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Xenofobia y venganza como telón de fondo de un crimen en Berazategui

Una agricultora paraguaya fue violada y asesinada. Igual destino sufrió hace un año otra mujer, de origen boliviano.


Por Pedro Lipcovich
t.gif (862 bytes) La violación y muerte de Estela Cáceres, de 49 años, cuyo cadáver fue encontrado el sábado en el Parque Pereyra Iraola, plantea un enigma que entrelaza los padecimientos de los quinteros del lugar con difíciles preguntas sobre la actuación judicial y policial en la zona. Un año antes, en el mismo lugar, fue también violada y asesinada Aurora Bejarano, de 42 años: como Cáceres, había participado en los reclamos de la gente de las quintas, a quienes se intenta desalojar; como Cáceres, era extranjera. "Yo voy a ser la próxima víctima", anunció ayer la presidenta de la entidad que reúne a los quinteros, mientras una fuente del Poder Judicial ponía en duda las actuaciones por las cuales cuatro acusados del crimen de Bejarano están a punto de ser llevados a juicio oral.

  El jueves 25 de mayo a las 11 de la mañana, Estela Nelly Cáceres, paraguaya, de 49 años, salió de su casa en el Barrio Parque Pereyra, de Berazategui, para hacer unas compras, pero no regresó. Así lo denunció su hijo de 19 años, Juan Ramón Cáceres, en la comisaría local. El sábado a las cinco de la tarde, el cuerpo sin vida de su madre fue encontrado a la altura del kilómetro 35,500 de la Ruta 36, frente al Barrio El Caracolito de Florencio Varela. La asesinada era viuda y tenía también otro hijo de 15 años.

  El cadáver estaba "a unos 90 metros del camino, en una zona densamente poblada de vegetación y árboles, desnuda, en posición decúbito dorsal", según el parte policial que consigna su "contextura física robusta, cabellos rojizos y tez trigueña"; el cuerpo "tenía los brazos entrelazados sobre su cabeza y sus ropas de vestir sobre su cuerpo" y, "más alejado, una prenda de ropa interior color azul".

  La lengua afuera y mordida, como ocurre en los ahorcamientos. En efecto, las pericias indicaron que ésa fue la causa de la muerte. Los médicos forenses estimaron que el deceso se produjo más de veinticuatro horas antes del hallazgo del cuerpo, y establecieron que la mujer había sido violada.

  Hace poco más de un año, a cien metros de ese lugar, había aparecido el cadáver de Aurora Bejarano, de 42 años, boliviana, violada y asesinada a golpes. Ayer, familiares de Estela Cáceres vincularon ambos homicidios y recordaron que la mujer había aportado datos a la policía sobre el asesinato de Aurora.

  Respecto de la muerte de Bejarano, hay cuatro imputados detenidos, cuyo juicio oral está próximo a comenzar. En un primer momento los detenidos eran cinco, pero uno de ellos, de cuya defensa se hizo cargo la defensora oficial de Quilmes, Sara Peña Guzmán, quedó en libertad por falta de méritos.

  Según dijo a Página/12 una fuente judicial de Quilmes, ese acusado quedó libre porque "ninguno de los testigos que había llevado la policía (de la provincia de Buenos Aires) había declarado nada en realidad, y los otros acusados también deberían haber quedado en libertad porque no tenían nada que ver".

  Las dos asesinadas formaban parte de los quinteros del Parque Pereyra Iraola: se trata de numerosas familias de condición muy humilde que, en algunos casos desde hace varias décadas, ocupan parcelas de tierras fiscales para dedicarlas a la producción de frutas y hortalizas. Varias veces se intentó echarlos y el año pasado, durante los últimos meses del gobierno de Eduardo Duhalde, el entonces ministro de la Producción, Carlos Brown, encabezó una ofensiva que condujo a una orden judicial de desalojo pero, ante la resistencia de los quinteros, la medida no llegó a concretarse.

  Ayer, Delia Cerdiuk, presidenta de la Asociación Civil Parque Pereyra Iraola, denunció que a Cáceres la mataron por su participación en los reclamos por la permanencia en las tierras y los pedidos de esclarecimiento del crimen de Bejarano. "Yo voy a ser la próxima", teme.

  Vecinos de la asesinada sostuvieron por su parte que el asesinato no pudo haber sido con motivos de robo, ya que Estela Cáceres "no tenía dinero y la última tormenta le había destruido los invernáculos".

  La ya citada fuente judicial vinculó ambos crímenes con el caso de "otra quintera boliviana que hizo una denuncia y ahora su hijo está preso: ella denunció que se cometían injusticias contra la gente de las quintas, especialmente los extranjeros, después de lo cual la policía detuvo a su hijo por un motivo que no es creíble".

 

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