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LA VOZ DE PRIMATESTA EN LA MARCHA
Una homilía sindical

El discurso de barricada que realizó García Caliendo en la Plaza de Mayo fue un desafío a la jerarquía eclesiástica, que anteayer había tomado distancia de la protesta. La consecuencias.

Guillermo García Caliendo, enviado de Primatesta, arengando.


Por Washington Uranga

t.gif (862 bytes) La imagen del laico Guillermo García Caliendo, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, haciendo uso de la palabra en nombre del cardenal Raúl Primatesta para abrir con discurso encendido un acto político de claro sentido opositor al Gobierno constituye parte de una escena inédita en la Argentina contemporánea. Frente a la contundencia de esa imagen y el tono de las palabras del secretario de Primatesta, de poco sirvió la toma de distancia que apenas veinticuatro horas antes ensayó el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, al destacar que el apoyo a la manifestación de Hugo Moyano era una �iniciativa personal del cardenal Primatesta� y revelar que, en diálogo telefónico, el ex arzobispo de Córdoba le había dicho que asumía la responsabilidad por esa decisión.
En los días previos, y una vez conocida la determinación de Primatesta de designar a García Caliendo para que lo representara, las reacciones no se hicieron esperar en el seno del Episcopado. Varios obispos que participan de la Pastoral Social, como Marcelo Melani y Rafael Rey, expusieron públicamente su malestar por no haber sido consultados. Ayer, en cambio, no hubo declaraciones oficiales. El silencio, no obstante, no debería entenderse como aceptación, sino más bien como el prenuncio de duros debates y discrepancias en el seno del Episcopado acerca de la iniciativa, para muchos solitaria, tomada por Primatesta. El discurso de García Caliendo en el palco de la Plaza de Mayo ubica su participación muy por encima de la condición de �observador� en la que pretendió situarse después de recibir las primeras críticas surgidas desde el interior de la misma Iglesia.
Las pocas voces eclesiásticas que hasta ahora se escucharon, y que se cuidaron de estar lejos de los micrófonos y de las consultas periodísticas, fueron para admitir en reserva que el tema está llamado a convertirse en un punto de serio debate entre los obispos, aun reconociendo el ascendiente que Primatesta sigue teniendo dentro del cuerpo episcopal y la incapacidad de gran parte de los miembros de la jerarquía de enfrentarse con los criterios del ex arzobispo cordobés. Hay obispos �muchos de los mismos que criticaron el alineamiento menemista de un puñado de miembros de la jerarquía� que no estarían dispuestos a asistir ahora pasivamente a que la Iglesia se sitúe como opositora en la acera de enfrente del Gobierno.
Entre los obispos existen coincidencias para criticar el ajuste y para impulsar iniciativas y gestos respecto del problema de la deuda externa. Pero la conducción del Episcopado encabezada por Estanislao Karlic quiere ubicar su relación con el Gobierno en términos de �autonomía y colaboración�, lejos de toda confrontación directa. El martes el arzobispo Eduardo Mirás tuvo la preocupación de aclarar que la responsabilidad de encontrar alternativas a los problemas corresponde �a todos los miembros de la sociedad� y no sólo al Gobierno. Sin embargo, la imagen de García Caliendo hablando ayer en Plaza de Mayo por decisión �personal� de Primatesta, incorpora a la agenda eclesial un tema que generará ásperos debates.

 

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