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UNA IDEA QUE CRECE Y SE EXPANDE PERO NO SE DEFINE
Europa, qué mal se T.V.

Ayer culminó en Berlín la cumbre de gobernantes de la Tercera Vía, que incluyó a los sudamericanos Fernando de la Rúa, Fernando Henrique Cardoso y Ricardo Lagos. Aquí, el análisis de una propuesta que inicialmente despertó grandes expectativas pero que aparece cada vez más devaluada.

Tony Blair en el espejo narcisista del �tercerismo�.
Inauguró el concepto lanzando una especie de cruzada laica.


Por Florencia Grieco

t.gif (862 bytes) ¿Cómo reacciona el mundo �léase Estados, sociedad civil, actores sociales� ante el estado actual del mundo? ¿Qué respuesta global se da a la globalización? ¿Hay contrapropuestas no capitalistas a la refundación �posmoderna� del capitalismo? Pasando en limpio las decenas de borradores que circulan por el globo para cambiar-retocar el sistema económico mundial, o para hacerlo más �humano�, o para que si duele no se note, las dos corrientes que sobreviven marcan caminos en principio opuestos: por un lado, las �personas�, que hacen de la atomización en que viven la mejor estrategia de protesta no cooptada partidarimente. Es decir, esos nuevos movimientos sociales que se agrupan ad hoc para marchar contra el neoliberalismo y que aparecen cuando es necesario que se recuerde al gran público la incomodidad que genera ese �capitalismo salvaje� de moda en las últimas décadas. Esos movimientos tan modernizados como el mismo sistema al que se oponen irrumpen radicalmente, no quieren concesiones ni arreglos. Piden el fin de lo que hay y proponen poco más que eso. Del otro lado están quienes no hablan de rupturas ni de reemplazos de sistemas, pero que astuta o apropiadamente saben que incorporar las quejas y esbozar una solución es la única forma pacífica de llegar y quedarse: son los voceros de las socialdemocracias aggiornadas, uno de los mejores productos de la era autoconsagrada como pospolítica. Son los miembros del club de la Tercera Vía.
En 1997, aquel viejo laborismo británico apareció renovado: ahora se llamaba Nuevo Laborismo y llegaba al poder, después de 20 años conservadores, al frente del primer ministro más joven de la historia del país, Anthony Charles Lynton Blair, o Tony. Apenas un año después, el renovador de la política británica rompía parcialmente con el cerco insular para inaugurar una suerte de cruzada laica: superar a la vieja izquierda y a la renovada derecha pero sin salirse de los márgenes capitalistas. Nacía la Tercera Vía. Y el anfitrión no estaba solo. En el lanzamiento oficial �nada menos que en Nueva York� el presidente Bill Clinton y el entonces premier italiano Romano Prodi dieron junto a Tony Blair el bautismo de fuego al nuevo nacimiento de la socialdemocracia bajo el lema �El fortalecimiento de la democracia en la mundialización económica�. 
Ayer y el viernes hubo un nuevo encuentro de los �terceristas� en Berlín, esta vez bajo el título �Gobernar en el siglo XXI�. Blair no estuvo presente. No por desacuerdos al interior de la vía �lo que no significa que no los haya; de hecho los hay y no son menores�, sino por cuestiones personales (paternales) que sin embargo no son ajenas: la importancia de la familia en el �mundo globalizado� es uno de los pilares del discurso blairista que promete hacer escuela. El dueño de casa, el canciller Gerard Schroeder, recibió en cambio a la primera figura, Clinton, a otras nada desdeñables como el premier francés, el socialista Lionel Jospin, y a un puñado de mandatarios sudamericanos: el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, su par chileno y el también socialista Ricardo Lagos, y al nuestro, Fernando de la Rúa, apenas unos días después del �paquete� anunciado por el gobierno �socialdemócrata� argentino, como lo definen varias agencias extranjeras de noticias.
