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CADILLACS, PERICOS Y DECADENTES, EN CANCHA DE MORON
El "dream team" de las fiestas

Los hits cantados por Cucho y Vicentico son coreados por las hinchadas

Cinco mil personas, menos de lo esperado, cantaron y bailaron con las canciones de  tres bandas no tan distintas, ni tan iguales.


Por Pablo Plotkin
t.gif (862 bytes) Al final hacía mucho frío, eran las tres de la mañana y sobre el escenario había más de 30 músicos dedicados a interpretar una versión de "No acabes", de Sumo. Puede llamárselo el equipo de los sueños de cualquier fiesta de casamiento, cumpleaños o lo que sea. Los Auténticos Decadentes, Los Pericos y Los Fabulosos Cadillacs, tres grupos que aparecieron en los ochenta, se transformaron (cada uno a su modo) en los noventa, y llegan al 2000 contándose entre los máximos proveedores de hits para la noche y la cancha. Las tres potencias saludándose en un escenario montado en uno de los laterales del estadio de Morón, tocando temas propios, de Madness y de Sumo.

  Cinco mil personas saltando, coreando estribillos y sacudiéndose el frío sobre el césped y la platea. El poco público corrobora una hipótesis, más allá de la baja temperatura y la "rareza" de organizar un show en cancha del Gallo: las canciones pegadizas de estas bandas están en todos los barrios, todas las radios y todos los fines de semana, pero el público que convocan no profesa un fanatismo al estilo ricotero. Las señoras que cantan "Vení Raquel" en la kermese de un club de barrio, o los ejecutivos que bailan "Matador" en una fiesta empresarial en el hotel Intercontinental, no suelen ir a muchos recitales.

  A las diez y media de la noche, los Decadentes --trece "malandras" vestidos de colores capaces de hacer bailar a un electrodoméstico-- subieron al escenario y durante una hora ametrallaron con hits de toda su carrera. Hay algo en común en el origen de las tres bandas, y no es sólo una cuestión cronológica. Podría sintetizarse en una palabra: ska. Los Cadillacs lo declaraban abiertamente en una canción: "quiero morir tocando ska". Los Pericos fueron, desde el comienzo, postulantes a embajadores jamaiquinos en Buenos Aires. Los Decadentes vienen de la extracción más ecléctica del punk, con The Clash como máximo referente de la ola: una banda de la generación no future sin prejuicios a la hora de incorporar ritmos tropicales. Pero desde la segunda parte de los ochenta al viernes pasado en Morón, muchas cosas fueron cambiando, por más que todos convergieran al final en dos de los unificadores probables: Madness y Sumo.

  Los Pericos siguen haciendo reggae, pero luchan por ser cada día menos puristas, y la mayoría de los hits que compusieron en la década pasada suenan a mezcladitos centroamericanos. Los Fabulosos Cadillacs son, de los tres, el caso más drástico de mutación de estilo. A mediados de los noventa se acercaron con éxito a la salsa y la lírica de contenido político (los discos El León y Vasos Vacíos son los mejores documentos de la etapa); después se volvieron experimentales, trataron con el jazz, el tango, y grabaron Fabulosos Calavera. Su último álbum, La Marcha del Golazo Solitario, es una conciliación entre el talento hitero del grupo y sus ambiciones experimentales. En ese plan estaban los Cadillacs en Morón. Vicentico, cada vez más histriónico, salió enfundado en un viejo sobretodo y se movió como un predicador callejero de pocas pulgas. Y mientras Flavio Cianciarulo ejecutaba un largo solo de bajo durante "Sabato", quedaba claro que, a diferencia de los Decadentes y Los Pericos, a ellos no les simpatizaría del todo la etiqueta de "banda ideal para toda fiesta de 15". Aunque, se sabe, no existe disc jockey del rubro que no pase "Matador" para levantar el ánimo de una pista.

 

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