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REPORTAJE A PABLO GERCHUNOFF, JEFE DE ASESORES DEL MINISTERIO DE ECONOMIA 
�Quiero oír el grito de los ricos�

El jefe de asesores de Machinea dice que el último paquete de ajuste �sacó a Argentina del borde del abismo�. Y habla de cómo �conciliar� los intereses del mercado con los de la sociedad. 

Gerchunoff quiere que, después de la renuncia de Silvani, la AFIP apunte a los ricos. 


Por Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) Pablo Gerchunoff, jefe de asesores de José Luis Machinea, es desde hace años el alter ego (progresista) del ministro y quien se dedica a pensar en el equipo las aristas de la política económica. En este reportaje con Página/12 habló del ajuste, los ricos y de su conciencia. 
�Usted escribió mucho en su momento criticando a Domingo Cavallo en el �95 y a Roque Fernández en el �96, con el argumento de que no tenía sentido aplicar un fuerte ajuste fiscal en medio de la recesión, porque podría caerse en una espiral deflacionaria y depresiva. Llegar al Gobierno y aplicar la misma receta que tanto criticó debe ser bastante frustrante en términos intelectuales...
�Lo difícil es afrontar una situación tan complicada como la actual. Por supuesto, a cualquiera le gustaría hacer cosas que se perciban para capas más amplias de la sociedad. Pero cuando uno llega al Gobierno lo que prima es la responsabilidad. Quiere decir hacer lo que uno tiene que hacer para que la gente esté mejor, considerando todas las alternativas. Hicimos lo mejor que podíamos hacer para la gente.
�A ver si logro desestructurarle el discurso. Para Carlos Rodríguez (ex viceministro de Roque Fernández), por ejemplo, llegar al Gobierno y aplicar un recorte salarial...
�A mí no me gusta aplicar un recorte salarial.
�Me imagino que tampoco a él. Pero a él no le debe significar una frustración porque es lo que siempre pensó como economista.
�Yo no usaría la palabra frustración. Sí la palabra dolor. Me provoca dolor tener que hacer una cosa así. Ahora, cuando analizo la situación me doy cuenta de que era muy difícil encontrar una alternativa.
�¿No se siente un �converso� al fiscalismo?
�No. Teníamos un deber: asumir nuestra responsabilidad y hacer lo que un gobierno tenía que hacer en un momento así. Exploramos todas las alternativas, como aumentar el desempleo despidiendo 40 mil empleados públicos, y decidimos hacerlo así. 
�¿Todas las alternativas entonces iban en la misma dirección?
�Va por el camino siguiente: cuando hay un problema de credibilidad, está primero que nada.
�¿Quién tiene el problema de credibilidad: Argentina después de 10 años de credibilidad, o este equipo económico por su pasado?
�Argentina después de diez años de Convertibilidad. Sin entrar en detalles acerca de la herencia recibida, los noventa son una década de Convertibilidad y populismo fiscal: estabilidad de precios gracias a la Convertibilidad, con una política inconsistente de aumento del gasto público que sólo podía resolverse con un incremento de la deuda pública hasta el borde de lo insostenible. Hicimos el ajuste que teníamos que hacer para financiar el déficit fiscal tolerable. Teníamos que sacar a Argentina del borde del abismo y lo estamos haciendo con éxito. Los mercados internos y externos nos financian cierto monto de déficit y no más. Y estos mercados son completamente distintos al de antes: no son pocos los banqueros con los cuales se puede sentarse a negociar. Es un mercado de bonos, donde las decisiones de 400 jubiladas de Arizona pueden derrumbarte un programa económico. Es lo que se llama globalización.
�Pero no se les va la mano con esto de dar �señales� al mercado. Cuando Machinea, en teleconferencia con inversiones, se vanagloria de haber realizado un recorte salarial de una magnitud inédita en el mundo suena obsceno.
�No estaba presente cuando lo dijo. Pero puedo entender perfectamente la razón. Lo que quiso decir es que tenemos el coraje de hacer las cosas que hay hacer y tenemos el coraje de explicarle a la sociedad por qué había que hacer estas cosas. 
�Esto del �coraje� está mirado del lado de los mercados. Menem entonces fue muy �corajudo�: se pasó una década tomando medidas antipopulares para ganarse la confianza de los mercados.
�Uno no puede calificar una medida de antipopular fuera del contexto. Si se bajan salarios cuando la deuda pública es el 20 por ciento en relación al producto y mercados que ofrecen financiamiento barato, se evalúa de un cierto modo. Cuando se baja salarios con la deuda al 50 por ciento del producto y los mercados que se fijan un alta tasa de interés, se evalúa de otra forma. 
�¿El coraje mirado desde la sociedad no hubiera sido tomar otras medidas, apuntando por ejemplo a recaudar más del poder económico? Hay muchas alternativas. 
�¿Cuáles, dígame una?
�Restituir los aportes patronales a las empresas de servicios públicos privatizados. Tienen ganancias extraordinarias y despidieron mucho en los últimos años.
�Nuestro objetivo principal en los servicios públicos es bajar las tarifas. Volver a meter impuestos es lo peor que podemos hacer. Lo que queremos es introducir la mayor cantidad de desregulación posible para que los precios bajen. Y la mayor cantidad de regulación, en el marco de la seguridad jurídica, para que las tarifas bajen donde la competencia no opere. Esta va a ser en los próximos meses una política obsesiva, empezando por telecomunicaciones, donde los precios se van a derrumbar y los inversiones van a aumentar mucho. Lo mismo va a pasar con el gas y la electricidad. 
�¿Qué pasa si no viene la reacivación?
�La economía se va a reactivar. Porque es un error interpretar este paquete como un programa puro de ahorro fiscal. Miremos el conjunto de las medidas: es la primera vez que hay un decreto de necesidad de urgencia para hacer una transformación del sistema de salud con equidad. 
�Estábamos hablando de que hacían un ajuste fiscal para recobrar la confianza de los mercados, inducir así un mayor ingreso de capitales y lograr la reactivación.
�Hacemos un paquete para devolver credibilidad, lo cual tiene que tener un efecto reactivante. Pero no creemos en la espontaneidad del mercado puramente. Y entonces estamos haciendo otras cosas: una reforma más estructural de sector público; un plan de movilización de inversiones que implica regulaciones, desregulaciones, renegociación de contratos. 
�Usted escribió junto a Machinea en agosto del �94 un �paper� famoso, con el cual se ganaron la admiración de un Chacho Alvarez en ascenso. Allí decían: �Nada favorece tanto la tranquilidad social como el grito de los ricos cuando se sienten presionados por el fisco�. Estos días el grito no es precisamente de los ricos, ¿se acuerda de la frase?
�(Largo silencio) ...Nosotros ganamos las elecciones en la ciudad del impuestazo, y uso esta palabra aceptando mi derrota cultural. ¿Cómo pudimos haber ganado en la ciudad con tanto mal humor social? Era verdad que estábamos gravando al 10 por ciento de mayores ingresos de la población...
�¿Ese era el grito de los ricos, que paguen ganancias los que cobran más de 1500 pesos?
�No. Estoy diciendo que el impuesto fue progresivo. Ahora, si usted me pregunta por si este país tiene una deuda en materia de combate a la evasión, en especial en los estratos de más altos ingresos, yo le digo, sí. Y en este sentido, si hace falta, me gustaría escuchar más el grito de los ricos. Me gustaría escuchar el grito de los ricos porque tienen el soplo de una AFIP fuerte pegándoles en la nunca, no dándoles ni la menor posibilidad siquiera de hacer el menor artilugio porque tienen el mejor estudio contable del país. Para eso, reconozco, estamos en deuda. 