El objetivo: afrontar �los desafíos de la globalización y de la revolución de la información�. Es decir, qué hacer ante el desempleo, las nuevas tecnologías y las transformaciones de la sociedad civil. Básicamente, qué hacer con el Estado en una época en que hablar de intervencionismo es tan costoso como eliminarlo por completo. Porque en la posmodernidad mundial todo es referencialmente pasado: pos-político, postideológico. Y recuperar los �valores de la izquierda� requiere, entonces, mucha cautela. Algo de lo que la Tercera Vía no carece en absoluto: como el mismo Blair definió dos años atrás, �se trata de tomar los valoresesenciales del centro y de la centroizquierda, y aplicarlos a un mundo de cambios sociales y económicos fundamentales, y hacerlo libres de ideologías anticuadas�. Solidaridad, justicia social, progreso son los pilares de la sabiduría tercerista. Ni laissez faire ni interferencia estatal son los medios. Cuáles son, entonces, es una cuestión aún demasiado volátil y delicada. Por eso la Tercera Vía crece y se expande, pero no se define. O, en todo caso, lo hace por negación: ni libre mercado furioso ni control estatal, ni individualismo ni corporativismo.
Una nueva idea superadora de las anteriores. Ni izquierda ni derecha, las dos cosas a la vez y ninguna por sí sola. La síntesis. El mejor ejercicio de pretensión hegeliana. 
�Es como último recurso, un garante de la política social. Si se cierran fábricas en Gran Bretaña, el Estado va a proteger a la gente de las peores consecuencias sociales de la desocupación.� �Hay que prevenir que la gente caiga en la exclusión. Si perdieron el trabajo o sus pensiones, debe ayudárselos. El gobierno debe encontrar caminos para sacarlos de esa condición�. Las declaraciones no son de nadie que haya planteado una revolución, excepto la que se encuadra en los límites del Partido Laborista; son de Simon Buckby, uno de los padres en las sombras de la criatura. Fue jefe de campaña de Tony Blair en las elecciones que lo consagraron primer ministro y uno de los que delineó los principios de la Tercera Vía. Y fue él quien, involuntariamente, dibujó el esquema mundial para ese camino. ¿Puede haber Tercera Vía en Europa, Estados Unidos y América latina? ¿Estamos en condiciones de que el Estado reformule su campo de acción y sus modalidades, que oriente eficientemente el gasto público que se recorta? �Esto funciona en el mundo donde hay infraestructura. Pero en América latina, donde estas estructuras no existen, el Estado tiene la responsabilidad de proteger a la gente que no puede protegerse.� Otra vez Simon Buckby dixit.
Tal vez, entonces, el nivel de acercamiento a la Tercera Vía sea doble: dentro del tándem Europa Occidental-Estados Unidos, y en relación a su aplicación en Latinoamérica. La incógnita en el �mundo desarrollado� quizá sea si se avanzará en dar una definición más sólida o no. Si triunfará la pragmática línea fundacional o si Jospin podrá dejar su estampa. Blair, en un discurso ante la Asamblea francesa, afirmó una vez que �la ideología puede ser mortal�. Poco después, el premier francés le devolvió el gesto ante los parlamentarios ingleses: �Tony tiene razón; lo que cuenta es lo que funciona. En Francia el voluntarismo funciona. Lo que yo quiero es dominar la realidad, hacerla más justa. Yo sigo siendo socialista�. Queda claro que en Europa están hablando de otra cosa, de algo demasiado futurista para el estado actual de la Argentina: de cómo evitar que el desempleo quiebre a una sociedad, de que el Estado haga poco pero bien hecho, de que la exclusión no avance porque inhabilita. Siempre dentro del capitalismo, porque la Tercera Vía no discute que el neoliberalismo sea irreversible; busca aclimatarlo, hacerlo menos incómodo. Y tal vez ahí sea donde la pretensión de colocarse en un tercer carril sea falsa: no es otra vía, sino la vía triunfadora a un costo moderado.
La situación es diferente del Atlántico hacia acá. El método es parecido: el Estado está recortado. Pero el fondo sobre el que trabaja es otro. No sólo acentúa el desempleo; tampoco contiene al desempleado (léase seguros sociales). América latina aplica los recortes del neoliberalismo conservador estilo Thatcher pero participa de la socialdemocracia renovada. Todo al mismo tiempo y en el mismo paquete. Si la Tercera Vía ya es confusa, su traslado a países como el nuestro la vuelve, en el mejor de los casos, fantasiosa. Y obliga a considerar, como definió el sociólogo francés Alain Touraine la semana pasada en el diario El País, si �es un anuncio de la reaparición de los temas propios de la izquierda en un mundodominado por políticas de derecha, o si es el modo que tienen los políticos de centro-izquierda de hacer una política de centro-derecha�.

