Por Romina Calderaro
�Yo quiero ser uno más, nada especial�, le dijo Carlos Menem a la producción de �Sábado Bus� cuando le preguntaron si quería algo particular para su participación en el programa de Nicolás Repetto. El deseo del ex presidente se hizo realidad: lejos ya los tiempos en que todos le dejaban ganar al tenis �y a cuanto deporte que se le ocurriera practicar�, Menem perdió ayer un auto a manos del actor español Manuel Banderas. Aunque el hombre llegó a la final, su rival demostró ser más ducho en el arte de embocar corchos en copas de vidrio. En el momento de la definición, la tensión era máxima y más allá de las adhesiones y rechazos que pueda despertar el ex presidente, en el backstage del estudio todos hacían fuerza para que ganara.
La negociación de la producción de �Sábado Bus� para que Carlos Menem fuera al programa comenzó en diciembre del año pasado, cuando dejó el gobierno. En ese momento, el ex presidente prometió que iría. Pero el tiempo pasaba y Menem no daba señales de vida. La producción retomó el diálogo con él y finalmente logró que confirmara su presencia. Cuando le preguntaron qué quería comer �cada uno de los nueve invitados al programa elige su menú� dijo que locro y empanadas. Cuando le consultaron si necesitaba algo en particular, aseguró que su deseo era ser �uno más� entre los invitados. Lo presentaron último, después de Manuel Banderas, Violeta Rivas, el actor Luciano Castro, la actriz Milly Steckman, el compositor Mariano Mores, la modelo Andrea Bursten, el futbolista Ariel �El burrito� Ortega y la actriz Ester Goris. Menem salió de un ómnibus tamaño natural que forma parte de la escenografía del programa y bajó las escaleras mecánicas rodeado de chicas semidesnudas que acompañaban la aparición del ex presidente con grititos de alegría. �Ahora se para la escalera�, bromeó uno de los periodistas que estaba en el backstage, directa alusión a la fama de yeta del ex presidente.
Pero la escalera no se paró y Menem logró llegar a su mesa. Que compartió con Mariano Mores �uno de sus artistas predilectos� y uno de los únicos invitados que lo aplaudió, junto al Burrito Ortega y Banderas. Aunque su presencia había convocado a un importante grupo de periodistas, Menem no fue la estrella, habló la misma cantidad de tiempo que los otros invitados y pasó largo rato escuchando y mirando por el monitor las secciones fijas del programa. En una, La Villana, Ester Goris aparecía con poca ropa y en otra ese rol lo cumplía Andrea Bursten. Mientras comía su locro, Menem también miró atentamente el Macho Bus, una producción en la que Luciano Castro, uno de los boxeadores de Campeones, aparecía en slip de leopardo, con champagne y coqueteando en un auto con dos chicas. En todos los casos, Menem aplaudía. En los cortes, jugueteaba con una servilleta amarilla, se dejaba maquillar o conversaba con Mariano Mores. Los bloques avanzaban, y Menem seguía en carrera para ganarse el auto cero kilómetro que es el premio todas las semanas. Su nombre y el de Manuel Banderas fueron los dos elegidos para la gran final de los corchos. Menem ya había hablado superficialmente el poder, de su voluntad de volver a postularse en el 2003 �para servir a la gente�, de Zulema Yoma, �se equivocó cuando se casó conmigo�, bromeó, y de la muerte de su hijo. En el último bloque se midió con Banderas. �Mirá que a éste no le gusta perder a nada�, le advirtió Repetto. �A mí tampoco�, retrucó el actor, que finalmente terminó embocando dos corchos en las copas, contra uno del ex presidente. El español terminó llevándose el auto, para desazón de los que miraban la competencia fuera de cámaras y querían que ganara El Turco.
opinion
Por Juan Sasturain |
Las cosas del poder
Justo a él que, familiarmente bodeguero, siempre anduvo y sigue andando entre botellas de vino, le vino (de venir) a fallar la ecuación corchocopa. El quinto tiro del andaluz Manuel Banderas le embocó el cilindro de alcornoque por segunda vez en una de las tres copitas de cristal y dejó en manos del ex basquetbolista petiso y veterano la última oportunidad de seguir en carrera. Carlos Menem una vez más tiró bien �todos sus tiros fueron bastante orientados, no mandó ningún corchito a los caños� pero una vez más, raro en él, la parábola quedó corta. El actor de Las Cosas del Querer dio un salto de alegría y se quedó con el auto. El experto en Las Cosas del Poder sonrió medido, casi triste como toda la noche, y se quedó con las ganas de donarlo. Después se abrazaron, Repetto se metió en el medio y con los títulos se fueron dos horas de Menem light e intermitente por televisión. Todos se preguntaron a qué fue. La expectativa morbosa apostaba al ridículo, a la audacia, a cierto descontrol. Pero no. El personaje Menem que la tele convoca hoy cuando el político Menem no convoca nada, fue a la tele, paradójicamente, a desdibujarse, a alivianarse. Demasiado cargado, acusado, saturado de rasgos fuertes y connotaciones subrayadas durante demasiado tiempo, Menem no necesita el aparatoso perfil bajo y la no notoriedad del silencio y los anteojos negros sino, paradójicamente, algo más sutil y elaborado: la trivialización. Menem es en este momento uno menos. La sociedad lo restó, se recompone sin él o a partir de su ausencia. Por eso, este primer paso hacia el objetivo final siempre presente �recuperar el poder, o el poder de poder� apunta a ser reconocido apenas como uno más. |
|