�Esta política no es del FMI�

�Está en Buenos Aires la misión del FMI, ¿le van a pedir algo?
�No. Vamos a defender nuestra política y, si es necesario, a los gritos.
�¿No le van a pedir compasión o, mejor dicho, comprensión frente a la situación social que se vive en Argentina?
�No le vamos a pedir compasión porque ésta no es una política impuesta por el Fondo Monetario. No hablamos con el Fondo para hacer el programa de ahorro y reformas económicas de mayo del 2000. El FMI, en un mercado de capitales muy atomizado, es una especie de auditor que les sirve a esos mercados. Pero nosotros vamos a defender nuestro programa y si el Fondo tiene ideas distintas a las nuestras vamos a discutir a los gritos e imponer nuestra política. 
�Bueno, anunciaron el paquete de ajuste el lunes y Teresa Ter Minassian (la jefa de la misión) llegó el jueves, muchas diferencias en ese aspecto no debe haber. Le preguntaba si iba a poner sobre la mesa también la cuestión social: movilizaciones, anuncio de paros...
�Ha habido un acto que fue la Biblia y el calefón: una fracción menor de la Alianza pidiendo junto con Beliz, Felipe Solá, Duhalde y Moyano la desobediencia fiscal. No puedo tomar eso en serio. Lo que les duele a los sindicalista es la desregulación de las obras sociales.
�¿No tomar en serio la movilización no es desconocer la realidad?
�La tomo en cuenta, porque lo peor que nos puede pasar es que una cosa que es la Biblia y el calefón se transforme en alternativa política. Le haría mucho daño a la Argentina. 

