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ENTREVISTA A ADRIANA VARELA, MAS ACTIVA QUE NUNCA 
�Yo siempre fui ricotera, a morir�

Varela cree que el tango es �un antídoto contra la globalización�.

La cantante se dispone a presentar en vivo los temas de su CD �Cuando el río suena�, cuya producción estuvo a cargo de Jaime Roos.


Por Fernando D�Addario
t.gif (862 bytes) Después del �boom� que supuso la aparición, hace unos siete años, de la cantante Adriana Varela, la realidad tanguera se encargó de apaciguar el amague de explosión con el simple y leve roce de la costumbre. Hoy, la Varela, esa misma que alguna vez fue esposa de un tenista y que un día se brotó y largó todo, la misma que quiso ser musicoterapeuta pero no se presentó al examen de música, la que trabajó con afásicos en su condición de fonoaudióloga y luego consagró su vida a la emisión pública de un mensaje (es decir, los antípoda de la afasia), se deja llevar por esa agridulce sensación de sentirse clásica. Un raro privilegio que le permitió grabar un CD controvertido, Cuando el río suena (1999), producido por su amigo Jaime Roos, y deudor agradecido de una herencia rioplatense hasta entonces ignorada por su pasión tanguera. Este sábado y domingo y el siguiente fin de semana lo presentará oficialmente en La Trastienda. 
Claro que ser clásica la obligó, también, a regresar por lo suyo, y es así como grabó otro disco, estrictamente tanguero, donde participan, entre otros, Leopoldo Federico, Néstor Marconi, Rodolfo Mederos y Juanjo Domínguez. En la entrevista concedida a Página/12 en su departamento de Coronel Díaz y Las Heras, Varela sostiene que la elección de Cuando el río suena no fue antojadiza y que respondió al descubrimiento de �una esencia común que nos une a uruguayos y argentinos: el Río de la Plata. El tango es orillero y portuario, aunque después lo hayan estilizado, y aunque a la misma Buenos Aires la hayan edificado ridículamente dándole la espalda al río. En Montevideo, una ciudad mucho menos careta, ocurre todo lo contrario. Pero yo �conocí� el Río de la Plata a través de los libros de geografía, porque no está incorporado a nuestras vivencias cotidianas. El río, el puerto, trae también la negritud, el candombe, y todo eso está negado. En Montevideo, �lo rioplatense� está en la vida de todos los días, y los murguistas uruguayos, cuando se van de copas, terminan cantando tangos porque tienen incorporada esa síntesis�. 
�¿Hubo entonces en su disco una búsqueda de síntesis musical entre las dos orillas, o se trató de la exposición de distintos géneros?
�Yo no busqué hacer un híbrido sino mostrar que Buenos Aires es tango, pero también es murga y candombe, y lo mismo pasa con Montevideo, pero al revés. No son la misma cosa, pero conviven. En España, el flamenco y la sevillana, ¿son técnicamente lo mismo? No. Sin embargo, nadie podría hablar de ellos en forma separada. 
�¿Cambió en todos estos años su percepción del medio que la rodea?
�Me pasa algo que es terrible. La gente que yo siempre admiré ahora me llama para que actúe. En setiembre voy a actuar con Sabina en España. No es fácil admitir que los ídolos de ayer son mis pares de hoy.
�¿Eso le da o le quita libertad artística?
�Cuando elegí hacer lo que quería no tenía un mango y ahora que estoy bien puedo decidir dónde canto y dónde no. Por eso, por ejemplo, no voy a cantar a Japón. No porque tenga algo en especial contra los japoneses, sino porque siento que esa magia de la comunicación que se da a través del lenguaje, es difícil de establecer, y no me sentiría cómoda. Y yo voy sólo donde me siento cómoda. Estuve en un festival en Barcelona en el que también estuvieron Santana, B. B. King y Cesaria Evora. No es que ando dando examen por el mundo. Y por suerte, no tengo que hacer music-hall para que me llamen, y ni siquiera tengo que explicar por qué no lo hago. 
�Usted, como discípula del Polaco Goyeneche y por temperamento, pudo llegar a un público joven. ¿Qué dicen sus hijos?
�Para mis hijos, Dios es el Flaco Spinetta. Y yo soy ricotera a morir. Desde siempre, y no porque anduviéramos chupando tetra tirados en la calle, sino que en aquella época, seguir a Los Redondos tenía otras connotaciones, de apoyo a cierta militancia. Y ahora descubro que a mis hijos les encanta Hendrix, y hace poco cuando entraba a sus cuartos adolescentes me parecía estar entrando a mi cuarto adolescente. Es bravo encontrarse con esto, porque es como que a una no la dejan envejecer.
�Cuando usted tenía 20 años, el quiebre generacional era más fuerte...
�Y... mi viejo me venía con el jazz y yo escuchaba Alice Cooper, qué sé yo. A mi madre le gustaban por ejemplo los boleros, o los tangos abolerados. Y había uno en particular, �Vida mía�, con el que despertaba todos los sábados a la mañana. Yo no lo soportaba. Y fíjese las vueltas que da la vida. Para Plata quemada, Gustavo Santaolalla me llamó y me dijo: �¿sabés qué tango vas a cantar? �Vida mía��. Para colmo la tuve que cantar vestida igual que mi vieja, porque la película está ambientada en el �65. Ahora puedo decir que me reconcilié con �Vida mía�.
�¿Qué otras imágenes de su infancia se proyectaron luego en su carrera?
�Mi tío Toto, hermano de mi mamá. Era igualito al Polaco y lo imitaba bárbaro. Yo fui su ahijada. Cuando se estaba por morir, en terapia intensiva, tenía una radio y se la pasaba escuchando tango. Le hablaban y decía �callate, que está cantando el maestro�. Yo ni sabía quién era ese maestro. Muchos años después, cada vez que cantábamos �Balada para un loco� en Michelángelo, sentía que estaba saliendo a cantar con mi tío. 
�¿Qué la distanciaba del tango, hasta �descubrirlo� viendo el film Sur?
�Yo crecí en un tiempo en que rock y tango estaban totalmente divorciados. Y estaba bien que fuera así. El tango entonces era pura lentejuela, algo poco creíble. Y el rock aparecía como todo lo contrario, despojado, rebelde. Cuando conocí al Polaco descubrí a un tipo que era al mismo tiempo Miles Davis y Joe Cocker, y paralelamente, el rock se fue llenando de lentejuelas cada vez que los músicos empezaron a querer parecerse a Prince, lo que sólo está bien cuando se trata de Prince.
�¿Cómo puede sobrevivir el tango, con sus historias cotidianas y barriales, frente a la avanzada de una cultura cada vez más unificadora?
�Creo que sobrevivirá precisamente por eso, porque la globalización te deja absolutamente solo frente a una pantalla de Internet. Lo que el barrio mantiene �y no hablo de Las Heras y Coronel Díaz, donde no parece haber mucho tema para componer tangos�, es esa conciencia de que �el otro� existe. Y eso lo refleja el tango, aunque tenga que luchar con esa tendencia, muy de Capital Federal, de pensar que todo pasa.
�¿El tango pasa?
�No, qué va a pasar. Cada vez que voy a una milonga explota. Está la piba de 16 que quiere bailar con el veterano para descubrir esa esencia de lo tanguero, y también los jóvenes que buscan a las veteranas. Hay una necesidad de encontrarse.
�¿No hay un poco de snobismo en esa �mirada joven� del tango?
�Sí, puede ser que haya una ola snob, pero a nivel mundial, hay una tendencia a redescubrir las culturas regionales. Es una manera de resistir a ese mensaje tramposo de que �somos todos iguales� cuando la realidad indica que somos distintos, pero nos venden una sola cultura, la de los que tienen el poder. El tango es un antídoto contra la globalización. Y no sólo el tango. Las sevillanas en Andalucía, el fado portugués. Desde el paisaje propio hay que encontrar lo atractivo de las diferencias con otras culturas. El rock, como expresión, lo había logrado, porque decía las cosas que nadie se atrevía a decir. Cuando no lo hizo más, dejó de ser un antídoto, se incorporó al discurso general.
�Pero cuando la contratan para cantar en Barcelona, ¿no están comprando �world music�, un estándar de música regional?
�Cuando me llaman de Barcelona no buscan tango como género abstracto. Quieren a Adriana Varela. Ellos eligen, yo también.

