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LOS PINOCHETISTAS LANZARON UNA TARJETA DE CREDITO
Para comprar y para llorar

 

 

Mientras los militares retirados chilenos
se lamentan por la situación de Pinochet, sus seguidores lanzaron la �Patriocard�.

 


Por Pablo Rodríguez
t.gif (862 bytes) Parece que en Chile pasaron los tiempos dorados en que la palabra militar era ley. En este desierto espiritual, a los pobres uniformados y ex uniformados sólo les queda el lamento y la letanía. Ellos, que hasta no hace mucho tiempo asustaban con movimiento de tropas y con cada reunión donde se manifestaban �preocupados�, expresaron anoche �una gran decepción� con la sociedad civil chilena, según un comunicado del Centro de Generales y Almirantes en Retiro. Mientras tanto, los más enfervorizados seguidores del generalísimo caído en desgracia retemplan su ánimo confirmando su identidad: lanzaron la tarjeta de crédito �Patriocard�, exclusiva para incondicionales del �Tata�. No será la American Express, pero pertenecer sigue teniendo sus privilegios.
La �Patriocard� es una creación de la revista Onda Expansiva, publicación pinochetista si las hay. Para acceder a tan distinguida tarjeta, basta comprar ese panfleto. El beneficio tiene forma de descuentos en varios productos y servicios. Curiosamente, la �Patriocard� es de color rojo. Tiene un formato similar a las que entregan los bancos e instituciones financieras, y lleva como logo la gorra que usó el Ejército chileno en la Guerra del Pacífico, y que es un símbolo de los seguidores de Pinochet en las manifestaciones callejeras. �Es una iniciativa comercial, un aporte a la causa de nuestro general Pinochet�, explicó el director de la revista, Eduardo Arévalo. Pero el aporte no es todo lo serio que merecen sus distinguidos consumidores potenciales: el teléfono que la revista Onda Expansiva entrega a sus lectores para adquirir la tarjeta se encuentra fuera de servicio.
También algunos militares se sienten fuera de servicio, y no por la obvia razón de que están retirados, sino porque cayeron en la cuenta de que las diferentes instituciones en las que se parapetan (la Fundación Pinochet, el Centro de Generales y Almirantes en Retiro, etc.) no tienen influencia. Tampoco la tienen, como ocurría antes, las Fuerzas Armadas por sí mismas o a través del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), una institución donde los militares tienen la oportunidad de dictarles algunas cosas al gobierno en función de esa �seguridad nacional�. Entonces, lo que antes era amenaza ahora es un simple lamento. 
�La justicia chilena es errática�, dijeron los militares retirados al criticar el proceso de desafuero del senador vitalicio Augusto Pinochet. �Al juzgar a uniformados, nadie se acuerda de la obra del gobierno militar ni de la valiente lucha de sus hombres contra el marxismo y el terrorismo�, aclararon respecto del �desfile militar� por los tribunales de justicia. �Hay ciertas autoridades que a través de resquicios legales intentan cambiar la historia, mientras que otras autoridades se atribuyen los logros del gobierno militar�, manifestaron en alusión al actual gobierno. 
Entre la �Patriocard� y los militares en retiro y en lamento está la historia de lo que queda del así llamado �pinochetismo�. Un pinochetismo que siempre tuvo a flor de piel un costado carnavalesco. En el régimen militar, se hizo costumbre que todos los 26 de noviembre, día del cumpleaños de Pinochet, la banda musical del Ejército lo despertara con el himno nazi �Lily Marlene�, mientras un conjunto de señoras gordas (o flacas con espíritu grasoso) le cantaba boleros como �El rey�. El carnaval pinochetista fue coronado en 1997 con el anuncio del Círculo de Amigos del Ejército sobre el lanzamiento de los vinos �Capitán General�, en homenaje a Pinochet, y �Doña Lucía�, en homenaje a la esposa del ex dictador, Lucía Hiriart. Arévalo, el mismo de las �Patriocard�, es quien administra las bodegas que producen estas maravillas de la enología. 
El día en que Pinochet cumplía 82 años, a Rodrigo Leyton, vicepresidente de la Comisión Pro Derechos Juveniles, se le ocurrió protestar en el mismo tono carnavalesco: llegó al edificio de las Fuerzas Armadas para obsequiarle a Pinochet un pasaje aéreo gigante, a Madrid, que decía �AirPaís Libre�. Sí, se refería a un cierto proceso judicial contra Pinochet por parte de un cierto juez Baltasar Garzón.
Menos de un año después, Pinochet viajaba a Londres para operarse de una hernia inguinal fácilmente operable en Chile. Es cierto: a Madrid, al final, nunca llegó. Pudo volver a Santiago. Pero a un país donde, al parecer por obra y gracia del arresto europeo, sus palabras ya no hacen temblar, donde las protestas de los militares son tomadas con pinzas, donde la Justicia muestra la intención de juzgarlo �la muestra, no es seguro que la tenga� y donde muchos de sus hijos dilectos (Joaquín Lavín) ahora �muestran� la opinión de que su �Tata� debe ser juzgado. El carnaval quizás siga: con las �Patriocard�, con otro 26 de noviembre con �Lily Marlene�, o vaya a saber uno con qué. Después de todo, parece que ése es el único modo de expresión auténtico que le queda al pinochetismo. 
Y mientras, en su pieza, Rodrigo Leyton tiene guardado el gigantesco pasaje que dice �Air País Libre�. Eso sí: todavía no lo puede sacar a la calle para exhibir sus dotes de futurólogo. Para eso falta.

 

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