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![]() En su entrevista el programa �Cosí va il mondo�, Calamai relató que poco antes del golpe de estado �los militares argentinos pidieron explícitamente a la embajada que no albergara refugiados políticos de nacionalidad italiana�. Y que, a raíz de esa solicitud, �se instaló un sistema idéntico al usado en los bancos para saber quién entraba y quién salía�. El ex funcionario, retirado recientemente de la carrera diplomática, reveló que el 25 de marzo de 1976 se envió a Roma un mensaje no cifrado desde una sede no diplomática que decia que �la situación en Argentina era de total tranquilidad�. �Nuestros despachos se transmitían siempre cifrados y desde la embajada, pero en este caso se quiso que los militares argentinos supieran que los italianos veían el golpe con buenos ojos�, explicó el ex cónsul. Calamai trabajó en Argentina entre 1972 y 1977. Su sucesor, Franco Mistretta, continuó con la política de solidaridad. �Para nosotros fue muy importante. Casi todos sabíamos que había que ir al Consulado. Allí hasta guardaron gente y el juicio que estamos haciendo ahora empezó con las carpetas que se hicieron allá. En cambio, el embajador Carrara declaró públicamente en el �77 que los pocos problemas que había con presos argentinos ya estaban solucionados�, manifestó a Página/12 Angela �Lita� Boitano, de Familiares de Desaparecidos por Razones Políticas e impulsora del juicio romano. �Yo en la embajada siempre tuve miedo. Te trataban distinto que en el Consulado�, relató Santina Mastinu. El caso de su familia se abordará la semana próxima en Italia. Juana Bettanin y su nuera María Inés Luchetti se exiliaron en Italia después de haber estado un año detenidas clandestinamente en Rosario. Las secuestraron el 2 de enero de 1977. Cuando los militares entraron a la casa de Juana mataron a dos de sus hijos, Leonardo y Cristina. Juana fue secuestrada con su nuera, que estaba embarazada de nueve meses. Después de sobrevivir al horror, Juana y María Inés fueron a hacer la denuncia al Consulado italiano. �Allí nos hicieron todos los trámites inmediatamente�, relató la mujer, que se exilió en Italia con su nuera y sus nietas. �Ibamos a salir en julio del �78 pero en mayo hubo una revuelta en Devoto y el cónsul nos llamó para adelantar el viaje por miedo a que pasara algo. Nos fuimos en barco�, narró Juana. �Cuando se presentaban desesperados en el consulado yo tenía dos alternativas: echarlos a la calle donde los esperaban los militares o ayudarlos. ¿No le parece que es natural ayudar cuando se puede?�, manifestó Calamai.
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