 

LORENA ASTUDILLO y SU HOMENAJE AL MAESTRO SALTEÑO
Tras los pasos del Cuchi Leguizamón

Por F. D.
Lorena Astudillo actuó profesionalmente durante años, pero sin una personalidad artística que la definiera. Su flamante CD Lorena canta al Cuchi, sería algo así como su primera apuesta �personal�. Una apuesta fuerte, a juzgar por la jerarquía del homenajeado. Lorena salió indemne del desafío: en el disco, y en mayor medida en su presentación en vivo (el martes pasado en La Scala de San Telmo, actuación que se repetirá esta noche a las 20.30), canciones invencibles como �Maturana�, �Zamba para la viuda�, �La arenosa� y �Zamba del laurel�, entre otras, son recorridas con el respeto y el rigor que se merece el magistral compositor salteño.
�Sé que me metí en un terreno difícil. Después de grabar el disco me fui con una amiga a Salta, porque quería conocer al Cuchi y recrear ese mundo que había cantado. Allá nos tomamos un taxi, y el taxista nos dijo: �Cuchi es un patrimonio salteño�. Lo curioso es que es un patrimonio cultural de todos, pero gran parte de la gente no conoce su obra. Te dicen �ese es el boliche de Balderrama� (Lorena no aconseja entrar allí, porque se ha convertido en un local for export), o �acá vive La Pomeña�, pero lo tienen ahí, algunos no saben si está vivo o está muerto�.
Lorena, que es psicóloga y estudió canto lírico, reconoce que eligió el repertorio de Cuchi �después de haber vivido un estado de dispersión terrible. Cantaba jazz, blues, bolero. Pero sufría mucho, necesitaba despojarme de todo y encontrar el centro de mi voz. Y lo encontré con Cuchi. Espero ser digna de su música�. Su acercamiento al músico salteño no tiene las complejidades de, por ejemplo, el Dúo Salteño o Chango Farías Gómez, sino que, según su opinión, �traté de tomar la obra de Cuchi lo más textual posible, inclusive siguiendo la tradición oral de los que participaron o fueron testigos de sus creaciones�. En setiembre participará en Salta del festival �Gracias Cuchi�, un evento que empieza a reparar la injusticia de un aparente olvido colectivo.

 

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