Por Eduardo Tagliaferro
 El mismo tiempo que insume una sesión de terapia fue el que ayer ocupó el gobierno nacional para su habitual reunión de gabinete. Durante los cincuenta minutos que duró el encuentro, la repercusión política y periodística del ajuste económico fue el tema casi excluyente de la reunión de los ministros con Fernando de la Rúa y Carlos �Chacho� Alvarez. �La batalla mediática está pérdida�, dijo ayer a Página/12 un encumbrado miembro del Gobierno para explicar por qué motivo el ajuste no será interpretado como un �ahorro� y el achique no será leído como una �reforma para el crecimiento�. Quizá por este motivo, los miembros de la Iglesia que luego de la reunión de gabinete se entrevistaron con De la Rúa (ver página 8) afirmaron que encontraron �sumamente preocupado� al Presidente.
�Estuvimos evaluando cómo salieron en los medios los ministros y secretarios que tuvieron oportunidad de responder entrevistas y reportajes�, dijo a este diario un miembro del gabinete, que intentó de esta manera reseñar el espíritu de la reunión de ayer en la Casa de Gobierno. Conocidas las primeras protestas, y antes de la marcha de repudio a la delegación del Fondo Monetario Internacional, convocada por los organismos gremiales, Fernando de la Rúa reclamó a sus ministros que salieran a �dar la batalla mediática� para explicar los aspectos �positivos� del ajuste. Tras la reunión, el Presidente se mostró muy conforme con el comportamiento de los miembros de su gabinete ante los medios, �los discursos de los ministros fueron una señal de unidad muy buena�, fue la conclusión De la Rúa.
Por la mañana y al final de la reunión de gabinete, pudo verse al jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, ir al encuentro de los medios de prensa para relativizar el impacto del ajuste primero y poner en práctica la estrategia comunicacional ordenada por el Presidente después. �Es muy temprano para sacar conclusiones de las nuevas medidas�, fue su primera respuesta. �El recorte del gasto no es lo más importante. Lo fundamental es el plan de inversión anunciado ayer�, fue su segunda conclusión.
El Gobierno intenta resaltar que entre las medidas de ajuste se privilegió no despedir personal. Cuando se les pregunta por la situación de los 10.000 agentes contratados por el Estado nacional a los que no se les renovará su contrato, afirman que el tema no está definitivamente resuelto, como tampoco está definida la suerte que correrán los 820 empleados de la imprenta del Congreso nacional.
De las heridas que quedaron, luego de tantas horas de debate interno, los ministros prefieren no hablar. Alguno de los llamados miembros del �ala económica� reclamaron a sus pares del �ala política� que habían sido demonizados por los medios como los hombres duros e insensibles del Gobierno. �Los medios realizan interpretaciones políticas y es inevitable que quien haya levantado la bandera del ajuste hasta el hueso sea reflejado de esta manera�, fue la respuesta de un importante ministro.
Tranquilizando a los ministros que privilegian una mirada economicista de la realidad, los responsables del área política sostuvieron que el Gobierno mostró unidad en estas discusiones, y que nadie planteó sus diferencias por los medios.
Más que el ajuste, fue el miedo el que unificó a cada uno de los grupos. No se trató de un miedo sino de dos. �Nadie quería el colapso de los mercados� y �nadie quería un desborde social�. Además de los miedos, la figura del titular de la AFIP, Carlos Silvani, fue otro de los elementos que logró homogeneizar al gabinete. �Una buena señal para la sociedad sería corregir donde hubo errores�, dijo el ministro del Interior, Federico Storani, cuando se le preguntó por el futuro del recaudador de los impuestos.
Terragno y el titular de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual, fueron coincidentes con Storani a la hora de demostrar el malestar que el gabinete tiene con Silvani. �Mucho más que los egresos, el Gobierno está preocupado por los pocos ingresos que produjo la recaudación fiscal�, dijoTerragno luego de la reunión de gabinete. �Hasta que no finalice la moratoria, difícilmente haya cambios en la titularidad de la AFIP�, fue la opinión de Pascual.
Preocupado por la forma en que los medios reflejaron el ajuste sobre los salarios estatales y con la mente puesta en los mercados financieros, el Gobierno tendrá que pasar mañana una prueba que los responsables del sector político minimizan en público y miran atentamente en privado: la marcha de repudio contra el FMI y las protestas de los afectados por el ajuste.
SINDICALISTAS, EL BLANCO ELEGIDO POR EL GOBIERNO
Un adversario que deja dividendos
Por Fernando Cibeira
Entre los muchos enemigos que el Gobierno sabía que el ajuste le iba a deparar, podría decirse que el sindicalismo fue el que menos le preocupó. Ayer, en la víspera de la marcha de la CGT rebelde y en los preparativos de un nuevo paro general, el pulso de la Rosada no se alteró. �Si no nos peleamos con Daer, que tiene el 2 por ciento de imagen, ¿con quién nos vamos a pelear?�, evaluaba un ministro, integrante del ala política.
La pelea con los sindicalistas ya le dio réditos al Gobierno durante la álgida discusión de la reforma laboral, cuando el propio Fernando de la Rúa salió a mostrar encuestas en donde los caciques gremiales tenían sus índices de credibilidad por el suelo.
La decisión de retomar la pelea con el sindicalismo quedó prácticamente sellada cuando, en la reunión del domingo en Olivos, se acordó que las obras sociales salieran a competir con las medicinas prepagas. Grosso modo, los políticos del gabinete dieron su aprobación de inmediato, con el remanido argumento de que las obras sociales �son las cajas de los sindicalistas�, como repitió un ministro en la quinta presidencial.
Sin embargo, los funcionarios del Ministerio de Economía le explicaron que el latiguillo tampoco era una regla. �Por ejemplo, Cavalieri en la obra social de comercio tiene apenas el 6 por ciento de gasto administrativo, mientras que Hugo Moyano, en camioneros, tiene el 26 por ciento�, respondieron, papeles en mano.
A la novedad siguió un silencio. El jefe del gabinete de asesores de Economía, Pablo Gerchunoff, entonces calmó las dudas del ala política, que unos minutos antes había preguntado si de verdad el que discutían sería el último ajuste o dentro de unos meses habría que volver a discutir lo mismo. �Para que no haya nuevos ajustes tenemos que hacer reformas estructurales y uno de los lugares en que podemos hacerlo es en las obras sociales�, dijo Gerchunoff que, según testigos, fue convincente.
De inmediato, en el ala política que encabezan el vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez y el ministro del Interior, Federico Storani, encontró la forma de justificar la medida que tal vez en otros tiempos hubieran resistido. �Que la gente elija con los aportes de su sueldo qué medicina prefiere es una medida progresista�, explicaban en Interior. Eso sí, antes de abrir el juego reclamaron que exista un marco de regulación para las medicinas privadas, por eso el nuevo sistema correrá recién a partir del año próximo. Hasta tanto, es de esperar que, más allá de las razones objetivas de cada protesta, los gremialistas se alinearán automáticamente en la oposición al Gobierno. �La verdad, prefiero tenerlo a Daer como opositor que en la foto con De la Rúa�, decía ayer un vocero de la Rosada.
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