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Hubo un tiempo en que The Police tenía al mundo en sus manos. Fue a mediados de los 80, tal vez definitivamente junto con la aparición de Synchronicity. Pero justo en ese momento de gloria, el trío de Sting (voz y bajo), Andy Summers (guitarra) y Stewart Copeland (batería) no resistió más las fricciones internas y se desarmó. Fricciones inevitables, si se tienen en cuenta el estado de la relación entre ellos y sus muy diferentes personalidades. El extrovertido Copeland había crecido en Beirut, El Líbano, donde su padre era jefe de la CIA. Sting, en cambio, era el tranquilo hijo de un lechero de Newcastle, Inglaterra. �Entre nosotros había una tensión increíble, casi sexual. No en el sentido literal, pero existía�, reconoce entre risas el baterista. Summers, unos años mayor, oficiaba como mediador y lazo entre sus compañeros, lo que a menudo le significaba quedar atrapado entre dos fuegos. Lo último que Sting, Summers y Copeland hicieron juntos fue una gira para Amnesty International. Después, nunca más volvieron a compartir un espacio físico... Hasta la primavera del año pasado. Quince años después de su última entrevista conjunta, se reunieron para repasar su historia ante el periodista Víctor Garbarini. Partes del audio del reportaje aparecerán en las reediciones remasterizadas de la obra de Police y tal vez haya más adelante un cd con todo el material del reencuentro. Antes de eso, la revista estadounidense Revolver publicó, con el rótulo de �exclusiva mundial�, varios fragmentos �de los cuales aquí se reproducen los más significativos� de esa entrevista, que muestra que todavía no han sanado las heridas, así como también revela algunos aspectos hasta ahora desconocidos de aquellas grandes canciones. Un reportaje que, paradójicamente, arranca con Sting, Summers y Copeland fantaseando con la posibilidad de lo que todos los periodistas que han enfrentado en esta década y media, todo el tiempo, les han sugerido, preguntado, especulado: reformar The Police. Andy Summers: �Pienso que si volviéramos, podríamos pasarle el trapo a cualquier pequeña banda del planeta. Sting: �Pasarles el trapo a las bandas chicas, ¿eh? ¿Y qué hay de las grandes? Stewart Copeland: �Si nos reuniéramos, deberíamos encontrar el �Anillo de la buena onda� de Andy. Cada vez que estábamos a punto de matarnos, Andy ponía sobre nuestras cabezas un carretel de cinta de dos pulgadas (que se usa para grabar) y cantaba �Yo soy nada�, hasta que parábamos. Hasta hoy, me tranquilizo cuando pienso �Yo soy nada�. S.: �Stewart, vos eras la �nada� más molesta del mundo... ��So lonely� fue su primer intento con el reggae, lo que se convirtió en parte de su marca registrada sonora. ¿Cómo evolucionó eso? S.: �La gente que tocaba tres acordes no nos interesaba musicalmente. El reggae era aceptado en los círculos punk y era más sofisticado. Y nosotros podíamos tocarlo, así que cambiamos de rumbo en esa dirección. Quiero decir, seamos honestos en esto, �So lonely� estaba desenfadadamente sacada de �No woman, no cry�, de Bob Marley. El mismo estribillo. Lo que inventamos fue esa cosa de ir hacia adelante y atrás entre el punk y el reggae. Ese fue el pequeño nicho que creamos para nosotros. �En �Roxanne�, el primer gran hit, hay una carcajada seguida de un extraño acorde de piano al principio. ¿Qué era eso? S. C.: �Deciles lo que pasó realmente, Sting. Contales acerca de ese brillante momento musical tuyo. S.: �Yo estaba por empezar a cantar la primera línea de esa celebrada canción cuando noté que había un piano cerca del micrófono. Me sentía cansado�había estado levantado toda la noche por algún motivo�, así que simplemente