 

 

�ESTAMOS DEL LADO DE LA SOCIEDAD, AUNQUE NUESTRA POSICION SEA DEBIL�
�No somos gerentes del poder económico�

¿No hay �plan B� si este paquete fracasa?
�Hay nuevas medidas todos los días.
�¿Puede haber más ajuste: suba de impuestos o recorte de gastos? 
�No. Hay nuevas medidas de fondo todos los días. Lo que les interesa a los mercados y lo que le interesa a la sociedad...
�¿Es lo mismo lo que les interesa a los mercados y lo que le interesa a la sociedad?
�Nosotros lo hacemos compatible. No vamos a hacer nada que afecte a la sociedad porque les interesa a los mercados...
�¿Perdón?...
�La reducción de salarios fue lo menos costoso para la sociedad. Un mercado que te retira el crédito sume al país en un depresión prolongada y en un desempleo que puede ser un 60 por ciento mayor al de hoy. Si se juzga esa medida sabiendo que había una espiralización de la falta de credibilidad, lo que hay que aceptar es que esta medida paró una tendencia a la recesión más profunda. ¿Está claro por qué se puede conciliar mercado y sociedad? 
�¿Usted no cree que, si fuera por ganarse la confianza de los mercados, éstos pedirían que Argentina tuviera �salarios chinos�, en promedio debajo de los 100 pesos?
�Insisto: es posible conciliar una política de credibilidad de los mercados con una política a favor de la sociedad. A favor de la sociedad significa que ésta pague el menor costo posible frente a una crisis.
�¿No se les puede pasar alguna factura a los mercados?
�Esa es una pregunta abstracta. Si los mercados son fondos de inversión de las 100 jubiladas de Whichita o del estado de Arizona, yo no tengo manera de hacerle pagar el costo. Me parece un problema, pero es un problema de regulación mundial del movimiento de capitales, que hoy yo no puedo resolver en Argentina. 
�¿Y si los mercados son (Franco) Macri, Amalita (Lacroze de Fortabat), Techint, (Aldo) Roggio? 
�Ah, no. Esos no son los mercados. Los mercados son los que compran bonos argentinos. Esos son empresarios, hablemos si quiere un poquito de empresarios... 
�Si de un lado tienen que contentar a los mercados y del otro a los grandes empresarios, debe ser difícil darle algo a la sociedad...
�Por supuesto que es una política de desfiladero. Nadie puede discutir que el desfiladero es estrecho. Pero lo importante es si nosotros usamos los márgenes al máximo o no. Y los estamos usando al máximo. Hoy estamos sentados a la mesa de negociación con las empresas que tienen indexación de tarifas por precios americanos, para suspender la indexación hasta el año 2002. Esto es ser interlocutor y no gerentes de los grandes grupos económicos, como ocurrió con los funcionarios menemistas en los últimos 10 años. Si uno le pone la lupa a la política económica puede encontrar una radical diferencia con el pasado. Hemos intimado el pago del canon al Correo Argentino. Si Macri no paga el canon le van a pasar cosas graves. ¿Le pregunto a usted, podía esperar de Menem que lo intimara a Macri?
�Lo que nadie se esperaba era que la Alianza aplicara un poda salarial de entre 12 y 15 por ciento a poco de asumir, sobre todo por lo que decían en la plataforma electoral.
�La coherencia es una coherencia ética. La coherencia es de lado de quién te ponés. 
�¿Ustedes de qué lado están?
�Nosotros estamos del lado de la sociedad argentina, aunque negociemos con los mercados, aunque estemos en una posición débil frente a los mercados, todo el tiempo vamos a tratar de juntar la mayor fortaleza posible para que las soluciones sean de bajo costo para la sociedad. Una vez que uno sabe de qué lado está el funcionario, puede comprender que este funcionario está de este lado, pero tiene límites difíciles de trasponer. La pregunta entonces: ¿está este funcionario pensando loslímites para que este conflicto entre mercado y necesidades sociales se resuelva lo mejor posible para la sociedad? Yo no estoy feliz con lo que tuvimos que hacer, pero estoy en paz con mi conciencia. Vivo con la conciencia tranquila porque sé de qué lado estoy y que tensamos la cuerda lo más que podemos a favor de este lado. 

 

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