraciones de los arzobispos de Córdoba y Buenos Aires han llamado la atención en algunos sectores. Para quienes venimos investigando estos temas no se trata de algo nuevo: se inscribe en una continuidad de larga crítica a la modernidad, hoy expresada en la globalización. Si las críticas a la modernidad capitalista no son nuevas, ¿qué ha cambiado en la sociedad argentina para que encuentre mayores ecos? ¿Por qué hoy alzan la voz estos prelados cuando ayer nomás apoyaron al terrorismo de Estado de Videla y Massera, y dieron condecoraciones al presidente Menem por su lucha contra el aborto?
El catolicismo es un mundo y un laberinto, con grupos y divisiones internas, en el que las relaciones con el conjunto de la sociedad son múltiples y complejas. Una pregunta es central: ¿Cuál fue el proceso que permitió a la Iglesia Católica recomponer, en poco más de quince años, su imagen en la sociedad?
Para ello fueron necesarios cambios en su propio seno y especialmente transformaciones del contexto. Por un lado, el actual crecimiento y heterogeneidad de la pobreza junto a un desempleo perdurable y el quiebre profundo del Estado de Bienestar llevan a una situación de incertidumbre, amenaza, miedos y frustraciones a una porción considerable de la sociedad. Frente a esta realidad, las voces legítimas y legitimadas, especialmente a nivel de partidos políticos mayoritarios, de grupos empresariales y sindicales, oscilan entre el apoyo irrestricto �al modelo� y algunos cuestionamientos a los �cómos�: menos corrupción, más transparencia, mejor asignación del gasto, etc. El oficialismo y la oposición partidaria con posibilidades de alternancia no difieren profundamente en las fórmulas ya conocidas del �ajuste sin fin�.
Es en ese vacío donde se destaca la presencia católica. La crítica no es nueva sino que proviene de una extensa, profunda y diversa matriz de intransigencia y combate de la modernidad económica, social y cultural. Hoy, quebradas las experiencias de los países comunistas, el movimiento católico hace de su crítica al �capitalismo salvaje� uno de sus principales ejes de acción, de recuperación identitaria, de encantamiento y de construcción de una nueva utopía católica.
A su vez la importante ayuda social de la Iglesia Católica va acompañada con una deslegitimación discursiva creciente por parte de la institución tanto a nivel nacional como internacional: se denuncia en Buenos Aires, San Pablo, La Habana o Roma el �modelo neoliberal�, el �individualismo hedonista�, la �destrucción de las familias por el actual crecimiento de la pobreza, la desocupación, el aborto y la globalización excluyente�, todo como formando parte de la misma concepción.
El discurso antiliberal o antineoliberal católico puede así producir afinidades con grupos y personas de diferentes orientaciones (derecha, izquierda o antisistémica), hoy también enfrentadas �desde otras perspectivas� al modelo hegemónico del mercado único.
Esta acción eclesiástica episcopal no debe hacernos perder de vista el conjunto. Otros católicos, por ejemplo, encuentran hoy en la crítica social o simbólica al actual �estado de malestar� un nuevo sentido a su vida. Pero, a diferencia de décadas anteriores, donde esa protesta se expresaba en términos políticos y partidarios, hoy se realiza desde la acción cotidiana de la �ayuda solidaria� y �acompañando� las diferentes demandas. En la mayoría de los barrios y parajes, los católicos allí insertos son reconocidos y buscados más por su acción social que como �especialistas de lo sagrado�.
Frente a este panorama de vacíos partidarios y de no respuestas a las necesidades angustiantes de los ciudadanos circulan en la Iglesia Católica diversas perspectivas: unos buscan rehacer sus viejas alianzas autoritarias tanto cívicas como militares, un grupo quiere aumentar su �clientela� refirmando la �verdadera identidad católica� y así competir con otros movimientos religiosos, y están quienes quieren acompañar aempobrecidos y vulnerables en la profundización de la democracia desde la pluralidad y la diversidad.
Que la Iglesia Católica gane confiabilidad y que aparezca hoy con prácticas y discursos de oposición de los que se nutren amplios sectores políticos y sociales nos enseña que la relación entre catolicismo, sociedad y Estado es un proceso abierto, fruto de la dinámica de los distintos actores presentes en un momento histórico determinado.

* Decano Facultad de Ciencias Sociales-UBA, e investigador Conicet.

Por Jose Maria Poirier*.
Entre la fe y las opiniones

La Iglesia es una comunidad unida por la fe, una familia que se reconoce en la persona y en el mensaje de Jesús. Compartir una fe no significa de hecho �y no debería significar por principio� tener ideas comunes en política, en cultura, en ciencia o en arte. La pluralidad no sólo es sana, sino que es imprescindible si no se quiere caer en formas de integrismo.
En este sentido, en la Iglesia hay opiniones, reflexiones, sensibilidades muy diferentes, cuando no enfrentadas. No todas son, claro, igualmente felices. Ni podrían serlo. Estas diferencias no necesariamente atentan contra la unidad, en todo caso contra la indeseable uniformidad. 
Dejando de lado las malas intenciones que pueda o no haber en ciertos gestos, palabras o declaraciones �lo cual entraría en el ámbito de la ética�, es importante el esfuerzo personal por discernir siempre entre lo que hace directamente a la fe y lo que es opinable por naturaleza. Opinable no quiere decir que todas las opiniones, fundadas e infundadas, valgan. Ese es otro debate pendiente.
Pero buscar un mensaje único y unívoco en estas cuestiones constituye, a mi juicio, un error de enfoque. Tanto en quien observa y juzga como en quien se expresa como si tuviera toda la verdad.
Algo que sí vale la pena anotar es que todo lo que colabore con el bien de los hombres y las mujeres, con la justicia y la participación, con la convivencia ciudadana, con la solidaridad y la libertad, es también tarea obligada de quien se sabe cristiano. Valores que se desprenden del Evangelio y que se han ido comprendiendo, aun a través de los errores, enla historia. 
Mal pueden llevarse la injusticia, la corrupción, la impunidad, el espíritu corporativo o la violencia con los contenidos evangélicos.
En temas sociales, políticos y culturales hay que tener la decisión de pensar libremente y de dialogar sin prepotencias.