 

 

Claves

  La Tercera Vía surgió en Europa después de la larga década neoconservadora del 80.
  Apartándose de la socialdemocracia clásica, aspiraba a construir algo así como la versión �compasiva� del neocapitalismo salvaje.
  Los principales campos de prueba fueron Gran Bretaña, Alemania e Italia.
  Pero las esperanzas que alentó se evaporaron con rapidez ante la constatación de que era poco más �y no infrecuentemente menos� que el viejo modelo neoliberal.
  Por eso, el británico Tony Blair fue humillado por Ken �el Rojo� Livingstone en las elecciones para la alcaldía de Londres, el italiano Massimo D�Alema debió renunciar ante una paliza en elecciones regionales y el alemán Gerhard Schroeder sufrió una serie de retrocesos en comicios estaduales.
  De allí que el porvenir de la tendencia esté en cuestión.


opinion
Por Pablo Rieznik *

Etiquetas inservibles

A veces es necesario un gobierno de izquierda para aplicar las políticas de la derecha� (G. Agnnelli, líder de la empresa multinacional FIAT).
Así es. Cuando un gobierno reformista, progresista, centroizquierdista, frepasista o aliancista ejecuta la política de la banca y el gran capital, entonces estamos frente a la �tercera vía�. No hay que dar vueltas al asunto. Para eso están los pseudointelectuales, los que saben convertir la apariencia engañosa de las cosas en doctrina de encubrimiento. En este caso fue un sociólogo inglés, en la patria del utilitarismo y el empirismo, el que acuñó la denominación que nos ocupa: la �tercera vía� sería una variante no ya entre el capitalismo y el socialismo sino entre dos versiones del primero: el llamado Estado de Bienestar y el �neoliberalismo salvaje�.
Son etiquetas inservibles. Cualquier argentino lego en sociología sabe ahora que los �terceristas� nativos bien pueden parir su propia salvajada: bajar directamente los salarios para garantizar los lucros de la �patria financiera� por la vía del presupuesto estatal. Es decir lo propio, y aún más de un Alsogaray o un Menem, o, si se quiere, de un Reagan, una Thatcher o un Chirac. Fue precisamente ante el agotamiento político de estos últimos que fueron convocados por el �establishment� los sustitutos �terceristas� para continuar la obra. Agnnelli sabe de lo que habla.
En todo caso, estamos asimismo frente a un fracaso anunciado. Los pioneros de la �tercera vía� están todos en la lona. Blair acaba de ser humillado en las recientes elecciones en la capital inglesa, D�Alema tuvo que hacer mutis por el foro y la Izquierda Unida francesa tiene un gabinete fisurado por la resistencia popular a sus planes de �ajuste�. Qué decir entonces de los terceristas locales que discurseaban en nombre de la �gente� contra el menemismo y concluyen en el poder con los gendarmes y contra la �gente�, apelando a los totalitarios decretos del hombre de La Rioja para imponer sus designios. Para esta fracción acomodada de la clase media porteña la �sociedad civil c�est moi�.
Por lo menos todo esto tiene un efecto clarificador: no hay más intermedios entre la barbarie de la explotación moderna y una alternativa anticapitalista. Es lo que se abrirá paso mediante la experiencia en la vida social y política. Una perspectiva que está presente en el próximo paro de los trabajadores del viernes 9 de junio en nuestro país; más allá, inclusive, de las limitaciones de sus convocantes. Un paro de la �gente�, levantada contra los �terceristas�. Quienes continuarán deshojando su margarita. No quedará nada.
* Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), dirigente del Partido Obrero.

 

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