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Para Chacho, �bajar los sueldos es una suerte de crisis personal�

Mientras los estatales repudiaban a De Santibañes por el �ajuste reduplicado�, Chacho hablaba de �contradicción con las convicciones�.
Por L.V.
t.gif (862 bytes)  Carlos “Chacho” Alvarez admitió que bajar el sueldo a los estatales le genera “una suerte de crisis personal”. De cara a una semana que estará cruzada por las protestas sociales, y al término de otra en la que debió enfrentar duros cuestionamientos al ajuste desde sus propias filas, el vicepresidente volvió ayer a defender el paquete económico, pero reconoció que “las medidas de coyuntura muchas veces entran en contradicción con las convicciones de uno, con lo que uno venía planteando”.
Su nuevo respaldo al ajuste tuvo un argumento central: “El país debe recuperar la confianza de quienes están dispuestos a invertir para generar puestos de trabajo”, argumentó poco después de acompañar a De la Rúa en la conferencia de prensa en la que el Gobierno reafirmó el rumbo de la política económica, y mostró su optimismo en cuanto al futuro de las cuentas públicas.
La “cierta ambigüedad” o “suerte de crisis personal” que según Alvarez le producen algunas de esas medidas –”por ejemplo, cuando hay que bajar sueldos a los empleados estatales”, especificó– también mereció una puesta en contexto. “Tal como funciona el mundo hoy –dijo el vicepresidente–, la búsqueda del equilibrio supone un camino bastante angosto entre devolverle la confianza a la Argentina frente a aquellos que tienen capacidad de invertir y lo que votó la gente, las expectativas de la sociedad.”
Las declaraciones radiales del vicepresidente se escucharon luego de que Fernando de Santibañes, el principal impulsor del recorte de los gastos del Estado, considerara públicamente que el ajuste no había calado lo suficientemente hondo. Entre otras cosas, el titular de la SIDE –y hombre de máxima confianza de De la Rúa– se quejó de la marcha atrás en el cierre de la imprenta del Congreso y de la reestructuración de la agencia Télam. Y reclamó al Ministerio de Economía que la continuidad de esos gastos se compense con recortes en otros sectores del Estado. Su pedido fue condenado por la Asociación de Trabajadores del Estado, integrante de la CTA, una de las centrales que convocaron al paro de este viernes, que anunció que multiplicará las medidas de fuerza con cada medida que profundice el ajuste. “Si reduplican el ajuste –dijo la ATE–, reduplicaremos la protesta.”
El domingo, en un reportaje publicado por Página/12, Alvarez justificó su respaldo a las medidas económicas, y reconoció que serían insuficientes si no son acompañadas por políticas activas en lo social. En la misma línea, ayer agregó que su convicción sigue siendo que “una economía fuerte se construye con salarios fuertes, con poder de consumo y con un mercado interno dinámico, pero la coyuntura exige determinadas medidas que son duras y difíciles de tomar”. Medidas que “muchas veces”, abundó, “entran en contradicción con las propias convicciones y con lo que uno venía planteando”.

 

OPINION

Por Gerardo Martínez *

El peligro de demonizar a los trabajadores

El rebrote de la protesta social ha hecho caer al Gobierno en la tentación de demonizar al movimiento obrero. El reflejo del oficialismo de la Alianza ha sido el habitual en gobiernos involucrados en las políticas del ajuste perpetuo: identificar al movimiento de los trabajadores como el supuesto agresor de la sociedad civil por el solo hecho de cometer el “delito” ser el canal legítimo de expresión de la bronca del pueblo. Para lograr ese objetivo, el aparato de propaganda del Gobierno eligió el recurso de intentar ocultar la realidad detrás de la retórica más previsible. Se buscó privilegiar como resultado de la concentración de la Plaza de Mayo las opiniones individuales de algunos dirigentes sobre cuestiones fiscales, para esconder que la demanda central del pueblo autoconvocado es que los gobernantes tomen medidas eficaces para que en la Argentina el trabajo vuelva a ser sinónimo de dignidad. Se buscó deslegitimar la convocatoria por la gran cantidad de sectores que convergieron en el acto, para no asumir que la inmensa mayoría de las expresiones políticas del pueblo argentino comparte el repudio a las políticas del ajuste perpetuo. Se intentaron también comparaciones mentirosas con respecto a lo ocurrido en la última década, buscando asentar la impresión de que los trabajadores organizados aceptamos sin resistencias las políticas de precarización del empleo, como si fuera posible borrar de la historia los paros, las concentraciones y las marchas que protagonizamos desde la CGT, el MTA, el CTA y nuestras propias organizaciones, cuando la avaricia patronal pretendió usar el aporte que hicieron los trabajadores en la lucha contra la inflación para aumentar sus tasas de ganancias a través de la baja coercitiva de los salarios y el deterioro infame de las condiciones de trabajo, de modo tal de asegurar sus ingresos sin ningún riesgo y sin ningún tipo de competencia global. La raíz de la presente crisis fiscal que ha llevado al Gobierno a bajar los salarios de centenares de miles de trabajadores tampoco puede escudarse en las excusas de la “herencia recibida”.
Antes de las elecciones presidenciales, algunos de los más importantes economistas anunciaron –a pesar de las desmentidas de los candidatos– que era necesario bajar salarios para poder mantener la ecuación de la Convertibilidad. Para colmo de males, según la confesión que el propio presidente De la Rúa hizo en los medios de comunicación, el primer ajuste anunciado al comienzo del Gobierno fracasó porque el propio Gobierno tomó decisiones políticas –como la de incorporar el Fondo de Incentivo Docente al Presupuesto nacional– que abultaron el gasto más allá de las previsiones de la ley de Responsabilidad Fiscal y de los acuerdos con el FMI. Para sostener el gasto no alcanzó la suba de impuestos decretada en el Congreso en enero, cuyo único resultado visible fue matar la reactivación que se verificaba a fines de 1999 y hacer crecer hasta el infinito el angustiante horizonte de la recesión. La ley laboral que el Gobierno quiso transformar en su primera batalla política creó las condiciones para que la reducción de salarios se concrete en el sector privado. Las medidas de ajuste anunciadas el 29 de mayo las consagraron en el sector público. La “herencia” que mortifica al pueblo es la recesión que no declina, la desocupación que crece y esta angustiosa sensación de que siempre se busca ajustar la economía por los que menos tienen. Es inaceptable banalizar esa tragedia nacional, para permitirle al Gobierno eludir responsabilidades con constantes apelaciones a un pasado que en el discurso oficial aparece como demasiado pesado y difícil para ser derrotado desde nuestro presente. No hay campaña capaz de tapar las dolorosas heridas que hoy padece el cuerpo de la sociedad, comenzando por los trabajadores y sus familias. La experiencia histórica muestra que el movimiento obrero siempre supo derrotar con la fuerza de la verdad las artimañas de la propaganda y de la retórica. Que nadie se extrañe si el movimiento obrero juega en los próximos meses todo su poder y su influencia en la batalla por asegurar que la inmensa mayoría de losargentinos participe en igualdad de condiciones del mundo de la producción y del trabajo.

* Secretario general de la Uocra.

 

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