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Los obispos se encontraron con
un Presidente más que preocupado

La cúpula del Episcopado se entrevistó con el presidente Fernando de la Rúa, quien le pidió ayuda para �contener la situación social�. Los obispos tomaron distancia de la protesta cegetista.

Meijide, Karlic, De La Rúa, Giavarini, Mirás y Bergoglio.
El Gobierno pidió ayuda para atender a 500 mil menores de 17 años.


Por Washington Uranga

t.gif (862 bytes) Acompañado por varios de sus ministros, Fernando de la Rúa escuchó ayer con cara de preocupación el diagnóstico eclesiástico que insiste en �la situación de inequidad, arraigada profundamente entre nosotros� expuesto por el arzobispo Estanislao Karlic, presidente de la Conferencia Episcopal, y los restantes miembros de la Comisión Ejecutiva del Episcopado. Después de coincidir con varias de las afirmaciones episcopales y agradecer a la Iglesia por sus aportes, el presidente le pidió a los obispos que colaboren con el Gobierno �en la contención social�. El vicepresidente del Episcopado, Eduardo Mirás, aclaró luego en conferencia de prensa que �la Iglesia va a acompañar siempre el pedido de justicia social, pero eso no significa que va a participar de una marcha o de una huelga�, en obvia alusión a la movilización convocada para hoy por la CGT rebelde a la que adhirió el cardenal Raúl Primatesta.
La delegación episcopal había llegado hasta la casa de gobierno integrada por Karlic, los vicepresidentes Mirás y Jorge Bergoglio y por el secretario general, Guillermo Rodríguez Melgarejo y llevando en sus manos el documento �Jesucristo, Señor de la Historia� y tres pedidos concretos en relación con la amnistía para inmigrantes indocumentados, devolución de tierras para los aborígenes y una solicitud de mejora de las condiciones carcelarias y revisión de penas para los presos.
De la Rúa había montado su propio escenario. Para recibir a los obispos estaban presentes el ministro del Interior, Federico Storani, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, el titular de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, la viceministra de la misma cartera, Cecilia Felgueras, el secretario de Culto, Norberto Padilla, el director del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Alejandro Islas, y el director de Migraciones, Angel Roig. 
El diálogo tuvo un tono muy cordial, pero en medio de un ambiente de caras circunspectas que expresaba, por ambas partes, la preocupación por el momento que se está viviendo. Una y otra vez el Presidente y sus ministros insistieron en demandar el apoyo de la Iglesia para �contener� la situación social y Graciela Fernández Meijide solicitó una ayuda particular para brindar atención a entre 400 y 500 mil jóvenes menores de 17 años de todo el país que se encuentran sin contención social. El ministro de Justicia abundó en la preocupación al afirmar que, de seguir por el camino por el que se está transitando, no sólo habrá que invertir más en cárceles, sino que cada día los presos serán más jóvenes.
Karlic insistió en que el documento episcopal es �una confesión de fe, de esperanza y de compromiso� que no �es para una coyuntura singular�, no obstante lo cual los obispos quieren ocuparse de los temas concretos de la gente. De la Rúa, por su parte, le pidió a la jerarquía local que interceda para que la Iglesia en sus más altos niveles se pronuncie contra las barreras arancelarias que construyen los países centrales.
La delegación eclesiástica se trasladó luego a la sede del Episcopado en la calle Suipacha donde brindó una conferencia de prensa. Esa fue la ocasión para que Karlic dijera que �siento mucho que se hayan dicho esas palabras�, con relación a las maldiciones lanzadas por el obispo Desiderio Collino contra los periodistas y para que el mismo presidente del Episcopado tomara distancia de la adhesión del cardenal Raúl Primatesta, presidente de Pastoral Social, a la marcha contra el FMI organizada por la CGT disidente de Hugo Moyano. �Hablé personalmente con el cardenal �dijo Karlic� y él me dijo que asume personalmente la responsabilidad por esa decisión.� Luego el titular del Episcopado se limitó a subrayar que �nosotros sabemos con cuanta buena voluntad el cardenal hace estas cosas� y Mirás profundizó ese camino de despegue de la protesta. A la hora de repartir responsabilidades los obispos fueron sumamente cuidadosos con el Gobierno. Refiriéndose a la situación de inequidad denunciada y a la búsqueda de alternativas, Mirás dijo también que �esto no es sólo responsabilidad del gobierno� sino que �la obligación de solidaridad es de todos�, si bien aclaró que a cada uno le corresponde actuar �según el poder y la función� que desempeña.