me senté. Pensé que la tapa del piano estaba cerrada, pero estaba abierta, así que hice sonar ese increíble acorde con mi culo. Era uno de esos enjambres atonales que sonaba realmente bien con los acordes que estábamos tocando. Pensamos que era gracioso, así que lo dejamos. A. S.: �Y los músicos pueden aseverar que él tocó más con el cachete izquierdo que con el derecho. �Ghost in the machine (1981) marcó un cambio radical. De pronto tenían capas de teclados, bronces y sintetizadores. S. C.: �Es tiempo para otra de mis molestas historias sobre Sting. Estamos de gira en Japón, y Sting se compra un saxo y uno de esos libritos instructivos. Cada noche en el camarín empieza a soplar, hasta que al final puede tocar �Tequila�. Corte y pasamos a sólo tres meses después. Estamos en los estudios Air en Montserrat por primera vez, empezando este nuevo álbum, y Sting está tocando todos esas partes de bronces en capas como si fuera un puto Tower of Power de un solo hombre. A. S.: �¿Y cuál es tu punto, Stewart? S. C.: �Deberían haberlo ahogado al nacer, creo que ése es mi punto (risas). Otra cosa sobre Ghost... fue que finalmente teníamos un ingeniero profesional en la cabina, Hugh Padgham. Había grabado a Genesis y a todos esos grandes artistas, y sabía dónde poner los micrófonos. Y también tenía una idea sobre dónde poner al baterista: en el edificio de al lado. A. S.: �¡El muy hijo de puta! S. C.: �Así que me metieron en el comedor a tocar mi batería con un monitor de video. Podía verlos a ellos en el estudio, pero no escuchaba lo que estaban diciendo. Fruncían el ceño, estos dos rezongones. S.: �Realmente disfruté esa parte. Y no fruncíamos el ceño, fumábamos porro. S. C.: �En realidad, ese primer álbum en Montserrat fue muy divertido. A. S.: �Fue el siguiente donde la maldición nos llegó. S. C.: �Sí, bueno, estuvo bien. Teníamos nuestras pequeñas casitas individuales en la isla y todo era cool. S.: �Excepto mi matrimonio deshaciéndose. S. C.: �Bueno, Andy y yo disfrutamos de eso inmensamente. Tuvimos grandes canciones gracias a eso. ��Invisible sun� fue la última canción que tocaron en vivo como The Police. Fue durante la primera gira de Amnesty en 1986. Sting ensayaba las voces con Bono en el baño de hombres... S.: �Es verdad, y fue un momento muy simbólico. Nosotros nos habíamos separado y después nos juntamos para hacer la gira de Amnesty. U2 también estaba ahí y cuando cerramos nuestro set con �Invisible sun�, Bono salió y cantó con nosotros. Y entonces, simbólicamente, le entregamos nuestros instrumentos a los U2, porque estaban por convertirse en lo que éramos nosotros: la banda más grande del mundo. �Sting, cuando le dijo a Andy y Stewart que les dieran sus instrumentos a U2 agregó: �¡Y primero asegúrense de desafinarlos!�. S. C.: �(Risas.) Ese era un gran, gran consejo. Desearía haberlo escuchado. S.: �Eso no es verdad. Nunca hubiera hecho algo así. S. C.: �Vamos, Sting, decí la verdad, decí la verdad. S.: �Pero yo no soy esa clase de persona. S. C.: �Sí, lo sos, todos lo somos. Enfrentémoslo. S.: �¡Paz y amor! (Risas.) S. C.: �Está bien, lo hicimos para ayudarlos a conseguir su sonido. ��Too much information� fue casi un anticipo, ahora que estamos en la era de la CNN, de la sobrecarga de 24 horas de información por día. S.: �Bueno, como ustedes saben, no soy muy brillante y no puedo manejarme bien con demasiada información. Soy un tipo simple. Me gustan los placeres simples como la comida, la luz del sol, el sexo... S. C.: �Hablando de eso, ¿podrías elaborar un poco eso del sexo tántrico, Sting? Andy y yo hemos estado preguntándonos al respecto. ¿Cómo hacés para mantenerla parada durante cinco horas? S.: �Las cinco horas