Por J. N.
Por imposición presidencial o por voluntad propia, Rodolfo Terragno tuvo un rol marginal en las arduas negociaciones por el último recorte. Esta semana se vio obligado a desmentir su renuncia, algo que ya se ha vuelto un ejercicio habitual para el jefe de Gabinete. A pesar del mal momento, Terragno se hace un espacio antes de recibir a la delegación del FMI y se dispone al diálogo con Página/12. En la entrevista, el funcionario descarta los rumores sobre su alejamiento, defiende el ajuste y explica la renuncia de Carlos Silvani. De todos modos, como para poner un poco de distancia, Terragno asegura que ningún recorte es progresista y advierte sobre el riesgo de socavar la base social que llevó a la Alianza al poder.
�Parece que al final le hicieron caso con la renuncia de Silvani.
�Eso está mal planteado. Yo nunca concebí la política como un ejercicio de caza en el que uno busca colgar cabezas arriba de la estufa.
�Pero usted fue uno de los primeros en pedir el alejamiento de Silvani.
�Es cierto, pero no creo que la salida de Silvani por sí sola cambie nada. Si el sucesor de Silvani no es un gerente muy eficaz, con un amplio conocimiento tributario y con la capacidad política que hace falta, si no se modifica la estructura de la AFIP, si no se pone rápidamente en marcha el plan antievasión y si no se va adelante con una reforma tributaria más amplia, entonces el cambio en sí mismo va a significar poco.
�¿Por qué hay tantos rumores sobre su renuncia?
�No tengo ni idea. Supongo que hay alguien que fabrica esos rumores.
�¿Quién?
�No sé, no me voy a poner a investigar. Me imagino que es alguien a quien le interesaría que renunciara.
�¿Hay alguna posibilidad de que renuncie?
�No.
�¿El ajuste es progresista?
�Un ajuste nunca es progresista. Se ajusta bajo un estado de necesidad. Una política progresista es gradual, armónica. De todos modos hay aspectos del plan que me resultaron satisfactorios: el hachazo a las jubilaciones de privilegio, la prohibición de cobrar sueldo y jubilación al mismo tiempo, la reforma de las obras sociales.
�¿Y la rebaja salarial?
�Es algo que firmé con dolor. Los asalariados, públicos y privados, representan 31 por ciento del PBI. Nadie puede firmar sin dolor un recorte salarial como éste, ni creer que es una medida progresista.
�Con este último recorte, ¿la Alianza no corre el riesgo de romper la base social que la llevó al Gobierno?
�Claro que sí. Somos conscientes de ese riesgo, lo cual demuestra que no lo hacemos por gusto ni por conveniencia política.
�El año que viene la Alianza tiene que enfrentar elecciones. Si continúan las medidas impopulares, ¿no cree que podría complicarse la gobernabilidad de los próximos años con un derrota electoral?
�Insisto: es una demostración del estado de necesidad, que explica que se corran estos riesgos. Lo que hay entender es que la Argentina está en una trampa: tiene convertibilidad, tiene déficit fiscal y liquidó casi todo su patrimonio. En estas condiciones la economía depende de los inversores financieros. La economía está secuestrada y hay que pagar rescate. Por eso, nuestro primer objetivo es recuperar capacidad de decisión y eliminar el déficit. No para hacer una ofrenda en el altar del neoliberalismo, sino para que los mercados de capitales no nos tengan agarrados de las pestañas. Va ser un tránsito muy difícil, pero estoy convencido de que lo vamos a superar.
�Apenas asumió, Fernando de la Rúa designó a cuatro economistas en su gabinete, después decretó el impuestazo, más tarde la reforma laboral y finalmente el recorte de salarios. ¿No cree que las señales fueron todas en el mismo sentido? ¿Cuándo va a haber un gesto hacia otro lugar?
�Por vocación, y hasta por conveniencia, nosotros tendríamos que estar haciendo señales para el otro lado. Si no es así es por el grado de dependencia que tiene la Argentina. Pero yo confío en que finalmente vamos a llevar el barco a buen puerto.