 

 

opinion

Recuperar la palabra *

Estamos asistiendo impasibles, como si para los políticos se tratara de un problema contable, al derrumbe de una Nación cuya soberanía está dejando de tener existencia y sentido para sus habitantes, dispersos para lo trascendente o unidos en lo frívolo por pasiones mezquinas. Sucede que hay una lógica política que, durante un largo ciclo histórico, se ha venido aplicando en poblaciones quebrantadas como la nuestra. No es que los países estén devastados y luego se formulan los planes. Es porque se formulan esos planes que están devastados.
Estas lógicas económicas de la devastación hablan la lengua del ajuste, la flexibilidad laboral y la privatización de las empresas públicas. La gente y sus ansias de vida son despreciadas. Es que la economía del capitalismo mundializado subsumió, en su abstracción numérica, toda la densidad de la realidad social. Disolvió la política, la cultura y el pensamiento crítico, sustituidos por sus sucedáneos técnicos y sus simulacros de consensos obligatorios.
El destino de una Nación y de los que en ella son despojados de sus medios de existencia, que es lo que está en juego, queda reducido al balance de las �cuentas bien hechas�. Estamos ante un idioma internacional que una red de especialistas globalizados �pertenecientes a organismos como el FMI o el Banco Mundial� imparten como cartilla de un nuevo sentido común, inspeccionado por examinadores que, tratándonos como infantes, periódicamente certifican la devoción vernácula hacia este agraviante silabario.
Pero también, cuando se plantea una denuncia contra el FMI se le confiere a esta institución un poder soberano, como si no fuese un arma del señorío de los EE.UU. y de los países poderosos de Europa. Se omite que su política es una planificada estrategia de dominio imperial, y se desdibuja así un doble designio voraz: expropiar las riquezas de los países condenados al estrechamiento de sus horizontes colectivos y explotar el trabajo de los pueblos arrojados a la miseria. En esta fase del capitalismo mundializado, poblaciones enteras están siendo víctimas de una nueva forma de genocidio, con millones de seres humanos aniquilados por el hambre, la enfermedad, la desesperanza y, al fin, la muerte.
Sin embargo, la aplicación de estos planes no es responsabilidad exclusiva de esos organismos internacionales, sino también de los gobiernos y de las clases expropiadoras locales. Como no es novedad advertir, las políticas actuales obedecen a una ya larga continuidad que al margen de los proclamados estilos discordantes, lleva a la mera administración de este mismo orden económico, conservando y acentuando sus desigualdades. Las inauditas intimaciones que esos gobiernos acatan -imaginándolas irresistibles� los lleva a construir �democracias� cínicas, que no sólo expropian a los hombres su trabajo y su historia, sino su mundo de vida y lo particular de su existencia.
Frente a esta realidad es necesario reinventar una nueva figura de la acción intelectual, capaz de recobrar las energías hoy dispersas y de asumir la forma de los movimientos sociales para impugnar esta universalización compulsiva y abstracta, que anula la soberanía que reside en los cuerpos vivos de la población mayoritaria. No sólo hay que crear un nuevo mensaje, sino también suscitar las formas humanas poderosas y activas con las cuales ese nuevo mensaje pueda crearse. La precondición para crearlo es retomar el hilo de la disposición crítica y su promesa de novedades, lo que el encabezamiento de este escrito quiere expresar, a la manera de un llamado, con la idea de recuperar la palabra.

Osvaldo Bayer, David Viñas, León Ferrari, León Rozitchner, Alberto Guilis, Eduardo Grüner, Horacio González, Raquel Angel, Cristina Banegas, Ana Fernández, Juan Molina y Vedia, Liliana Herrero, Silvia Batlle Planas, Christian Ferrer.

 

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