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DETALLES DE UN ENCUENTRO EN LA HABANA
El día que Fidel Castro casó a Aníbal Ibarra

El líder cubano se enteró, viendo a Cavallo por televisión, que el jefe de Gobierno electo estaba de vacaciones en Cuba. Lo invitó a una cena y a una sobremesa que duró hasta las siete de la mañana.

Ibarra tuvo que dibujar un mapa de la Capital para explicar sus problemas. Fidel quería saber hasta cuántos hospitales hay en la ciudad.

Por Santiago Rodríguez

t.gif (862 bytes) �Los declaro marido y mujer�, dijo Fidel Castro, con el mismo tono que ponía a sus palabras en Sierra Maestra, cuando casaba a pobladores y combatientes. Sin más, clavó entonces su mirada en los ojos de Marcela Heiss y concluyó: �Porque estos próximos cuatro años van a ser muy difíciles y tú tienes que apoyarlo en esta empresa que ha comenzado�.
Aníbal Ibarra y Marcela Heiss, su pareja, no lo podían creer: estaban en las escalinatas del Palacio de la Revolución en La Habana, a punto de despedirse, y de sus vacaciones en Cuba ya no sólo volvían con la yapa de haber estado con Castro, sino también con un �nuevo matrimonio�.
La nueva etapa matrimonial de Ibarra comenzó hace exactamente una semana. En la noche del sábado pasado el jefe electo del gobierno porteño vivió una situación que guardará en su memoria como uno de los tesoros más preciados de su carrera política: una cena con Castro sobre la que no para de hablar con los suyos desde que regresó a Buenos Aires. El casamiento simbólico con la madre de sus dos hijos �con la cual volvió a convivir después de haberse divorciado� fue el remate de una velada que a fuerza de sobremesa y de charla del anfitrión se prolongó hasta casi las 7 de la mañana del domingo.
�¿Tú sabes cómo yo me entero de que vienes a Cuba? Lo vi a (Domingo) Cavallo que lo decía por televisión�. Castro supo que conocería personalmente a Ibarra el mismo domingo 7 de mayo a la noche, al ver a un desencajado ex ministro de Economía que denunciaba un inexistente fraude y descalificaba ideológicamente al frepasista por haber elegido esa isla del Caribe para sus vacaciones. �A esta persona hay que recibirla�, les dijo entonces Fidel a sus colaboradores. El jefe de Gobierno electo, en cambio, se enteró de que vería a Castro apenas dos horas antes de la cena.
Cuando Cavallo desistió de disputar la segunda vuelta, Ibarra partió rumbo a Cuba con su mujer y sus hijos Pablo y Santiago, sin saber que su adversario le había expedido el pasaporte que lo llevaría ante Castro. Desconocía también que le sucedería algo que jamás le había ocurrido: �Nunca pasé tantas horas con alguien habiendo perdido la noción del tiempo�, confiesa ahora cada vez que relata su experiencia con el líder de la revolución.
Ibarra llegó a La Habana y siguió a Cayo Coco. Obsesionado con la posibilidad de que algún fotógrafo alterara los días de descanso con su familia, viajó sin avisar a la Cancillería. Al arribar a Cuba un periodista de Reuters que esperaba a un pasajero de su mismo vuelo lo vio y preguntó sobre su visita en la embajada argentina; las autoridades cubanas ya estaban al tanto de su presencia en la isla.
Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores recibió a los Ibarra en el Palacio de la Revolución cerca de las nueve y media de la noche. Cinco minutos pasaron hasta que apareció el canciller Felipe Pérez Roque y al rato el mismo Fidel, vestido con su tradicional traje de fajina, abrió la puerta del despacho en el que los habían acomodado. �Bueno, vamos a comer�, dijo después de abrazar a Ibarra y de saludar por sus nombres �que el jefe de la familia les había dado a los funcionarios que los pasaron a buscar por el hotel� a su esposa y sus dos hijos. 
