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Cara y ceca del ajustazo


Martín Redrado
Fundación Capital

�Es importante�

Por primera vez se focaliza el problema del gasto público y su influencia directa con el endeudamiento. Poner sobre el tapete esta relación es importante, pero la reestructuración anunciada es horizontal, no discrimina, se corta a todos por igual. Y el problema del gasto público no es sólo de magnitud sino también de eficiencia. Hay que enfocar el problema burocrático. Tiene que haber menos escalafones, analizar todas las áreas. La reestructuración tiene que ser real. Hay que ir a un sector público que genere resultados y eso se consigue poniendo debajo de los ministros directores de programa que, precisamente, puedan mostrar resultados. Si se deja la misma estructura de gestión, se seguirá gastando mal. Con un ajuste horizontal se corre el riesgo de perder los mejores recursos, la gente realmente útil. Además, sólo sirve para el corto plazo; antes de fin de año habrá que revisar nuevamente las metas con el FMI. En lo que respecta a la reforma previsional, el foco debería estar en combatir el empleo en negro, que llega al 40 por ciento y resta grandes recursos al sistema.

Héctor Valle
presidente de Fide

�Más recesivo�

Este ajuste debe ser analizado en perspectiva. En primer lugar, en el �95 (el ex ministro de Economía, Domingo) Cavallo ya redujo los sueldos del sector público de más de 2 mil pesos y el resultado fue muy concreto: combinado con la desocupación, condujo a una reducción más intensa de los salarios en el sector privado. Hoy, con un desempleo aún mayor, el efecto será el mismo. Esta pulsión a la baja de los salarios es el núcleo de la propuesta, pues el poder económico más concentrado sigue quedando bajo un paraguas. En segundo lugar, el paquetazo impositivo de enero estuvo lejos de mejorar la recaudación y sólo trajo más recesión. El nuevo ajuste generará los mismos efectos, no sólo complicará el invierno sino también la primavera. Será más recesivo aún. La pregunta esencial, entonces, es cuál es el origen del déficit fiscal. Y las fuentes de ese déficit son tres: la privatización del sistema previsional, la eliminación de los aportes patronales y los intereses de la deuda; el rubro que más ha crecido. El ajuste anunciado no ataca ninguna de estas tres fuentes astringentes de recursos.

Claudio Lozano.
Director del IDEP-CTA

�Sin creatividad�

�Es vital entender que se ha tomado el camino más ortodoxo posible. Primero, porque el objetivo central no es la reducción del déficit, sino la deflación salarial como mecanismo para inducir una �mejora en la competitividad�. La lógica es bajar el gasto público mediante la baja de salarios, así se baja el poder adquisitivo de la población y la demanda doméstica. Necesariamente esto genera mayor desempleo y, por lo tanto, una reducción de los costos laborales. De esta manera la recesión se transforma en instrumento de salida de la crisis. En segundo lugar, si se analizan los gastos salariales del Estado y se aplican los recortes anunciados, el ahorro generado no son 590 millones de pesos sino 710. Esto quiere decir, concretamente, que el cálculo se hizo con 4500 empleados menos. Tercero, la propuesta carece de creatividad, porque se reduce a los recortes salariales en lugar de concentrarse en la reestructuración del aparato estatal. Por último, también se evidencia el fracaso de la idea inicial de revisar los contratos y concesiones de las privatizaciones, pues con la excusa de financiar inversiones se extenderán los plazos y no se revisarán tarifas�.

Adolfo Sturzzeneger.
Economista cavallista

�Era una orgía�

�El esquema fiscal de los últimos diez años debe cambiarse. El Fondo Monetario Internacional se queda corto cuando indica las metas que Argentina debe cumplir. Se insiste en que los sucesivos ajustes no solucionaron los problemas de la economía. Sin embargo, en los últimos 6 años la deuda del sector público aumentó en 50 mil millones de pesos. Yo me pregunto ¿eso significa ajuste? Más bien es todo lo contrario; una orgía de gasto que ha llevado, por un lado, a que el Estado deba cobrar cada vez más impuestos a los contribuyentes y, por otro, a una incertidumbre muy grande en quienes nos prestan y, consecuentemente, a que debamos pagar tasas de interés más elevadas. Por lo tanto, el equilibrio fiscal es imprescindible. El Gobierno tendrá que demostrar que con este ajuste las metas con el FMI se van a cumplir en exceso. Sólo en ese escenario los acreedores recuperarán la confianza en el país y en la posibilidad de que el próximo año realmente se reformará el Estado y se producirá un ajuste en serio de la equivocada institucionalidad fiscal que impera hace 10 años�.

 

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