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Lo notable del estudio es lo
parejo de los resultados en todas las localidades y clases sociales. El
segundo cordón urbano del Gran Buenos Aires, zona particularmente
castigada por la crisis social, mostró resultados apenas divergentes de
la mucho más próspera Capital Federal. Así, un 88,8 por ciento de los
habitantes de la zona más marginal vio aumentar su chance de perder el
trabajo, y un 81,1 por ciento de los porteños dijo ver el mismo duro
panorama. Entre estos extremos tan cercanos, está el primer cordón
(86,3) y el interior de la provincia (81,1 por ciento).
Al salario real no le fue
mejor. El primer cordón suburbano arrojó el peor resultado, con un 80,1
de los encuestados afirmando que aumentó el riesgo de ganar menos. En la
otra punta, los porteños declararon el mismo temor en un 71,9 por ciento,
una diferencia de menos de nueve puntos.
Las distancias no aumentan gran
cosa si se dividen los resultados por clases sociales. Respecto al empleo,
aquellos con ingresos por grupo familiar superiores a los 2000 pesos
mensuales confesaron que sus preocupaciones aumentaron en un 77,1 por
ciento. La camada más pobre, con ingresos reales por familia de menos de
500 pesos, admitió el mismo temor en un 88,5 por ciento. Entre los 501 y
los 1000 pesos, el porcentaje es de 83,5, mientras que entre aquellos que
ganan entre 1000 y 2000 es del 83,7. Los que están tranquilos son una
ilustre minoría: 3,3 por ciento entre los más pobres, 0,7 por ciento
entre los más prósperos.
Cuando se trata del temor a
ganar menos, el panorama es el mismo. El 77,3 por ciento de los que ganan
hasta 500 pesos por grupo familiar temen que van a ganar menos. Entre los
501 y los 1000 pesos de ingreso, el porcentaje es de 76,8, y entre los que
ganan de 1000 a 2000 es de 77,3 por ciento. El grupo más próspero, que
tiene ingresos familiares superiores a los 2000 pesos, teme verlos
descender en un 73,4 por ciento. Nuevamente, los porcentajes de tranquilos
son ínfimos: 1,1 por ciento entre los más humildes, 1,8 entre los más
pudientes.
La inseguridad laboral y
salarial tampoco discrimina por sexo o edad. Mientras que un 83,1 por
ciento de los hombres temen quedarse sin trabajo, un 83,9 por ciento de
las mujeres siente lo mismo. Un 78,8 por ciento de los hombres piensan que
ganarán menos, mientras que el 73,9 de las mujeres creen lo mismo. Los jóvenes
entre los 18 y los 29 años tienen expectativas negativas en un 85,3 por
ciento, mientras que los mayores de 60 las comparten en un 81,5 por
ciento.
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