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River es individual y
colectivamente mucho más que Unión, se sabe. Pero nada de eso se notó
en la cancha por varias razones:
1) Los visitantes ganaron en
todo el primer tiempo, y parte del segundo, la pelea de la mitad de la
cancha. Tuvieron precisión, orden y prolijidad para salir jugando desde
el fondo sin desesperarse.
2) El tridente
Aimar-Saviola-Angel estuvo desafilado. Aimar, en algunos pasajes del
primer período, amenazó con agarrar la manija, pero se fue en amagues.
Angel y Saviola, nada.
3) El voluntarioso Zapata, que
aportó más coraje que otra cosa, fue la figura de su equipo.
4) Cabrol y Fernández tuvieron
muchas facilidades para manejarse entre la franja central y los tres
cuartos de cancha, dejando testimonio de su presencia.
5) No se notaron diferencias
entre Passet y Bonano: los dos sacaron pelotas muy difíciles; los dos
tuvieron igual trabajo, pese a que River dispuso más tiempo del balón.
6) Los santafesinos supieron
aprovechar los vientos que le soplaron a favor; River, no.
7) Unión, aunque refugiado en
su propia área, terminó más entero que River, cuyos jugadores pagaron
el desgaste de una semana muy movida.
8) El equipo de River quiso
pagar al contado y en pocos minutos las deudas pendientes con los hinchas,
pero lo único que logró fue incrementar su déficit.
9) Unión ayudó a la buena
suerte.
10) River fue cómplice de sus
desgracias.
Lo mejor del partido fue el
golazo del peruano Juan José Jayo. A los 44 minutos del primer tiempo
recibió un pase de Cárdenas unos metros más allá del círculo central,
lo vio un poquito adelantado a Bonano y le pegó. La pelota voló a gran
velocidad, se levantó unos centímetros después de rozar en los dedos
del arquero, pegó en el travesaño y estalló en el fondo del arco.
Golazo, el primero de Jayo en la Argentina, parecido al que este mismo
jugador había hecho contra Chile en las eliminatorias para la selección
peruana.
River empató a los 14' del
segundo tiempo con un hermoso derechazo de Zapata, a ras del piso, que rozó
el palo y Unión liquidó el juego a los 20' cuando Cabrol coronó una rápida
jugada de contraataque iniciada por Cárdenas y despedazó la banca. River
ahora tendrá un par de semanas para reponerse física y anímicamente, y
demostrar (y demostrarse) que sigue siendo el principal aspirante al título.
NO
LE PERDONAN A GALLEGO LA DERROTA EN LA BOMBONERA Por
Adrián de Benedictis
"Gallego: es hora de
contestarte, 21/4/00, para estar en la bandera de Ramón y Angelito tenés
que sentir y hacer lo que el hincha de River y la historia marca: ir al
frente", firma "Los Borrachos del Tablón". Esa era la
frase que se podía observar en una de las banderas de la tribuna local.
En otro sector, el mensaje era dirigido hacia un grupo de jugadores a los
cuales se los acusaba de "no dejar todo cuando se juega contra
Boca". Pero la inscripción que seguramente más le dolió a Gallego
fue una pedía la vuelta de Ramón Díaz. Todos esos mensajes fue los que
recibió ayer Gallego en el estadio Monumental.
Más allá de la posición que
tomó la hinchada, la Comisión Directiva de River le ofrecería a Gallego
esta semana la renovación del contrato por un año más. Es decir, como
el actual vínculo vence el próximo 31 de diciembre, los dirigentes
pretenden prolongar el trabajo del técnico hasta diciembre del 2001. Pero
a partir de este momento que atraviesa el equipo, algunos miembros de la
comisión no estarían tan convencidos de ofrecerle la continuidad al
actual entrenador. Precisamente, para fines del año que viene se producirán
las elecciones , donde el vicepresidente Alfredo Dávicce y el ex
presidente Hugo Santilli encabezarán las dos listas principales.
En la tarde de ayer, mientras el equipo perdía su invicto ante los
santafesinos, desde la tribuna general de River se podían escuchar cantos
como "Oi, oi, oi, oi... es el equipo de Ramón", "... Ramón
va a volver". Cerca del final, cuando el 1-2 era inmodificable, la
hinchada entonó un hiriente "... Tolo sos cagón", y "la
camiseta de River se tiene que transpirar...". Antes de comenzar la
serie de tres clásicos con Boca, Gallego había dicho que esos partidos
"serán la guillotina para uno de los dos técnicos".
Seguramente, Gallego nunca se imaginó que esas palabras resultarían tan
filosas.
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