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Horacio Campiglia y Mónica
Susana Pinus debían arribar a Río de Janeiro en un vuelo regular de
Varig el 12 de marzo de 1980, procedentes de Panamá, vía Caracas.
Campiglia, "el Petrus", integraba la conducción de montoneros;
Pinus había sido herida y torturada en 1975, cuando militaba en la
Juventud Peronista de Hurlingham. Viajaban separados, con documentación
falsa y rigurosas medidas de seguridad. El contacto que debía
encontrarlos para que se radicaran en Río los esperó inútilmente. Nunca
fueron a la cita. Más adelante se conoció la declaración que un testigo
hizo llegar a organismos humanitarios cariocas, asegurando haber
presenciado la detención sobre la pista del aeropuerto del Galeao de un
hombre y una mujer que descendieron de ese avión.
Tres meses después, el 26 de
junio, otros dos militantes montoneros que viajaban con documentación
falsa y en autobuses de distintas empresas, fueron secuestrados al llegar
a Brasil, procedentes de Buenos Aires: el padre Jorge Adur, un sacerdote
tercermundista nombrado "capellán del Ejército Montonero", y
Lorenzo Viñas, de 25 años, detenido en Uruguayana tras cruzar la
frontera en un micro de la empresa Pluna. Como en el caso de Río y en
muchos otros producidos en el marco de la "contraofensiva"
lanzada por la jefatura montonera en 1979, la denominada
"inteligencia" militar, abocada a detectar los movimientos y
traslados de militantes, logró con frecuencia capturarlos en las vías
fronterizas de Argentina o de cualquiera de los países del Cono Sur
unidos en la represión ilegal.
La captura de Adur y Viñas
como "detenidos en operación conjunta" ya
aparecía, segun la periodista Stella Calloni, en uno de los
documentos de los "Archivos del terror" descubiertos en Paraguay
a fines de 1992, referido al "buen trabajo de los brasileños" a
propósito de la persecución de argentinos. Otros informes de las fuerzas
de seguridad brasileñas, entrenadas en estas lides desde el derrocamiento
en 1964 del presidente Joao Goulart, daban precisiones sobre pedidos de
captura y seguimiento de numerosos opositores argentinos. Guaridas
A Campliglia, Pinus y Viñas no
se los tragó la tierra en Brasil. Sus captores los
"transfirieron" a los efectivos argentinos desplegados desde la
Jefatura II de Inteligencia del Ejército y el Batallón 601 (dirigido
entonces por Jorge Alberto Muzio), quienes los llevaron a los centros
clandestinos que funcionaban en la guarnición de Campo de Mayo bajo la égida
del general Cristino Nicolaides, titular del Comando de Institutos
Militares.
Silvia Tolchinsky --secuestrada
el 9 de setiembre de 1980 al intentar dejar el país por el puesto
fronterizo de Las Cuevas, Mendoza, y mantenida prisionera sucesivamente en
tres casaquintas aledañas a Campo de Mayo--
aseguró ante la subsecretaría de Derechos Humanos que los dos
secuestrados en Río, su prima Mónica Pinus y Horacio Campiglia, fueron
llevados a Campo de Mayo donde se encontraban recluidos cuando ella llegó.
Declaró además que compartió los primeros días de su cautiverio con
Lorenzo Viñas, "trasladado" unos quince días después, y con
otro prisionero que era torturado, muy probablemente el sacerdote Jorge
Adur.
Tolchinsky estuvo en poder del
"grupo de Pancho Villegas", un cordobés con años en la
"pesada" de los servicios que no es otro que el coronel retirado
José Santiago Hoyas, sindicado en varios documentos como uno de los jefes
del Estado Mayor de la misión militar en Honduras. Este grupo, que tenía
efectivos en Brasil y Centroamérica, dependía como otros que allí
operaban del Batallón de Inteligencia 601, cuyo jefe, Muzio, frecuentaba
los centros clandestinos. También lo hacía el coronel José Luis Arias
Duval, conocido allí como "Arizmendi"o "Ratón". Extraterritorial
Varias declaraciones de
"arrepentidos" involucran al "Ratón" Arias Duval como
a Hoyas y a otros efectivos del 601, en acciones represivas en el
exterior. El ex represor Néstor Cendón aseguró a la Conadep que
"Arizmendi" Arias Duval manejó en buena medida las operaciones
extraterritoriales del Batallón y también atribuyó, entre otros, a los
oficiales "Miguel" Del Pino y González Ramires
("Goenaga") operaciones desarrolladas en la base ubicada en
Brasil. Según otras confesiones --las que Héctor Francés García,
agente de inteligencia destacado en Costa Rica, hiciera en 1982 ante las
autoridades sandinistas-- Jose Luis Arias Duval y sus colegas del Batallón
601, Osvaldo "Balita" Ribeiro y José Santiago Hoyas integraron
la plana mayor de la misión militar enviada a Honduras que entrenó y
operó con fuerzas de ese país y de la "contra" nicaragüense.
En Campo de Mayo la actividad
no reconocía fronteras. Se enviaban misiones al exterior, se operaba en
las vías de entrada, se capturaba argentinos y extranjeros. La
documentación disponible consigna que dos contingentes de
centroamericanos (uno de 50 efectivos y otro de 20) fueron entrenados en
Argentina por estos grupos durante los meses de oro de la "misión",
de fines de 1980 a marzo-abril del año siguiente. Por esta época, Tolchinsky y otro sobreviviente de las quintas --Antonio Lepere, cuya detención fue luego legalizada en la Unidad Penal de Villa Devoto-- refieren que dos prisioneros chilenos, Alejandro Campos Cifuentes y Luis Quinchavil, capturados por la Gendarmería al intentar el ingreso a Chile, fueron llevados allí para ser interrogados bajo tortura. Otros integrantes de los grupos --como uno que se jactaba de haber participado en el secuestro de Mónica Pinus en Brasil-- aparecen mencionados en algunos documentos como "instructores" de somocistas en la escuela de Tegucigalpa. En la cruzada anticomunista impulsada por el presidente Ronald Reagan, la jurisdicción territorial no existió. Ni para los Estados Unidos, ni para los fervientes militares argentinos.
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