* Director de la revista Criterio.

Por Jesus Olmedo*.
Los preferidos de Cristo 

A nivel de la Iglesia en total, de todos los creyentes, en la Argentina no estamos a la altura del Evangelio de Jesucristo. Creemos en Cristo, que plantea el tema de la igualdad y la fraternidad. Pero estamos un poco lejos del Evangelio como cristianos y como comunidad eclesial del Evangelio de Jesucristo, que predicaba la igualdad y la fraternidad, por las diferencias sociales y económicas tan hirientes que existen en la sociedad argentina. En una misma eucaristía, que es el centro de la fe cristiana, participamos los pobres y los ricos, los que poseen las riquezas y los que sufren la exclusión, los explotadores y los explotados. Y eso es también algo que va en contra del mismo mensaje de Cristo, que dice que la eucaristía es comunión de vida y de bienes. 
En la jerarquía de la Iglesia estamos notando un gozoso avance en la denuncia de las situaciones de injusticia, tanto a nivel de la Conferencia Episcopal Argentina como de gran parte de los obispos. Nos parece que ha sido muy positivo haber escuchado al Papa, que insistentemente en el Año Jubilar habló de los problemas sociales, de la exclusión de los pobres y de la deuda externa. También son un hito importante las declaraciones del nuevo nuncio que, de acuerdo con el Papa, vuelve a insistir en la denuncia social y en la preocupación por los pobres. En este contexto, interpreto la toma de postura del cardenal Primatesta �la Pastoral Social de la Iglesia apoyó la movilización del 31 de mayo contra el FMI� y las declaraciones del obispo de San Juan sobre el tema de la deuda externa. Y son positivas las palabras del arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio. Sobre todo me parecen un gran avance los tres documentos de la última Conferencia Episcopal sobre el tema de las tierras, las cárceles y los indocumentados. Son claros y proféticos. 
Esto no quita que a nivel de obispos y sacerdotes nos queda todavía mucho para comprometernos de verdad y con todas las consecuencias en la denuncia de las injusticias y en la preocupación por los pobres y marginados. Los pobres en la Iglesia están recuperando su lugar auténtico: los preferidos de Cristo. Se les está dando más espacio y mayor participación. Ellos, los pobres, en la Iglesia nos pueden ayudar muchísimo a entender y vivir el Evangelio de Cristo.

* Cura párroco de La Quiaca, Jujuy.

Por Ruben Dri *.
Hegemónicos y sinceros

La Iglesia es uno de los culpables de que en nuestro país se haya impuesto el neoliberalismo. En 1991, Juan Pablo II nos recomendaba en la encíclica �Centesimus Annus� que adoptáramos la �economía de empresa�, de �mercado� o simplemente �economía libre�. Carlos Menem asumió en el año �89, para cuando el Papa designa a Antonio Quarracino primero como arzobispo primado de Buenos Aires y luego como cardenal. Quarracino apoyó el plan neoliberal implementado por Menem. Cuando se le preguntó por el costo que significaban los ajustes, Quarracino respondió: �Todo ajuste va a suponer ciertamente conflicto y situaciones difíciles. Ningún país, ni de derecha ni de izquierda, levantó cabeza sin una cuota de sufrimiento�. En aquel momento, Quarracino expresaba al ala hegemónica del Episcopado que recién en 1994 comienza a romperse, cuando empiezan a sentirse los efectos de los ajustes. Entonces, comienzan las protestas sociales y varios sacerdotes y obispos se hacen eco: Miguel Hesayne, Jaime De Nevares, Joaquín Piña y otros. El menemismo atenuó el conflicto sobreactuando en todo el aspecto de la sexualidad, especialmente el aborto. Con su discurso acerca de lo que la Iglesia denomina el problema moral, Menem contrabalanceó la creciente resistencia dentro la Iglesia a sus políticas. 
Actualmente, los efectos del plan neoliberal no solamente están a la vista, sino que están originando problemas sociales de todo tipo. Pero ahora la Iglesia se siente con las manos libres porque ya no tiene un gobierno que sobreactúa como lo hacía Menem en el plano de la moralidad, y queda ahora como la única defensora de los pobres. Hay que distinguir la preocupación genuina de sacerdotes y obispos que ya antes se manifestaban en contra del neoliberalismo, de la actitud más oficial �encabezada por Jorge Bergoglio�, que evidentemente tiene todo un proyecto de hegemonía eclesiástica. Ese proyecto apunta a que la Iglesia tenga un papel protagónico y mayor influencia en la sociedad y en la política a partir de manifestar la preocupación por el problema social. 
* Profesor de Sociología de la Religión (UBA).

 

PRINCIPAL