Por Miguel Bonasso
Los dos misteriosos testigos que participaron del cónclave en la cárcel entre el operador menemista César Arias y Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, en agosto y setiembre de 1998, confirmaron a Página/12 un aspecto clave de la denuncia que hizo el ex guerrillero a este diario: en un momento dado del primer encuentro, el enviado de Menem los hizo abandonar la celda para hablar a solas con el preso. Cuando salieron al patio, afirmó Gorriarán en la entrevista, Arias le propuso involucrar al ex presidente Raúl Alfonsín en el trágico ataque al cuartel de La Tablada. Uno de los dos testigos es nada menos que la doctora Alicia Rodríguez, que trabajó durante seis años con César Arias como asesora de confianza. Aunque está dispuesta a testificar ante la Justicia y reconoció objetivamente los hechos, la abogada no quiso dar opiniones ni revelar lo que supo acerca de aquellas negociaciones secretas, �por una razón ética elemental: no voy a traicionar la fe que Arias depositó el mí�. El segundo testigo entrevistado es Martín Jaime, actual secretario general de la Sociedad Argentina de Músicos (SADEM), un personaje novelesco en sí mismo: músico �metalero�, escritor, conductor de un programa de rock en ATC y antes militante del PRT-ERP que estuvo nueve años prisionero de la dictadura militar en el célebre �pabellón de la muerte� de La Plata. Ambos testigos fueron los negociadores designados por el diputado menemista y el ex guerrillero para organizar sus encuentros.
Alicia Rodríguez es una mujer abierta, simpática, de códigos muy nítidos, que reconstruyó la historia de los polémicos diálogos poniendo límites muy respetables. Conoció a Martín Jaime a través de un amigo común y el dirigente gremial de los músicos le propuso abrir un diálogo entre el �maquiavélico Arias� y su admirado amigo Enrique Gorriarán. Alicia le llevó la propuesta a su jefe y éste aceptó de inmediato. Jaime �dice él mismo� lo hizo desde su definición política, �muy personal, cada vez más anarquista que marxista� que le permitió ser �el único `zurdo` de la CGT de Saúl Ubaldini y el MTA de Hugo Moyano�, verse con el general Martín Balza y dirigirle una carta a Saúl Menem en procura de la definitiva �pacificación del país�. La jugada de un hombre carismático, de múltiples pasiones, ensombrecido por el asesinato de una hija de dieciséis años. Un duro que ha recibido amenazas de grueso calibre (�flores mortuorias en el moisés de mi hijo más pequeño�) y �un asalto trucho� por sus reiteradas visitas al prisionero más vigilado de Villa Devoto. Que, por esas fechas (1998), comenzaba a elaborar también una propuesta de pacificación que sólo excluyera a los que habían cometido �crímenes de lesa humanidad�.
Gorriarán estuvo de acuerdo en ir a un diálogo con Arias y designó a Martín como representante. El músico y �la doctora Rodríguez�, delegados de los dos personajes, empezaron a reunirse en la confitería El Solar de la Abadía. En uno de esos encuentros se acordó que los tres irían a Devoto, en absoluto secreto. La visita se concretó el 22 de agosto de 1998. Allí Gorriarán realizó una extensa exposición sobre la necesidad de emprender un real proceso de paz y búsqueda de la verdad, que fortaleciera a las instituciones democráticas. Cuando ya se habían parado para irse -recuerda Alicia�, César Arias le dijo textualmente: �Esperame afuera un segundo�. Gorriarán advirtió que Arias quería hablar a solas y le hizo una discreta seña a Martín Jaime. Los dos intermediarios dejaron la celda y se quedaron esperando en el patio contiguo.
¿Qué ocurrió después, cuando el intermediario de Menem quedó a solas con su colaboradora? ¿Cuál fue su comentario sobre el cónclave y esos breves minutos que permanecieron a solas? Eso es precisamente lo que Alicia Rodríguez no quiere revelar para no defraudar la confianza que le dispensaba su antiguo jefe. �Si me veo obligada a declarar ante la Justicia lo haré �le explica al cronista�, pero a usted, discúlpeme, no puedo decirle nada.� En el segundo encuentro �en el que Martín Jaime no participó�, Arias y la doctora Rodríguez fueron sorpresivamente escrachados por una fotógrafa y un reportero del diario La Nación cuando ingresaban a Devoto, el sábado 12 de setiembre de 1998 al mediodía. Según la antigua colaboradora de Arias, su jefe se sintió molesto por el episodio y la visita que se preveía larga se redujo a diez minutos. Gorriarán �recuerda Alicia� también parecía muy disgustado por la situación. (De hecho, en la entrevista con Página/12 insinuó su sospecha de que el supuesto �escrache� hubiera sido urdido por el propio Arias que, en ese caso, habría fingido enojarse ante su asesora. La �señorita que lo acompañaba�, según el relato de La Nación.)
Arias, recuerda la abogada, dejó sobre la mesa el texto que traía: un proyecto de ley reglamentaria del artículo 36 de la Constitución, que había redactado el legislador con la asistencia de ella misma y llevaba las firmas de otros diputados del PJ entre los que sobresalían Saúl Ubaldini y Carlos Soria. El proyecto, que a Gorriarán le pareció �excelente� y �demasiado bueno para ser aprobado�, contemplaba duras sanciones contra quienes atentaran contra el orden institucional y el sistema democrático y no sólo con las armas sino con �maniobras financieras que produzcan una seria conmoción pública�. Un proyecto que invalidaba como eximente del golpismo a la obediencia debida y garantizaba el derecho de �resistencia a la opresión�.
Días después del fallido encuentro, Gorriarán le envió una carta a César Arias comentándole elogiosamente la propuesta legislativa �que recoge objetivamente �y con valentía� la triste experiencia pasada y que �de aprobarse� sería un valioso aporte a la estabilidad democrática futura�. En esa carta le plantea seguir el diálogo, a pesar de que ya sospecha de las verdaderas intenciones de Arias: �El montaje de una operación para hacer aparecer a Raúl Alfonsín como cerebro de La Tablada, complicarle la interna a la Alianza y favorecer el proceso de re-reelección en que estaba embarcado Carlos Menem�. No quería denunciar todavía la propuesta que le había hecho a solas, hasta que se agotaran las posibilidades de conseguir la libertad de los presos. Que sería precisamente lo que está ocurriendo en este momento.
La denuncia de Gorriarán, publicada por Página/12 el domingo último, motivó la inmediata reacción del operador menemista, que lo amenazó con una querella por calumnias. Gorriarán, a su vez, replicó desafiando a César Arias a querellarlo y probar ante la Justicia que miente. Los testimonios de Alicia Rodríguez y Martín Jaime (pero especialmente el de la abogada) le suman puntos a favor al relato del ex guerrillero. Aunque no puedan dar cuenta de ese contenido que está registrado por las cámaras de video (y las cintas grabadas) del Servicio Penitenciario Federal. El mismo que se apresta a filmar, dentro de pocas horas, la peligrosa huelga de hambre que iniciarán �sine die� los presos de La Tablada.
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