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La Alianza debate, la tropa se
queja y el Gobierno observa

La discusión entre los diputados oficialistas por el ajuste extendió el malestar más allá de los rebeldes. Ofuscación con el socialismo democrático. Los escenarios. Los temores.

El socialista Alfredo Bravo y la radical Elisa Carrió, hipercríticos, estuvieron en la marcha.


Por Fernando Cibeira

t.gif (862 bytes) �Dentro del bloque la discusión está siempre abierta pero hay algún caso, como pasa con los socialistas democráticos, que tendrían que plantearse si tiene sentido que sigan dentro de la Alianza.� La frase, pronunciada ayer por un importante dirigente del Frepaso, admite por primera vez la posibilidad de una fractura dentro del oficialismo y es una muestra del clima que campea a partir del malestar generalizado como consecuencia del ajustazo. La división preocupa en la Rosada porque, a su entender, �hacen una oposición más feroz que los propios peronistas�, aunque imaginan que la rebeldía se aplacará y la sangre no llegará al río.
Para la conducción del bloque que encabeza el frepasista Darío Alessandro, las mayores preocupaciones giran en torno de la docena de diputados que ayer apoyaron la protesta contra el ajuste porque, sostienen, buscan �una capitalización mediática de sus diferencias, porque en las reuniones de discusión política no aparecen�. Es cierto que los rebeldes participan poco de las catárticas reuniones de bloque o que directamente no van, pero también es real que �ayer se palpó� el malestar con el recorte se extendió a otros integrantes de la bancada que interpelaron duramente a los delegados de Economía. 
�Yo también tengo un pensamiento crítico, pero entiendo que antes que nada debo respaldar la acción del Gobierno�, se cuadró el bonaerense Juan Pablo Cafiero. A excepción de la radical Elisa Carrió, el resto del sector crítico son frepasistas empezando por los socialistas democráticos Alfredo Bravo, Jorge Rivas y Héctor Polino, más otros de origen gremial como Alicia Castro y Marcela Bordenave, el dirigente agrario Humberto Volando, el economista Enrique Martínez, Gustavo Cardesa y Ramón Torres Molina.
Pero hay otros que están cerca y que no dudarían en sumarse en caso de que se repitan medidas como las de este fin de semana. Para los díscolos, una poda como la anunciada �rompe el pacto político social que la Alianza hizo con sus votantes� y nadie puede reclamar alineamiento porque �la Alianza no pertenece a ningún individuo ni sector�, como explicó Bravo.
Pese a que los pedidos de explicación que ayer se propagaron, en la conducción del bloque no creen que la rebeldía se expanda, ni que lo sucedido esta semana sea la punta de un iceberg de disconformidad con el rumbo de la gestión de Fernando de la Rúa. �Es circunstancial: pasó con la reforma laboral y ahora con el ajuste. No hay un desafío al rumbo global del Gobierno�, respondió Cafiero. Ante la amplia mayoría frepasista, es lógico que esta fuerza se sienta en una situación incómoda ante su aliado, más disciplinado a la Rosada. �Lógico que no es la mejor situación, pero siento que tengo el apoyo del grueso de los diputados�, explicó Alessandro. En la parte radical de la bancada no lo desmintieron. �La estructura de Chacho está totalmente alineada, los problemas vienen de los sectores más marginales�, respondió un integrante de la bancada de la UCR. Aunque cerca del vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez admiten como natural que en el Frepaso puedan surgir brotes de disenso �el propio Chacho dijo que �afectivamente� estaba con la protesta�, entienden que los diputados del socialismo democrático colmaron la medida. �Tendrían que preguntarse qué sentido tienen que sigan en la Alianza, si se oponen a todas las medidas del Gobierno�, concluyen. Y si bien en el Frepaso dicen que es temprano para hablar de las candidaturas para el 2001, adelantan que �vamos a respaldar a quienes se mantienen fieles al Gobierno�.

 


 

Inconformismo entre los diputados de la Alianza 
Caras largas a pesar del documento