�¿Qué pasa si falla la última apuesta del equipo económico y no se registran signos de reactivación? ¿Cuál es la alternativa?
�Plantearse eso sería asegurar el fracaso del plan.
�¿Cuál es la alternativa?
�Crecer y distribuir mejor. No podemos jugar a columna, color, par. Tenemos que poner todas las fichas al pleno de la reactivación y el desarrollo.
�¿O sea que no hay alternativas?
�...
Fredi Storani, confiado para el 2001, habla de las obras sociales
�Los trabajadores estaban prisioneros�
El ministro del Interior, Federico Storani, se convirtió ayer en virtual vocero del Gobierno y no evitó responder a todas la preguntas que se le formularon sobre la actualidad política nacional. Incluso incursionó en las historias del corazón al referirse al romance que Antonio de la Rúa, el hijo del Presidente, mantiene con la cantante colombiana Shakira. Storani reconoció que la desregulación de las obras sociales, dispuesta por un decreto que firmó ayer el vicepresidente Carlos Alvarez en ausencia de Fernando de la Rúa, bien se podría haber resuelto en el Parlamento. Se mostró confiado en el triunfo de la Alianza en las elecciones del 2001, en las que se renovarán todas las bancas del Senado. Reconoció que �el problema del Gobierno es encontrar interlocutores representativos de la oposición�. Y dijo que Antonio �es un joven inteligente y austero� con derecho a la privacidad de sus actos.
Estas fueron las definiciones del jefe de la cartera política del gobierno de la Alianza:
Desregulación de obras sociales: �La decisión del Gobierno de desregular las obras sociales busca evitar que el trabajador continúe siendo prisionero de una determinada cobertura médica. Se trata de libertad de elección y resulta una medida estructural y progresista. No creo que haya sido de extrema necesidad adoptar la medida mediante un decreto (tal como lo dispuso ayer el vicepresidente Alvarez, en ejercicio del Ejecutivo) pero el planteo hecho hasta ahora es darle tiempo al Parlamento que tiene en estudio dos proyectos sobre el tema. A mí me parecería bien si se hace la desregulación de las obras sociales mientras se lleva a cabo paralelamente una regulación de la medicina prepaga�.
Elecciones del 2001: �Creo que las elecciones del 2001, en las que se renovará el Senado, le otorgarán resultados positivos a la Alianza. Seguramente que habrá un reconocimiento por la valentía del Gobierno por haber tomado ciertas medidas. Si bien puede existir algún malhumor provocado por el ajuste fiscal adoptado la semana pasada por el Ejecutivo nacional, esto se va a revertir y será reemplazado por un reconocimiento a la gestión de la Alianza. En este sentido creo que sería muy útil la postulación de Raúl Alfonsín como candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires. Sería muy acertado ya que es una persona que sostiene ideas propias y es muy escuchado por el Presidente. En cuanto a Graciela Fernández Meijide, a la que también se menciona compitiendo en esa elección, yo he escuchado de boca de ella que no quiere ningún tipo de candidaturas�.
Relación con el justicialismo: �La intención del Gobierno es construir un entramado político de consenso para enfrentar la actual crisis. El problema es encontrar interlocutores representativos de la oposición con quien hacerlo. Hubo un acercamiento con un conjunto de gobernadores y legisladores justicialistas, pero hasta ahora es muy visible que no hay un interlocutor con el que se pueda establecer una tregua, o llegar a acuerdos políticos firmes�.
Romance latino: �No es cierto que el hijo del Presidente haya utilizado fondos públicos para su viaje a Miami. Antonio de la Rúa, que tiene una profunda dedicación a su tarea como asesor presidencial, no cobra un sueldo del Estado por sus tareas. Es un joven inteligente y austero que supo dar buenas ideas durante la campaña electoral. Además, cualquiera sabe que su familia, al margen del gobierno, tiene una buena posición económica de toda la vida�.
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