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La caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, determinó que allí donde había dos Alemanias de pronto, casi de un día para el otro, quedara una sola. La reunificación curó una cicatriz de casi medio siglo, con forma de frontera, pero no pudo impedir que se abrieran profundas grietas en el campo de la identidad social. Ese conflicto, que marcó a fuego el final del siglo XX, es el que está en el centro del exhaustivo ciclo �Cine alemán mirando al Este�, que organizaron el Goethe-Institut, el Teatro San Martín y la Cinemateca Argentina, y que se llevará a cabo desde mañana al domingo 11 de junio, en la Sala Leopoldo Lugones. La muestra está integrada por catorce films documentales y de ficción, que dan cuenta �con una mirada crítica, sin concesiones� de las drásticas transformaciones políticas, sociales y culturales producidas en Alemania y Europa del Este a partir de la caída del Muro. La muestra, por otra parte, termina por abarcar realidades que son universales y están a la orden del día: las consecuencias de la globalización económica que hoy padece la Argentina se reflejan �como en un espejo� a través de unos personajes que, no por habitar del otro lado del mundo, están lejos del mismo padecimiento. Para iniciar el ciclo, se hará foco en la obra del cineasta Volker Köpp (Stettin, 1944), considerado como uno de los más importantes documentalistas europeos de la actualidad. Formado en los estudios de la DEFA de la ex República Democrática Alemana, Köpp se convirtió en el cronista por excelencia de los cambios �muchos de ellos traumáticos� que viene atravesando la sociedad alemana durante la última década. Desde pasado mañana y hasta el lunes 4 se verán de Köpp Ladrillos de Brandenburgo (1988-1990), La Wismut (1993), Patria fría (1995), Wittstock, Wittstock (1997) y finalmente Herr Willing y Frau Zuckerman (1998), la historia de dos sobrevivientes del nazismo que viven en una vieja ciudad de frontera en el este de Ucrania, y se reúnen por las tardes para conversar sobre política, literatura, la cultura judía y el idioma alemán, con Köpp como testigo excepcional de ese diálogo �a veces desopilante� sobre un mundo en vías de desaparición. Esta película fue parte del Forum del Cine Joven de la Berlinale y de la sección �La banalidad del mal�, del último Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. El martes 6, el ciclo continúa con El controlador (1994), ficción de Stefan Trampe, la historia de un guardia fronterizo de la ex RDA que durante 30 años cumplió fielmente con su trabajo, hasta que, de pronto, la frontera que custodiaba deja de existir. El programa del día se completa con Not a love song (1997), de Jan Ralske, sobre una pareja de jóvenes de Alemania oriental cuya empresa parece destinada al fracaso, a pesar de que asisten a los cursillos de capacitación comercial con que los habitantes de la ex RDA creen poder insertarse en las reglas de juego del capitalismo. El miércoles 7 se verá Mariluise, niña de Golzow (1961-1997), de Barbara y Winfred Junge, que vienen documentando la vida cotidiana de la ciudad de Golzow desde que en 1961 un grupo de niños ingresó en la escuela local. En una saga sin precedentes en la historia del cine, este registro de la intimidad de un grupo de individuos inscriptos en una encrucijada histórica culmina con el relato de Marieluise, la única de los niños de Golzow que terminó viviendo en Alemania occidental. El programa del día incluye Despedida de Agnes (1994), de Michael Gwisdek, la historia de dos hombres diametralmente opuestos que intentan justificar su pasado cuando se ven enfrentados al derrumbe de Alemania oriental. El jueves 8 van Después de temporada (1997), documental de Pepe Danquart sobre Móstar, en la ex Yugoslavia, una ciudad que quedó dividida como Berlín en tiempos del Muro, yCampeón mundial (1994), ficción del realizador croata Zoran Solomun, sobre las familias de los soldados soviéticos acantonados en la ex RDA. Para el viernes 9 está programada Olvidados por el tiempo (1995), de Andreas Kleinert, sobre un soldadosoviético que decide quedarse escondido en la casa de una mujer. El domingo 11 el ciclo culmina con dos platos fuertes. Primero, De Stalin a Disney (1991), fascinante compilación de fragmentos de documentales y largometrajes �algunos de ellos musicales, a la manera de Hollywood� producidos en la ex RDA, que sirvieron para fomentar el culto a Stalin. El material revela una mediocridad que no tiene relación alguna con las célebres ideas revolucionarias. Luego, Iluminación de fondo (1998), de Helga Reidemeister, la historia de una familia que expone su desconcierto ante la desaparición del país en el que habían nacido.
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