Por Felipe Yapur

�Lo nuestro fue un ajuste equitativo porque las empresas privadas ya bajaron los sueldos y ahora le toca al Estado�, dijo el secretario de Hacienda, Mario Vicens, mientras el jefe de asesores de Economía, Pablo Gerchunoff, asentía en silencio y los casi 90 diputados de la Alianza estallaron ante la conclusión del funcionario. La reunión de ayer con los representantes del Ministerio de Economía fue la continuación de la que comenzó el martes. Y, salvo la duración, el ambiente no cambió. Las duras críticas de los legisladores fue masiva y provino tanto de radicales como de frepasistas. Pero más allá de la intensidad del debate y las malas caras de varios diputados, fruto de las medidas que muchos calificaron como �antipopulares�, la mesa de conducción del bloque emitió un comunicado respaldando el ajuste del gobierno de Fernando de la Rúa.
El número de diputados fue fluctuante. Al igual que el día anterior varió entre 90 y 100 legisladores. Algunos de ellos participaron de la marcha convocada por la central obrera que lidera el camionero Hugo Moyano. Hacia la Plaza de Mayo fueron rebeldes y otros que no integran ese grupo. Pero no todos volvieron al auditorio del Anexo de Diputados donde se reunieron y cuyo ingreso era celosamente custodiado por un efectivo uniformado de la Policía Federal, quien ante el primer grito que escuchaba del salón, se apresuraba a cerrar la puerta de vidrio con llave.
Las autoridades del bloque, como Darío Alessandro y Horacio Pernasetti, buscaron en todo momento transmitir hacia afuera que se vivía un clima de cordialidad entre los funcionarios y diputados. �Excelente�, repetía con un sonrisa forzada Pernasetti. Sin embargo, los cruces se repetían a cada momento, hasta que el radical sanjuanino Mario Capello pidió la palabra y lanzó su apoyo �incondicional a las medidas del Gobierno�. Sus colegas le reprocharon la actitud con silbidos y abucheos. Raúl Baglini, por su parte, buscó promover la unidad asegurando que �un ejército fragmentado genera derrotas profundas�. La frase arrancó tibios aplausos.
Aunque los funcionarios de Economía se esforzaron en explicar las medidas con largas exposiciones, algunos legisladores sintieron, y así lo expresaron, que �se está traicionando el origen de la Alianza�. Cuando Vicens largó su frase del �ajuste equitativo�, un diputado patagónico, que no integra el grupo rebelde, se levantó de la butaca y salió del auditorio visiblemente malhumorado y quejándose a viva voz: �Esto es una farsa�, repetía mientras nerviosamente apretaba el botón del ascensor. Finalmente, y tal vez para evitar tener que arrepentirse de sus frases, prefirió retirarse por las escaleras cuando se percató de la presencia de los periodistas que cubrían el encuentro.
Pero las críticas de los diputados, como la del frepasista José Vitar, quien consideró que las medidas son recesivas y que representan el fundamentalismo fiscalista, no hicieron mella en los funcionarios de Economía. Vicens respondió con otra frase: �Con nuestras medidas, los organismos internacionales estarán tan contentos que no será necesario discutir las metas del segundo semestre�, dijo. El único rebelde que participó de la reunión fue Enrique Martínez, quien tras llegar de la marcha contra el FMI dijo que las diferencias expresadas por el grupo rebelde no significan una posible fractura. Reconoció también estar �cansado de escuchar a sofistas�, y consideró como �falsa y perversa� la disyuntiva planteada por el Gobierno, que dice que para salvar el déficit fiscal había que reducir salarios o despedir empleados. Fueron siete horas que no alcanzaron a modificar el mal humor de los diputados de la Alianza.


opinion
Por Alfredo Allende *

Los expertos del FMI

Me gustan los expertos del Fondo Monetario Internacional. Ellos son prescindentes, como todos sabemos, e impermeables a las influencias de las corporaciones internacionales y de los Estados poderosos. Son generosos porque les permiten tomar más créditos a los países del sur, o sea endeudarse permanentemente, actividad preferida por la banca internacional que provee los medios para la concreción de la deuda.
Los representantes del FMI piden �eso sí� un pequeño sacrificio numeral, que es hacer los ajustes necesarios para alcanzar la meta suprema de cualquier contador que se precie: el equilibrio fiscal. Se trata, en definitiva, de quitar algunos cientos de millones de pesos de las partidas infladas o prescindibles, como la de las remuneraciones estatales y la de ayuda a los menesterosos, siempre inmersa en un tufillo demagógico. Además, se reducen o se cancelan los gastos en obras de infraestructura y de desarrollo; éste vendrá solo, guiado por una mano invisible, bien invisible.
Constituyen reestructuraciones inteligentes �dicho sea de paso�, porque jamás rozan los intereses de las inversiones financieras o de los fondos jubilatorios; ambas actividades de acumulación capitalista constituyen la panacea que, en el porvenir, alguna de las generaciones venideras podrá vislumbrar, tal vez. 
Todo está claro. Se baja el déficit interno de las naciones rezagadas en un drástico porcentaje destinado, claro está, al sagrado cumplimiento de los pagos de intereses de esa deuda; se mantiene y garantiza, entonces, una relación cambiaria que facilita las transacciones monetarias a favor del acreedor, el giro de las superganancias de las empresas privatizadas y de las privadas radicadas en esos países, y se subvencionan las importaciones para felicidad del 20 por ciento de la población local inserta plenamente en el mercado, encantada con la globalización.
Hay sólo una duda que no me atormenta, pero sí me inquieta un tanto indelicadamente. ¿Cómo carajo se hará para equilibrar un presupuesto y las cuentas fiscales reduciendo las actividades productivas del país y restringiendo el consumo interno, sin propuestas rentables posibles de potenciales inversiones productivas en el mercado local?
Ah, ya tengo la respuesta: con un nuevo ajuste, requerido por aquellos nobles técnicos.
* Diputado de la Nación UCR - Alianza

 

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