Pomelos rellenos, langostinos, langosta, más y más frutos de mar durante la cena; café, tortas, bombones y más café en la sobremesa. Todo eso es lo que Ibarra vio pasar ante sus ojos y poco lo que pudo probar ante la avidez de Castro por conocer detalles sobre la actualidad argentina y la ciudad que el frepasista deberá gobernar a partir del próximo 6 de agosto. �Quiero que tú me expliques por qué se inunda Buenos Aires�, fue una de las tantas �y curiosas para un jefe de Estado extranjero� inquietudes con que Fidel recibió a Ibarra. �¿Y tú qué piensas hacer con lo del Aeroparque?�, le preguntó también y hasta se permitió darle un consejo alrespecto: �Los espacios verdes siempre son bien recibidos por la población�.
Ibarra tuvo que recurrir al lápiz y papel para explicarle a Castro hasta dónde llegaba la ciudad y cómo era la vinculación con el conurbano y la provincia. �¿Y en qué te puede perjudicar a ti este gobernador que no es de tu partido?�, lo interrogó el cubano a propósito de Carlos Ruckauf, no conforme con haber comprendido ya la cuestión geográfica.
A la una de la madrugada, Santiago ya se había dormido y Fidel no paraba de hablar y preguntar. Pablo seguía despierto y ya se había ganado su simpatía. El hijo mayor de Ibarra terminó de seducir al dueño de casa cuando recitó �con acento cubano y todo, como más de una vez escuchó a su padre� parte del discurso que en 1971 el Comandante pronunció en Chile para saludar la asunción de Salvador Allende como presidente de ese país. �Yo he hecho revisionismo de varios de mis discursos; ése es muy viejo�, bromeó Castro. Y al oír que el chico de 11 años le explicaba que Ibarra había entrado a la Legislatura como segundo de Marta Oyhanarte, quien ahora había encabezado la lista de legisladores de Cavallo, lo bendijo como su �candidato para el futuro� por sus conocimientos políticos.
Cuando preguntó �cuántos hospitales tiene la ciudad y para cuánta gente�, Ibarra terminó de comprobar que Fidel tiene obsesión por la rigurosidad. Y no sólo por la pregunta, sino también por la forma en que paró a uno de sus colaboradores que terció con un �aproximadamente� para sacar del brete al invitado. �No, no, quiero saber con exactitud�, aclaró.
En nueve horas de conversación, el tema de la alineación de Argentina con la condena a Cuba en las Naciones Unidas no podía estar ausente. �Explícame, quiero entender el porqué del voto y no lo entiendo�, arrancó Fidel. Ibarra le explicó que �había dudas y finalmente se tomó una posición conjunta con Chile� y se sorprendió al escuchar que su interlocutor estaba al tanto de su desacuerdo con la posición asumida por el Gobierno y rescataba que lo hubiera manifestado públicamente en plena campaña electoral.
La misma sorpresa le había provocado que Fidel le preguntara por las protestas sociales en Salta ya mientras caminaban hacia el salón donde cenaron y después que modificara su agenda del domingo para poder participar de una reunión que en medio de la cena le organizó con especialistas cubanos en educación, una �obsesión� que ambos dijeron tener. Ni qué hablar del asombro, cuando en las escalinatas del Palacio de la Revolución Castro recordó el comentario de Ibarra sobre su divorcio y su reconciliación con Marcela, evocó los tiempos en que �combatía en Sierra Maestra y casaba a pobladores y combatientes�, y como hacía entonces los declaró �marido y mujer�.
En su primera semana de trabajo después de las vacaciones, la definición sobre la forma de encarar la integración de su gobierno fue la principal ocupación de Ibarra, aunque no la única: también se hizo tiempo para ver qué vino nacional le puede mandar de regalo para que Castro no tenga que recurrir a uno de los Menem �con los que el ex presidente le abarrotó su bodega� cada vez que quiere tomar vino argentino.

 

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