incluyen la cena y una película. S. C.: �Y nunca contestaste a la pregunta de Bob Geldof: ¿qué está haciendo Trudie (la esposa de Sting) durante todo ese tiempo? S.: �No sé, ¡generalmente lo hago con tu mujer, Stewart! (...) S. C.: �Synchronicity fue grabado en un ambiente increíblemente malo. Odiábamos a los demás y no les teníamos respeto. En realidad, yo sí lo tenía, pero me sentía como un pedazo de mierda. A. S.: �(Sarcásticamente.) Eso es extraño, yo recuerdo que había mucho amor en el ambiente. S.: Pero Stewart, yo sí te quería... Lo que odiaba eran tus tripas (risas). S. C.: �Ahí estaba yo nuevamente, sentado en ese salón solitario, mirando a mis enojados compañeros en el monitor. Preguntaba �¿cómo estuvo esa toma, muchachos?� y podía ver a Sting con su cabeza hacia abajo haciéndole comentarios a Andy, y sabía que estaban hablando del inútil baterista que tenían en el piso de arriba y qué gran carga era... S.: �Nunca hicimos eso. S. C.: �... Ese baterista de mala muerte, y cuánto éxito más podrían haber tenido sin ese eslabón débil en el trío. A. S.: �Uh, eso debe haber sido muy alienante, Stewart. ¡Porque era todo cierto! �Finalmente hemos llegado al único cover que grabaron: ese hit de Puff Daddy llamado �Every breath you take�. S. C.: �En mi humilde opinión, ésa es la mejor canción de Sting con el peor arreglo posible. Pienso que Sting podría haber hecho esa canción con cualquier grupo y hubiera sido mejor que nuestra versión, excepto por la brillante parte de guitarra de Andy. Básicamente, hay una total falta de groove. Es una oportunidad arruinada por nuestra banda. Aunque hicimos millones con ella y es el hit más grande que hemos tenido, cuando escucho esa grabación pienso: �¡Dios, qué pelotudos que fuimos!�. �Stewart, ¿quién era el responsable del groove? S. C.: �Digo todo esto sabiendo exactamente quién era el responsable del groove. Y aun así, culpo a mis compañeros bolsa de mierda por todo eso. A. S.: �¡Pará un poco! Es maravillosa en su simpleza. Y sí tiene una gran parte de guitarra, voy a quedarme con el crédito por eso. S. C.: �Andy, ya que estamos todos acá, voy a apoyarte en esto. Deberías pararte ahora y decir: �Yo, Andy, quiero todo el dinero de Puff Daddy (el rapero que hizo un exitosísimo cover de la canción). Porque no es la canción de Sting lo que usó Puff Daddy, es mi riff de guitarra�. Bueno, tu turno, Andy, dale. A. S.: �(Humildemente.) OK, quiero... todo el dinero de Puff Daddy. S. C.: �Eso es. Ahora te sentís mejor, ¿no? S.: �OK, Andy, acá está todo el dinero (suelta unas monedas sobre la mesa). Desafortunadamente, me gasté el resto. A. S.: �¿Sabés qué, Stewart? Voy a quedarme con tu parte. Ya sé que Sting no va a dejar que me quede con la suya. S. C.: �Así que aquí Sting se está comportando como un ladrón de bancos, mientras que Andy y yo no hemos sido recompensados ni amados por nuestros esfuerzos y contribuciones. S.: �La vida es putamente difícil. Aquí estoy, en Toscania (la zona de Italia donde Sting tiene su castillo). �¿Tienen algo que agregar los acusados antes de la sentencia? S. C.: �Sting, sin ponerme pegajoso ni nada, creo que el material solista sincero que hiciste con tus músicos contratados �a los que podés echar sin que te importe un carajo� es bastante bueno. S.: �Gracias, man. Yo también te quiero. No, realmente. La cuestión es que nosotros sí nos queremos. �Lo siento, yo me fui hace diez minutos. S.: En realidad sí nos queremos y yo tengo mucho respeto y afecto por mis muchachos. Lo que pasó, pasó. Fue un gran momento y estoy muy orgulloso de él. Pero... gracias a Dios, ya no somos una banda (risas).Traducción: Roque Casciero.
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